Entrevista

Manuel Gómez Galán, director general de CIDEAL

La prioridad en este momento en el sector de la cooperación es aumentar la calidad de la ayuda
Por EROSKI Consumer 24 de enero de 2009
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Imagen: CONSUMER EROSKI

La cooperación al desarrollo no está en crisis. Así lo afirma, al menos, Manuel Gómez Galán, director general de CIDEAL. En esta entrevista, Gómez Galán analiza las conclusiones de la Guía de ONG de CONSUMER EROSKI y asegura que, pese al descenso detectado en el número de socios, “en general, no se percibe en la sociedad una pérdida de apoyo a la labor de las ONG“. Advierte de que la prioridad en este momento es aumentar la calidad de la ayuda, puesto que la cantidad ha crecido a un ritmo “suficientemente adecuado” en los últimos años, y defiende la profesionalización del voluntariado porque “cuando estamos enfermos, siempre buscamos a un médico”.

La actualización de la Guía de ONG de CONSUMER EROSKI revela un aumento ligero en el número de voluntarios, frente a una disminución en la cifra de socios. ¿En qué momento se encuentra la cooperación al desarrollo y el apoyo a las organizaciones? ¿Desciende la implicación de la sociedad?

La cooperación al desarrollo se encuentra en un punto, en general, bueno. Lo que ocurre es que hay que distinguir entre sector público y sector privado. Por parte del sector público, la situación es buena porque se mantiene el apoyo presupuestario a la cooperación, a pesar de la crisis. Pero también el apoyo social es bueno. No creo que el descenso de socios sea una tendencia significativa a largo plazo. En general, no se percibe en la sociedad una pérdida de apoyo a la labor de las ONG. Quizás ha habido alguna cuestión puntual pero, por ahora, la cooperación al desarrollo mantiene el apoyo social. No estamos en un momento de crisis ni de cuestionamiento de la ayuda a la cooperación al desarrollo.

“Sería negativo que las ONG dependieran únicamente de determinada Administración pública”

Por lo tanto, ¿no hay motivos para la preocupación? La Guía de ONG de CONSUMER EROSKI concluye que son mayoría las organizaciones que dependen de fondos públicos. ¿Habría que buscar alternativas o ayudas complementarias?

El hecho de que las entidades dependan de la financiación pública, en gran medida, va a ser siempre así. Esto no es negativo, aunque hay que complementarla con subvenciones privadas. En principio, la financiación pública no condiciona necesariamente las actuaciones de las ONG. El dinero que se recibe de una empresa puede condicionar más que el que se recibe de la Administración. Lo que sería negativo es que únicamente se dependiera de determinada Administración pública o que sólo hubiera ingresos de ésta.

En cualquier caso, a pesar del origen de los ingresos, la independencia debe ser la máxima de cualquier organización.

Sin duda. El principio por el que se rigen las ayudas públicas coincide con el de las ONG. Éstas tienen un plan estratégico donde se priorizan determinados sectores y países de actuación. En la medida en que hay una coincidencia entre los contenidos del plan estratégico de las ONG y los criterios de la Administración que concede la subvención, existe una base para trabajar de manera conjunta. Tiene que haber una coincidencia previa. Lo que sería un error por parte de las organizaciones es que adaptaran sus planes estratégicos a los criterios de las administraciones públicas que otorgan subvenciones. El error está ahí. No tanto en que haya una colaboración, sino en que las ONG pierdan independencia adaptándose exclusivamente a los criterios de la subvención.

En época de crisis económica, asegura que las ayudas a la cooperación al desarrollo no se resienten, ¿pero son suficientes?

Es una realidad que la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) ha experimentado un crecimiento muy grande durante los últimos años. Vendría bien que hubiera más, por supuesto, y tendríamos que llegar al 0,7% y sobrepasarlo, pero el ritmo al que ha crecido es suficientemente adecuado para que la preocupación mayor no esté tanto en aumentar los fondos, sino la calidad. Ésta es la prioridad en este momento en el sector de la cooperación. El reto principal que tenemos es hacer las cosas cada vez mejor. Evidentemente, necesitaremos más dinero, pero eso es secundario. Lo más importante es hacerlo cada vez mejor y, a partir de ahí, se aumentará el volumen de fondos porque tendremos legitimidad para gastarlos bien. Sería muy peligroso que el aumento en cantidad no fuera acompañado de un aumento en calidad. Eso deslegitimaría la cooperación.

“Ha fallado algo tan fundamental como la participación de los destinatarios de las acciones en el diseño de los programas”

Hablando de retos, uno de los objetivos de CIDEAL es “introducir mejoras en las herramientas metodológicas de la cooperación”. ¿Han detectado fallos en este ámbito?

