Bioenergía y seguridad alimentaria

Diversas organizaciones internacionales estudian la relación riesgo-beneficio entre la producción de bioenergía y la seguridad alimentaria en el mundo
Por Juan Ramón Hidalgo Moya 8 de octubre de 2007

La puesta en marcha de iniciativas que estudian la relación entre producción de bioenergía y la seguridad alimentaria no debería incidir, en ningún caso, en la falta de alimentos básicos o en una subida desmesurada de los precios que pueda impedir el acceso de las familias más necesitadas a los alimentos. Y es que la producción de bioenergía en el mundo tiene una relación muy directa con la seguridad alimentaria. Atendiendo al concepto de seguridad alimentaria fijado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ésta se da cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso material, social y económico a suficientes alimentos sanos y nutritivos para satisfacer sus necesidades y preferencias alimentarias que les permita llevar una vida activa y saludable.

Derecho a la seguridad alimentaria

Derecho a la seguridad alimentariaLa seguridad alimentaria, según la propia FAO, tiene cuatro dimensiones en relación con la bioenergía: disponibilidad, acceso, estabilidad y utilización. Actualmente son frecuentes los encuentros y foros abiertos para el estudio y la reflexión de las consecuencias de la producción de bioenergía en la seguridad alimentaria, tanto con respecto a los aspectos positivos como negativos. La preocupación es mucho más creciente en aquellos países que están experimentando más directamente sus consecuencias directas o que emergen como nuevos productores de materia prima para estos nuevos recursos energéticos.

La seguridad alimentaria, según la FAO, es un factor de mínimos para la subsistencia de la especie humana. El desarrollo de la producción de bioenergía en el planeta no está exento de ciertos riesgos para la población más desfavorecida que subsiste en un ambiente rural de la agricultura. Los efectos negativos de la bioenergía deberían minimizarse al máximo para evitar atentados contra los derechos básicos de las personas.

Según datos que exponen las propias organizaciones internacionales, alrededor del 70% de los 854 millones de personas que sufren hambre en el mundo vive en zonas rurales y subsisten de la agricultura, a menudo concentradas en regiones particularmente expuestas a la degradación del medio ambiente y el cambio climático. Unos 820 millones de estas personas viven en los países en desarrollo, 25 millones en los países en transición y 9 millones en los países industrializados.

Seguridad alimentaria y económica

Los elevados precios del petróleo y la creciente preocupación en relación con la seguridad energética y el cambio climático mundial han llevado a varios países a buscar fuentes alternativas de energía y a ofrecer incentivos para incrementar el uso de fuentes renovables de energía, incluida la bioenergía. Los expertos internacionales que están analizando la situación consideran que la bioenergía presenta tanto oportunidades como riesgos respecto a cada una de las cuatro dimensiones de la seguridad alimentaria. Aseguran que las implicaciones de la bioenergía para la seguridad alimentaria dependerán de la escala y el tipo de sistema que se considere, la estructura de los mercados de productos y energía y las decisiones en materia de políticas agrícolas, energéticas, ambientales y comerciales.

No pierden oportunidad para expresar su preocupación ante los rápidos cambios tecnológicos que se están produciendo en el sector de la bioenergía, que representan otra gran fuente de incertidumbre en relación con la seguridad alimentaria. En el sector bioenergético el segmento que está experimentando un mayor crecimiento es el de los biocombustibles líquidos, que se producen fundamentalmente a base de cultivos agrícolas que también son utilizados para la alimentación y los piensos. En este sentido, la repercusión en la seguridad alimentaria es directa, dado los efectos que ello tiene sobre los precios de los productos básicos.

Los efectos para la seguridad alimentaria pueden ser positivos o negativos dependiendo de la tecnología y de la elasticidad de sustitución entre la materia prima utilizada para la producción de energía y alimentos. Los expertos creen que la transición de la utilización tradicional de bioenergía a servicios energéticos modernos, derivados de la biomasa o de otras fuentes energéticas, pueden tener implicaciones positivas para la seguridad alimentaria de la mayoría de las personas afectadas.

El maíz mexicano

El maíz mexicano

Como antecedente más inmediato podemos ilustrar lo sucedido en México a finales de 2006 y principios de 2007, como expone el informe de la FAO de 2007. El hecho es que el precio interno de productos alimenticios derivados del maíz (que se usa como ingrediente principal de la dieta mexicana) aumentó considerablemente como consecuencia de un incremento de los precios internacionales del maíz. La situación afectó de forma grave a la población que utilizaba el maíz en una mayor proporción y que disponía de más bajos recursos económicos.

A pesar de que México era autosuficiente con respecto a la producción de maíz a comienzos de la década de los 80, con la aplicación de tratados de libre comercio, políticas desfavorables al sector agrario mexicano y a subsidios a productores estadounidenses, pasó a ser importador de gran parte de su consumo de maíz: aproximadamente el 30% del maíz amarillo y el 25% del maíz blanco provienen de Estados Unidos.

