La Ruta de la Plata ofrece al peregrino la posibilidad de conocer una gran gama de culturas y creencias

Esta vía comunica las tierras andaluzas con las gallegas, a través de Extremadura y Castilla y León
Por EROSKI Consumer 2 de febrero de 2004

En época romana, durante los reinados de los emperadores Trajano y Adriano, se creó en el occidente peninsular una gran ruta de comunicación que unía la cornisa Cantábrica con las tierras del sur de Hispania. Por la denominada Ruta de la Plata circularon toda clase de mercancías, tropas, comerciantes y viajeros, en un continuo tránsito que favoreció la difusión de la cultura romana, su lengua y modos de vida, a la vez que facilitaba el control del territorio que necesitaba la administración del Imperio.

Esta ruta se siguió usando a lo largo de los siglos, tanto por árabes como por cristianos durante la Edad Media, para continuar después desempeñando un importante papel en la red de comunicaciones de la Península Ibérica. Pone en comunicación las tierras andaluzas de Sevilla y Córdoba, las extremeñas de Mérida y las castellano-leonesas de Salamanca, Zamora, León y Astorga con el norte, hasta que, en Galicia, culmina en Santiago de Compostela. Su denominación deriva del término árabe «Bal lalta», que significa «vía ancha, empedrada o pública».

Desde su inicio, en tierras andaluzas, los peregrinos que deciden elegir esta ruta para llegar hasta Compostela pueden visitar, en cada una de las ciudades por las que transcurre, numerosos monumentos históricos y la más variada gama de culturas y creencias.

En Sevilla, la Giralda, edificada por los árabes y reconstruida en su parte superior por los cristianos, ha visto pasar, a lo largo de los siglos, a numerosos peregrinos por la Ruta de la Plata. Frente a ella, la Torre del Oro es otro de los monumentos más admirados por los caminantes. La mezquita de Córdoba es, igualmente, paso obligado para los que, bien por turismo o por espiritualidad, se deciden a recorrer paso a paso cada una de las piedras de este recorrido.

Las tierras andaluzas dejan paso a las extremeñas de Mérida, en las que la Ruta de la Plata, al igual que ocurría en la época de los romanos, sigue siendo el eje vertebrador. Este lugar posee importantes muestras artísticas que ejemplifican su importante legado histórico, entre ellas el anfiteatro y el teatro romano de Mérida. En Extremadura, la Ruta discurre por 300 kilómetros, en perfecta armonía con el cuidado patrimonio de ciudades como Cáceres y Mérida. La llegada a tierras castellano-leonesas discurre por Salamanca, Zamora, León y Astorga, aunque otro ramal desciende también hasta Portugal para, de nuevo, volver a la Península y adentrarse por fin en Galicia.

La entrada a Galicia discurre por Campobecerros, Laza, Vilar de Barrio y Xunqueira de Ambía, con su célebre colegiata, o bien por la vía de Verín, Trasmiras, Xinzo de Limia, Sandiás y Allariz, cuna de reyes. Otros accesos tuvieron también cierta tradición jacobea, especialmente el del Valle del Sil, por Pobra de Trives, y el Portela de Home, Bande y Celanova.

En Orense, los peregrinos, tanto hoy como antaño, visitan la catedral con su Pórtico del Paraíso, verdadera primicia del compostelano Pórtico de la Gloria, y con su Cristo de los Desamparados. Finalmente, los peregrinos cruzan el alto puente romano camino de Compostela, sin olvidar que cerca, en un desvío a la derecha, se encuentra el cisterciense monasterio de Osera.

A través de las tierras del Deza se llega a las proximidades de San Lorenzo de Carboeiro. Hoy en día visitar sus ruinas es penetrar en el mundo del románico ojival gallego hecho de granito labrado.

Por tierras de La Estrada y Boqueixón, se entra en Santiago. Una vez en la ciudad, los peregrinos recorren el barrio del Sar y la puerta de Mazarelos. Ya en el templo catedralicio, coinciden con los que se deciden por alguna de las ocho rutas diferentes que llevan al sepulcro.

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube