Los microcréditos del Banco de los Pobres han sacado de la miseria a más de tres millones de familias

Las mujeres suponen el 95% de los clientes que solicitan uno de sus préstamos
Por EROSKI Consumer 19 de marzo de 2004

Tan sólo el ingenio de un hombre ha conseguido sacar de la más absoluta miseria a más de tres millones de familias. El economista bengalí Muhammad Yunus desarrolló, hace ya casi treinta años, una fórmula financiera revolucionaria que se ha extendido por 160 países de todo el mundo y que ha demostrado ser una de las soluciones más imaginativas y eficaces para erradicar la pobreza extrema. Él es el creador del sistema de microcréditos, pequeños préstamos que se conceden a las personas más desfavorecidas a muy bajo interés y sin ningún tipo de garantía o aval. El objetivo: con ese dinero -«cantidades ínfimas», dice el profesor Yunus- los más pobres echan las raíces de un pequeño negocio que les sirve para subsistir, en principio, y en ocasiones para mejorar su calidad de vida, poco tiempo después. Ahora Yunus ha venido a España -en colaboración con la Fundación para el desarrollo Magdala- para dar a conocer el éxito de su proyecto, convencido de que es posible acabar definitivamente con la pobreza.

Entre banco y ONG

Los créditos se conceden a través del Grameen Bank (Banco de los Pobres), que desde su fundación en 1983 ya cuenta con más de 12.000 empleados, un millar de sucursales en más de 60 países y ha prestado cerca de 4.000 millones de euros. Pero no se trata de una entidad típicamente financiera, se podría considerar un híbrido entre la consecución de beneficios y una ONG sin ánimo de lucro. «Nuestro banco se basa en la confianza mutua con el cliente, en las relaciones humanas, no en prendas ni avales», explica Yunus. De hecho, para la formalización del crédito no se firman documentos, basta con un compromiso personal entre ambas partes.

El Banco de los Pobres presenta otras peculiaridades: sale a la calle a buscar sus clientes. Recomienda crear microempresas formadas por grupos de cinco personas. «Todas ellas -destaca Yunus- tienen que estar de acuerdo en que el negocio que van a poner en marcha es una buena inversión». Así, los préstamos se otorgan primero a dos miembros del grupo, una vez devuelto en 50 cuotas semanales, a otros dos y por fin al último.

Confianza como garantía

Quienes se arriesgan a iniciar esta nueva aventura son mujeres en el 95 por ciento de los casos, que comienzan una actividad agrícola, ganadera o artesanal. Al principio «tienen mucho miedo, pasan muchas noches sin dormir. Y cuando se les da el dinero están temblando, no pueden creer que nadie confíe tanto en ellas. La mujer se promete a sí misma que hará lo que sea para garantizar esa confianza y trabaja duramente para pagar el préstamo. Así que, cuando un año después lo ha devuelto todo, la mujer mira al mundo y ve que puede conquistarlo, que ha conseguido lo que le dijeron que jamás podría hacer», explica Yunus. El crédito medio se sitúa alrededor de 200 euros. Una ínfima cantidad, pero que reparte beneficios. En 2003, el Banco de los Pobres obtuvo más de trece millones de euros de ganancias.

Los beneficios de los préstamos repercuten en muchas facetas de la vida familiar. «El cien por cien de los hijos de nuestros clientes están escolarizados y muchos acceden a la enseñanza superior. La familia se puede construir su propia casa y también mejoran en salud», dice Yunus. Pero el compromiso va mucho más allá. «Si fallece la persona que ha pedido el préstamo, del cual queda algo por pagar, no se obliga a la familia a continuar con esa deuda». Además, los propios clientes son los propietarios del Banco, ya que en sus manos tienen el 96 por ciento del capital, el resto pertenece al gobierno de Blangadesh.

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