Niños en conflictos: qué impactos les causan

Cada vez que un conflicto estalla, el estado emocional de los menores y su vida en general se desmorona, advierten las organizaciones sociales que les atienden
Por Azucena García 23 de septiembre de 2014
Img ninosgaza

Los conflictos no respetan. No entienden de edades ni de circunstancias. Tan solo estallan y, a partir de entonces, nadie escapa a sus efectos. El momento actual es uno de los más dramáticos por la cantidad de enfrentamientos y su virulencia. Cada día, cientos de personas se ven obligadas a huir de sus hogares para salvar la vida, entre ellas, muchos niños. Pese a su corta edad, ellos han sido testigos y víctimas de escenas dolorosas que es posible que nunca aparezcan en los medios. Este artículo recoge las conclusiones y advertencias de varias ONG que dan la voz de alarma sobre esta situación en lugares como Gaza o Irak.

Estado emocional frágil

El instinto natural de un niño pequeño le invita a jugar, a reír, a divertirse, a contar con la protección incondicional de su familia y, en caso de preocuparse por las guerras, solo pensará en ellas como parte de una lucha ficticia con sus amigos. Sin embargo, la realidad supera a esta descripción. Millones de niños y niñas, cada uno con sus particularidades por motivos de género, viven cada día el drama de una guerra.

Los niños tardan meses, incluso años, en empezar a recuperarse de las secuelas psicológicas de una guerra

A finales de agosto, Save the Children cifró en más de 370.000 el número de menores que necesitaban «apoyo psicológico urgente» en Gaza. En la actualidad, esta cifra ha aumentado debido al alargamiento de un conflicto que se prolonga por años, sin visos de cerrarse a corto plazo. «No podemos dar respuesta a estas necesidades de forma adecuada hasta que no haya un alto el fuego permanente», señaló entonces la organización.

Sobre todo preocupa el impacto a largo plazo porque «las heridas humanas no se pueden reconstruir tan rápido». La experiencia de Save the Children con pequeños de Gaza revela que «tardan meses, incluso años, en empezar a recuperarse», por lo que cada vez que a una época de calma le prosigue una belicosa, el proceso vuelve a empezar. Cada ruptura de alto el fuego es «catastrófica».

La presión es tal, que Médicos del Mundo en Gaza ha puesto en marcha un programa de salud mental para el personal sanitario sometido a situaciones de estrés. En el norte de Irak, los pequeños «que han sobrevivido al derramamiento de sangre», subraya Save the Children, registran síntomas de ansiedad y estrés: «Muchos sufren terrores nocturnos y han vuelto a mojar la cama». Han padecido traumas que tardarán en superar o les puede la tristeza por haberse separado de sus padres.

Pérdida del hogar y falta de infraestructuras

En las guerras se destruyen familias y hogares. Los ataques hacen trizas las infraestructuras de los lugares donde se combate y miles de personas pierden sus casas, bien porque huyen de ellas o bien porque son alcanzadas por artefactos. En Gaza, las escuelas aún en pie actúan de refugios improvisados o se levantan campamentos con tiendas de campaña endebles, sin sistema de agua ni saneamiento.

Los ataques afectan a la salud y los derechos básicos de los niños

En Irak, Save the Children calcula que 500.000 niños han huido de sus hogares. Ciudades cercanas acogen ya a cientos de miles de personas desplazadas, «con miles más todavía recorriendo el camino hacia la seguridad». Los menores sufren «angustia extrema», explica Tina Yu, directora de Save the Children en Irak, «al tener que huir de sus casas, a menudo en mitad de la noche, después de ser testigos de acontecimientos horribles».

Oxfam Intermón señala que los bombardeos en Gaza han destruido pozos, tuberías y depósitos, lo cual ha contaminado el agua potable y unas 15.000 toneladas de residuos sólidos quedaron esparcidas por las calles. Esta situación supone una grave crisis de salud pública, que afecta en especial a los niños por ser más vulnerables y que no solo «ha destruido la economía», sino que «ha deteriorado derechos básicos».

Víctimas mortales infantiles

Pero los pequeños no solo sufren durante la guerra, sino que incluso pierden la vida en los enfrentamientos. Solo en Gaza ya han muerto más de 450 menores y «cientos de miles más llevarán consigo el impacto de la violencia durante los próximos años», alerta Save the Children. «Los niños pierden la sensación de normalidad y la violencia renovada tan solo incrementa su miedo y angustia», añade. Médicos del Mundo ha solicitado la protección de la población civil en Gaza «por encima de cualquier consideración» y Save the Children ha reclamado un acceso humanitario seguro para hacer llegar a la población ayuda médica, agua y alimentos, las principales necesidades en situaciones de conflicto.

Cáritas en Gaza ha reclamado «una intervención urgente» porque «la precariedad de la población es cada día más acuciante», con daños y destrucción «por toda la Franja». El pasado 29 de julio se bombardeó una parroquia donde se refugiaban 29 pequeños con discapacidad y nueve ancianas al cuidado de tres religiosas. Aunque no hubo víctimas mortales, se destruyó buena parte de las instalaciones. La situación que se registra en esta zona ha llevado a Cáritas a reforzar el programa de salud en Palestina donde, entre otros, asiste a los niños heridos y que han sufrido traumas por la pérdida de sus casas, escuelas o familiares, explica. En esta zona gestiona un centro de salud y una clínica móvil que se desplaza a las zonas rurales y «aisladas por el muro de separación o por los controles militares israelíes» para prestar atención médica y psicológica.

Ya en julio, más de 100.000 menores habían dejado sus casas con sus familias, según datos de Save the Children. Pero además, unas 5.000 mujeres embarazadas estaban desplazadas, es decir, fuera de sus hogares, lo que supone en muchos casos no recibir atención sanitaria, con las consiguientes consecuencias para los bebés y para las madres, entre quienes se han duplicado los partos prematuros debido al trauma que padecen las mujeres, señala la entidad. A esto se unen los restos de explosivos dispersos por las calles de Gaza y que suponen «un riesgo aún mayor para los niños y sus familias». «La comunidad internacional ha fallado a estos pequeños», asegura David Hassell, codirector de Save the Children en los Territorios Palestinos Ocupados.

La lista de necesidades y atenciones es larga, como también lo son quienes reclaman el fin de los conflictos. Las ONG piden que se haga todo lo posible por terminarlos, antes de que caigan en el olvido y se prolonguen sin la mínima atención. Pero sobre todo, se requiere proteger a los menores, impedir que ni uno más pague las consecuencias de los enfrentamientos y, por supuesto, hacer todo lo posible para terminarlos. «Los niños nunca comienzan las guerras, pero son los que están siendo asesinados, mutilados, traumatizados, obligados a dejar sus casas, aterrorizados y permanentemente asustados», advierte David Hassell, de Save the Children.

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