La cooperación está en un periodo de transición, no sólo en España sino en el mundo. En estos años se están revisando las relaciones entre socios receptores y donantes, así como la ejecución de las políticas. Se ha demostrado que hay instrumentos metodológicos que requieren mejoras porque muchas veces no se han aplicado del mejor modo posible. Para CIDEAL, es importante contribuir a esta mejora. ¿Qué ha fallado? Por ejemplo, algo tan fundamental como la participación de los protagonistas, de los propios destinatarios de las acciones, en el diseño de los programas. Hay que evitar los programas o proyectos diseñados previamente y aplicados por una ONG o por un Gobierno. Hay que tratar de que la participación exista desde el primer momento para que la calidad esté asegurada.

De hecho, recientemente Cideal ha suscrito dos convenios de intervención en América Latina y África para apoyar la pequeña empresa y contribuir a la integración de mujeres en situación de vulnerabilidad social, respectivamente. Para ambos programas cuentan con la población local.

Por supuesto, es algo fundamental. Cualquier persona que trabaje en el sector de la cooperación sabe que el éxito o el fracaso de un programa dependen de la participación de los beneficiarios. Tienen que ser protagonistas desde el primer momento. No se puede entender un proceso de desarrollo que no se base en las personas. Son éstas las que tienen que tomar decisiones, decidir cuáles son las características, los rasgos y el enfoque que se va a dar a las intervenciones. Para eso, la cooperación no es un fin, sino un medio al servicio del proceso de desarrollo. Tenemos que adaptar nuestros planteamientos metodológicos para potenciar lo que es importante. El proceso de desarrollo de las sociedades del Sur se consigue colocando a las personas en el centro de ese proceso.

Además, para prestar un buen servicio es indispensable la formación. En este sentido, uno de los principales avances ha sido la profesionalización del voluntariado.

Es una cuestión prioritaria. Cuando estamos enfermos, no nos ponemos en manos de una persona que únicamente tiene deseos de ayudar. Buscamos a un médico. Por ello, para que el voluntario pueda aportar, hace falta que además del deseo de contribuir tenga unos conocimientos que le permitan actuar con una mínima eficacia. La cooperación requiere un nivel técnico. No basta la buena voluntad, sino que debe haber un conocimiento determinado.

“En la medida en que el voluntario tiene responsabilidades, tiene que tener la cualificación necesaria para llevarlas a cabo”

¿En qué ámbito de la cooperación es necesaria una mayor profesionalización?

No hay en este momento ningún sector en el que no haga falta un cierto conocimiento. En la medida en que el voluntario tiene responsabilidades, depende de él que las cosas salgan bien y tiene que tener la cualificación necesaria para llevarlas a cabo. Todos los sectores requieren personas con un conocimiento técnico, mayor o menor, pero suficiente para cumplir bien su papel. No se concibe un voluntariado que no tenga asignadas funciones concretas y éstas deben realizarse correctamente para que el proceso en general funcione.

¿Cómo ven la figura del cooperante o voluntario las personas que reciben su ayuda?

En general, la ven positivamente, aunque las formas de aproximación son fundamentales. El cooperante o voluntario tiene que partir de la idea de que puede hacer aportes. Conoce cosas y puede ser útil. Pero también ha de ser consciente de que tiene mucho que aprender de los destinatarios. Lo más adecuado es crear una relación de confianza para que el cooperante pueda ser técnicamente eficaz. Por otro lado, la cooperación debe gestionarse también desde los despachos para mejorar la coordinación con otras organizaciones.

¿Cómo es esta coordinación en la actualidad? ¿Existe entendimiento entre las organizaciones?

En principio, hay una colaboración interesante entre el sector público y el privado. Se ha reforzado el trabajo conjunto entre las organizaciones públicas y las ONG, la universidad, los centros de investigación o los colegios profesionales. Dentro de esa colaboración, se dan formas muy interesantes de cooperación. Se articulan nuevas relaciones que hasta hace poco no existían. Claro que, dentro del sector público, hay ministerios u organismos que no se coordinan demasiado, pero también algunas ONG carecen de una base clara de entendimiento y puede suceder que estén trabajando de manera totalmente aislada unas de otras.

“Algunas ONG carecen de una base clara de entendimiento y puede suceder que estén trabajando de manera totalmente aislada”

¿Incluso en la situación actual, en la que cada vez hay más conflictos y, por lo tanto, mayor necesidad de sumar esfuerzos?

En una situación de conflicto, la actuación varía según cada caso, pero las organizaciones se están comportando de la mejor manera que pueden. En algunos casos, una ONG interviene en un país en conflicto sin tener suficiente cobertura legal para una incidencia real en el país. Su objetivo es prestar ayuda humanitaria a quien lo necesita, pero en muchos casos no hay un ordenamiento jurídico mínimamente serio al que pueda recurrir, puesto que hay una situación de conflicto, de quiebra de la convivencia. Por otro parte, tampoco puede tomar partido por ninguno de los bandos porque su misión no es apoyar a unos u otros, sino atender a quien lo necesita. Los conflictos complican mucho la labor de las ONG y no siempre se puede trabajar en condiciones que garanticen el cumplimiento de los objetivos.

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