La bioenergía puede ser clave en el desarrollo de los países pobres

Un estudio analiza a fondo pequeños proyectos en 12 países
Por EROSKI Consumer 10 de abril de 2009

La bioenergía producida a pequeña escala en comunidades locales puede jugar un papel fundamental en el desarrollo de los países pobres. Así lo afirma un estudio elaborado por la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido (DFID, por sus siglas en inglés), que se centra en 15 proyectos diversos sobre bioenergía en 12 países de tres continentes y que utilizan un amplio abanico de tecnologías.

«El encendido debate sobre la bioenergía se ha centrado sobre todo en los combustibles líquidos para el transporte», asegura Olivier Dubois, del Departamento de Recursos Naturales de la FAO. «Pero más de 80% de la bioenergía en el mundo proviene de otras fuentes, en especial la madera, que se utiliza para cocinar y calentarse en muchas partes del mundo», añade Dubois.

El citado estudio, que lleva por título «Iniciativas de bioenergía a pequeña escala: breve descripción y conclusiones preliminares de estudios de casos en Latinoamérica, Asia y África», demuestra los «enormes beneficios potenciales» de las nuevas tecnologías para la energía obtenida de la biomasa.

Mejor acceso a la energía

Entre estos beneficios destaca un incremento en la eficiencia de los recursos naturales, ya que se puede obtener energía de desechos que de otro modo se quemarían o se dejarían descomponerse, así como la obtención de subproductos útiles como fertilizantes asequibles derivados de la producción de biogás, la posibilidad de producir simultáneamente alimentos y combustibles, a través de la siembra intercalada, o la creación de un nuevo capital financiero mediante el uso de tierras marginales.

«En todos los casos propuestos, incluso aquellos basados en la venta de bioenergía en el mercado, la comunidad local se beneficia de un mejor acceso a la energía, tanto para uso doméstico como comercial», afirma Dubois.

El estudio desvela además que el empleo de la bioenergía tiene a menudo un papel importante para proteger a la población rural pobre de los vaivenes del mercado de combustibles fósiles en tiempos de crisis energética, que luego se suele abandonar cuando el precio del crudo desciende.

La FAO sostiene también que en ninguno de los casos propuestos la producción de bionergía ponía en peligro la seguridad alimentaria, bien porque provenía de cultivos no alimentarios o producidos en parcelas pequeñas o de tierras sin utilizar.

Cuatro ejemplos

– Electrificación con la jatrofa, Malí: Unas 10.000 personas en 30 aldeas cuentan con energía eléctrica procedente de aceite de jatrofa producido por los campesinos locales. Intercambian el cultivo por algodón y obtienen ingresos más estables.

– Reciclado del carbón vegetal, Senegal: Un proyecto para realizar bloques con carbón vegetal reciclado ha generado empleos y eliminado la contaminación provocada por los desechos de ese combustible.

– Bombas con biodiesel, India: Cuatro aldeas en la región de Orissa cuentan ahora con saneamiento gracias a una bomba de agua que funciona con biodiesel procedente de semillas forestales. Los subproductos se utilizan como fertilizantes y piensos para animales.

– Biogás en las granjas, Vietnam: Los campesinos con más de 2-3 vacas ó 4-6 cerdos recibieron digestores de biogás para producir combustible y lechada para abono, con el objetivo de proteger los bosques.

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