Niños soldado, una realidad que no debemos ignorar

Unos 300.000 menores de 18 años son reclutados en hasta 18 países para combatir, ser mensajeros, espías o, en el caso de las niñas, esclavas sexuales
Por Azucena García 17 de marzo de 2015
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Son niños, pero cuesta imaginarlo cuando se conoce su día a día en las filas de grupos armados que les obligan a combatir, espiar al enemigo, cocinar para los soldados o, en el caso de las niñas, ser esclavas sexuales. Los menores soldado son una realidad a la que no se puede dar la espalda. No se debe. Al menos 18 países reclutan a estos pequeños que en lugar de tener juguetes entre sus manos empuñan un arma. La experiencia a la que se enfrentan es tan dura, que cuando se intenta salvarles sus familias les rechazan o jamás consiguen reintegrarse en su vida anterior. Quedan marcados para siempre.

Quiénes son los niños soldado

En el mundo hay muchas realidades a menudo desconocidas para quienes no conviven con ellas ni las tienen cerca. Los conocidos como niños soldado son una de ellas. La cifra de menores de 18 años en filas militares asciende a unos 300.000, una cantidad desgarradora tanto por la edad de los pequeños, como por las tareas que se les asignan. No obstante, Amnistía Internacional recuerda que «no hay cifras fiables del número de menores soldados en el mundo».

Muchos menores son reclutados a la fuerza, pero otros se unen de manera «voluntaria» para salir de la pobreza extrema

El pasado 12 de febrero se conmemoró el Día Internacional contra la Utilización de Menores Soldado. Alboan, Amnistía Internacional, Entreculturas, Fundación el Compromiso y Save the Children firmaron un comunicado conjunto para denunciar esta situación y pedir acciones que la eviten. Y es que los niños soldado son víctimas de su entorno, de su situación, de los conflictos que estallan a su alrededor…

En su mayoría, los pequeños son reclutados a la fuerza, pero en otros casos, recuerdan las organizaciones citadas, «existen factores que pueden influir para que un niño o una niña se una a un grupo armado de manera ‘voluntaria'». Toman esta decisión «como una salida a situaciones de pobreza extrema, con limitadas oportunidades de empleo y situaciones de inseguridad, en las que la milicia puede proporcionar protección, comida y una familia sustituta».

Misiones Salesianas reconoce que África es el continente donde más pequeños forman parte de grupos armados y exponen su vida en combates o bien trabajan como cocineros, mensajeros, porteadores, espías y, en especial las niñas, como esclavas sexuales. «La pobreza, la desestructuración familiar, la exclusión de la vida escolar, los malos tratos, el abandono y los secuestros son las principales causas que llevan a estos menores a vivir esta situación, que les roba la infancia y les destroza la personalidad«, lamenta.

La situación se ha agravado con la irrupción en este panorama de grupos como Boko Haram o Estado Islámico, continúa, «que están utilizando a los menores como escudos humanos y para realizar atentados suicidas», además de obligarles «a cometer asesinatos y decapitaciones públicas». «Es una nueva amenaza para los niños, niñas y jóvenes en países como Nigeria, Yemen o Siria», precisa Ana Muñoz, portavoz de Misiones Salesianas. Entre los motivos por los que los grupos armados reclutan niños, esta organización destaca los siguientes:

  • Obedecen sin rebelarse.
  • Comen menos que un adulto.
  • Se quejan menos.
  • Son fáciles de sustituir.
  • Son fanáticos con un arma en la mano.
  • Son buenos espías.
  • Sirven de chantaje e intercambio.

Niñas reclutadas

Todas las situaciones son duras. Pero la que afecta a las niñas destaca de manera especial. Al menos siete de los 18 países que reclutan a menores, utilizan a las niñas como esclavas sexuales, en matrimonios forzados o en conflictos armados. En ocasiones, incluso, se dan varias de estas situaciones a la vez, lo que las estigmatiza y provoca el rechazo de sus familias cuando forman parte de programas de reintegración o se excluye a las menores, por razones de género, de los programas de desarme y rehabilitación. A estas circunstancias se unen los problemas de salud que les aquejan durante el periodo que permanecen en estos grupos.

Los datos de Naciones Unidas son demoledores: la mayoría de las niñas reclutadas en la República Democrática del Congo eran sometidas a esclavitud sexual; en Sierra Leona, un 60% fueron «bush wives» o «esposas de la selva»; en Colombia se han registrado matrimonios forzados entre menores y comandantes de las FARC. «Muchas veces asienten al matrimonio por razones de seguridad, pues el estatus de esposa de un mando evita que sigan siendo violadas por otros miembros del grupo armado», destacan las organizaciones citadas, que aprovecharon el pasado 12 de febrero para pedir a España que «las iniciativas para acabar con el reclutamiento de niños y niñas tengan carácter prioritario dentro de su papel como miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas».

Países que reclutan a menores

Se estima que en la actualidad hasta 51 grupos armados de 18 países y ocho gobiernos reclutan o utilizan a pequeños «en las hostilidades armadas internas»: Afganistán, Colombia, Costa de Marfil, Filipinas, Irak, Líbano, Malí, Nigeria, Myanmar, Pakistán, República Centroafricana, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, República Árabe Siria, República Democrática del Congo, Tailandia y Yemen.

El Protocolo facultativo de la Convención de Derechos del Niño relativo a la participación de menores en conflictos armados prohíbe el reclutamiento de niños. Establece en 18 años la edad mínima para la participación directa en hostilidades. Hasta el momento, 159 países lo han ratificado (España lo hizo en 2002), 22 no lo han firmado ni ratificado y 14 lo han firmado, pero no lo han ratificado. El Protocolo obliga a todos ellos a impedir el reclutamiento y facilitar servicios de recuperación a los menores desmovilizados.

Así lo viven los menores

Cristal, República Centroafricana. Se unió al grupo armado de Seleka para defender a su familia. Seleka detuvo y maltrató a su hermano mayor y no quiso que lo mismo les sucediera a otros miembros. Supervisaba los vehículos y recaudaba dinero en un puesto de control. Ahora, con 16 años, Cristal regenta un pequeño negocio de venta de cacahuetes.

Héctor y Luis, Colombia. Héctor asegura que “el arma era el mejor juguete” que tuvo porque “era de verdad”. Por su parte, Luis, reclutado por las FARC, describe esa etapa como “muy dura porque nunca sabías cuándo podías caer herido o una bomba podía matarte”.

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