Las consecuencias perjudiciales vinieron cuando el índice del precio del maíz a nivel mundial aumentó un 31% entre julio de 2006 y junio de 2007. Entre las causas de este aumento se encuentra la caída de la cosecha estadounidense debido a la sequía, pero también en la mayor demanda de maíz para la producción de etanol. Como dato significativo cabe exponer que la demanda para producir etanol en Estados Unidos ha pasado de 25 millones de toneladas para el 2003, a cerca de 54 millones de toneladas para el 2007 (20% de la producción interna). El aumento del precio del maíz llevó a productores ganaderos a buscar forrajes alternativos, lo que impulsó también el precio de otros granos.

La FAO y su Plataforma Internacional de Bioenergía

La propia FAO ha preparado una Plataforma Internacional de Bioenergía (IBEP) para ofrecer los nexos decisivos y facilitar la transición hacia un futuro de energía sostenible, acoplando los beneficios locales con los mundiales y teniendo en cuenta el bienestar de las futuras generaciones. Sin embargo, son conscientes de que es necesario más investigación y asistencia técnica en estas áreas aprovechando el potencial para maximizar las oportunidades derivadas de la producción de bioenergía y minimizar los riegos de afectar negativamente la seguridad alimentaria.

Si bien es cierto que en los últimos tres decenios, la bioenergía ha sido parte integral de la labor de la FAO, no ha sido hasta fechas recientes cuando puso en marcha un proceso para entregar políticas directas y asistencia técnica en el campo a los países miembros, movilizando su experiencia interdisciplinaria en cuestiones de bioenergía, que van desde consideraciones de agronomía, uso de la tierra, género, tecnología, industria y medio ambiente. La primera consulta técnica, celebrada en Roma entre el 16 y el 18 de abril de 2007, contribuyó a entender mejor la forma en que los sectores de la bioenergía pueden representar tanto riesgos como oportunidades para la seguridad alimentaria. Hubo consenso general en que si bien el desarrollo de la energía podría comprometer la seguridad alimentaria y producir daños ambientales, también puede ser una fuerza positiva que contribuya a dar mayor bienestar a la población rural de todo el mundo, en particular si los gobiernos y la sociedad civil se hacen cargo de los aspectos ambientales y de la seguridad alimentaria.

La bioenergía

La bioenergía se produce, según un informe elaborado por la FAO, a partir de diversos combustibles biológicos, y estos se producen directa o indirectamente con biomasa, como la leña, carbón, etanol, biodiesel o biogas (metano). La biomasa es un material de origen biológico (salvo el material fósil incrustado en las formaciones geológicas) como los cultivos energéticos, los desechos y subproductos agrícolas y forestales, el abono y la biomasa microbiana.

El acelerado desarrollo de los biocombustibles líquidos para el transporte puede producir los mayores efectos inmediatos en la seguridad alimentaria

La bioenergía incluye toda la dendroenergía y todos los recursos agroenergéticos (leña, carbón, residuos forestales, licor negro y cualquier otro tipo de energía obtenida de los árboles). Los recursos agroenergéticos son cultivos especialmente cultivados para obtener energía, como la caña de azúcar, la yuca, la remolacha, el sorgo dulce, el maíz, la palma de aceite, la colza y otras semillas oleaginosas, así como diversos tipos de pastos. Otros recursos agroenergéticos son los subproductos agrícolas como la paja, hojas, tallos, cáscaras, vainas, el estiércol y los excrementos de las aves de corral, así como otros subproductos de la matanza y de la elaboración de alimentos y productos agrícolas.

El informe reconoce que la bioenergía podría ofrecer oportunidades positivas para contribuir a un mayor bienestar de la población rural pero también advierte que algunos tipos de desarrollo de la bioenergía podrían comprometer la seguridad alimentaria y producir daños ambientales. El sector requerirá que los gobiernos presten especial atención a las cuestiones ambientales y a la seguridad alimentaria. La previsión inmediata es que los principales productores como Brasil, EEUU, la UE y Canadá reduzcan la exportación de productos alimentarios básicos (cereales o semillas oleaginosas) o que incrementen las importaciones de biocombustibles, o ambas cosas. Además, el acelerado desarrollo de los biocombustibles líquidos para el transporte puede producir los mayores efectos inmediatos en la seguridad alimentaria.

Otra de las problemáticas está relacionada con la subida de precios de los alimentos por la competencia por más tierras agrícolas y recursos hídricos dirigidos a la producción de biocombustibles. Y es que con el paso del tiempo, la situación podría ser más grave en los países importadores de alimentos y energía. Las posibles consecuencias del aumento de la producción y la demanda de bioenergía en la seguridad alimentaria ha sido tratado en la Nota teórica sobre seguridad alimentaria, que es el documento preparado en la Primera consulta técnica de la FAO sobre bioenergía y seguridad alimentaria.

En estos momentos, lo más importante para todas las partes implicadas en este proceso es entender las repercusiones positivas y negativas que los proyectos de biomasa y bioenergía pueden producir en la seguridad alimentaria.

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