Recluidas en sus templos, las «kumaris» o «niñas diosas» de Nepal no acuden al colegio por su condición de deidades. Sin embargo, el Tribunal Supremo del país asiático ha reconocido ahora el derecho de estas pequeñas a asistir a clase.
Pun Devi Maharjan, abogada y activista de los derechos humanos, ha luchado durante años por la libertad de las «kumaris» (vírgenes). Con este fin, hace tres años interpuso un recurso ante el Supremo y éste ahora se ha pronunciado.
«El Tribunal ha pedido al Gobierno que continúe con la tradición, pero sin que se violen los derechos de las ‘kumaris’, como la educación o la sanidad, de acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas para la Infancia», explicó el vicesecretario del Supremo, Hemanta Rawal.
Los defensores de los derechos de los niños confían en que ahora las «kumaris», seleccionadas entre niñas que no han alcanzado la pubertad por poseer 36 virtudes que las hacen «perfectas», puedan hacer pausas durante los rituales religiosos e ir a la escuela.
Las «niñas diosas» son alabadas en Nepal por su supuesto carácter protector frente a los demonios. Su condición divina lleva aparejada una vida de reclusión en un templo, por lo que no acuden al colegio ni pueden disfrutar de una infancia normal. Sólo salen del templo una vez al año, al final del monzón, para repartir sus bendiciones. Con la primera menstruación, dejan de ser reconocidas como divinidades y son sustituidas por otras niñas.