Entrevista

Laura Capdevila, presidenta del Grupo Especialista en Invasiones Biológicas

Erradicar especies invasoras puede ser imposible si no se previenen a tiempo
Por Alex Fernández Muerza 11 de abril de 2007
Img laura listado

La Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) considera a las especies exóticas invasoras (EEI) como una de las mayores causas actuales de la pérdida de biodiversidad en el mundo, y recuerda las cuantiosas pérdidas económicas allí donde consiguen instalarse. Laura Capdevila Argüelles (León, 1973) preside el Grupo Especialista en Invasiones Biológicas (GEIB), cuyo objetivo fundamental es frenar las invasiones de estas especies desde la prevención. Según esta bióloga, “el ser humano es el principal responsable de que hayan aumentado en los últimos años”. Capdevila es una de las principales expertas en la materia en España: Ha trabajado en este sentido como Consultora para el Ministerio de Medio Ambiente español y para el Consejo de Europa y es miembro de diversos grupos internacionales de trabajo, como el Grupo Especialista de Especies Invasoras (ISSG en sus siglas inglesas) de la UICN.

¿Cuántas especies invasoras hay en el mundo y en España?

En el mundo es casi imposible dar cifras. En España hay una base de datos que ha contabilizado 433 EEI, aunque probablemente haya más.

¿Por qué hay tan pocos datos?

Se debe a la falta de estudios en algunos grupos, como en el caso de los insectos.

¿Qué ha causado el aumento de estas especies?

En España, al igual que en el resto del mundo, se han producido introducciones de especies ajenas (alóctonas), tanto de modo voluntario como accidental, desde hace muchos años. Con los cambios en el transporte mundial a partir del siglo XX, la velocidad y distancia a la que se expanden estas especies no deja de incrementarse.

¿Qué consecuencias ecológicas negativas producen estas especies?

Las EEI son responsables de poner en peligro al 5,4% de las especies con algún grado de amenaza
Las consecuencias son diversas: depredación, tanto de animales como de plantas; competencia, tanto directa como aparente; hibridación, con las consecuencias de introgresión genética que se derivan; facilitación de invasión por parte de otras especies, tanto parásitos como animales o plantas; erosión por consumo de la vegetación, por pisoteo o por excavación; o introducción de enfermedades y parásitos. Según el Libro Rojo de la UICN de 2004, las EEI son responsables de poner en peligro al 5,4% de las especies con algún grado de amenaza (1.284 de 23.675), y son la primera o segunda causa de pérdida de biodiversidad.

¿Se ha calculado el daño económico?

Las especies invasoras pueden provocar importantes daños económicos al reducir la producción agrícola y ganadera, lo cual se traduce en grandes pérdidas económicas. Una evaluación reciente de los perjuicios causados anualmente por las EEI en pérdidas de producción, inutilización de infraestructuras, sanidad, cuarentenas, etc. ascienden a 241.000 millones de euros en Estados Unidos, a 117.000 millones en el caso de la India, o a 50.000 millones en Brasil. En Italia, por ejemplo, los gastos derivados de la presencia del coipú (también presente en España), en el año 2000, alcanzaron los 3 millones y medio de euros. El gasto acumulado en 6 años fue de unos 14 millones de euros. Se estima que la expansión de esta especie pueda llegar a causar un gasto anual de 9 a 12 millones.

¿Y en el caso de España?

En Estados Unidos, las pérdidas económicas por las EEI ascienden a 241.000 millones de euros anuales
Los costes económicos en España están siendo actualmente evaluados, aunque se sabe que determinadas especies como el jacinto de agua o del mejillón cebra ya han llevado consigo una inversión para su control/erradicación de varios millones de euros. El control y eliminación de la Malvasía canela y de sus híbridos en España supone una inversión en torno a los 60.000 euros cada año.

A pesar de la importancia de los daños, parece que tanto las instituciones como los ciudadanos no son conscientes y no se toman las medidas oportunas.

Hay organizaciones que intentan concienciar a la gente, realizando campañas de divulgación y sensibilización. Pero probablemente se debe hacer más hincapié en ello. En España se están haciendo diversas acciones: se está planteando una Estrategia Nacional para las EEI; se realizan programas de seguimiento, control y erradicación con diversas especies (el mejillón cebra, la malvasía canela, el jacinto de agua, carpobroto, etc.); se imparten seminarios sobre esta problemática; y determinadas comunidades autónomas ya trabajan en la realización de Estrategias Autonómicas de lucha contra las invasiones biológicas. Sin embargo, se deberían enfocar más los esfuerzos en la prevención, en la realización y aplicación de protocolos de análisis de riesgos y en reforzar la legislación para evitar ciertos vacíos legales en torno a su introducción y control.

¿De qué países deberíamos tomar nota?

Se deberían enfocar más los esfuerzos en la prevención, en la aplicación de protocolos de análisis de riesgos y en reforzar la legislación
Los países que se lo han tomado más en serio, con diferencia, son Australia y Nueva Zelanda, quizás por haber sufrido el efecto de las invasiones biológicas desde hace muchos años. Las medidas de estos países se basan en la prevención, instaurando sistemas de análisis de riesgos para evitar la introducción de nuevas EEI, una legislación muy fuerte y clara en esta temática, etc.

¿Hay algún registro de especies potencialmente peligrosas para España?

En España hay un listado preliminar de especies cuya erradicación tiene carácter de urgencia porque probablemente llegarán a ser grandes invasoras aunque todavía no lo muestren (hay un periodo de latencia en algunas especies antes de que se produzca la invasión), sobre todo porque ya han demostrado su carácter fuertemente invasivo en otros países donde han sido introducidas.

¿Podría citar alguna especie ahora desconocida que en los próximos años se pueda convertir en una invasora “famosa”?

Hay algunas especies que con bastante probabilidad lleguen a convertirse en grandes invasoras. Por ejemplo, el cangrejo chino de mitones (Eriocheir sinensis), el coipú (Myocastor coipus) o la almeja asiática (Corbicula fluminea).

¿Qué medidas habría que tomar para combatirlas y qué pueden hacer los consumidores en concreto?

En la mayoría de los casos, cuando una EEI ya invadió un área, suele ser extremadamente difícil y caro erradicarla; a veces incluso imposible. Por eso, la única arma efectiva es la prevención. En cuanto a los consumidores, pueden hacer muchas cosas:


  • Plantar preferiblemente especies autóctonas, ya que aunque muchas especies exóticas no son invasoras, las autóctonas ofrecen otras ventajas, proveyendo cobijo y alimento a la fauna nativa.

  • Evitar comprar mezclas de semillas, especialmente las denominadas “flores silvestres”, ya que muchas de estas mezclas contienen especies invasoras.

  • Evitar comprar mascotas exóticas, y en el caso de hacerlo, recoger y exigir toda la información sobre ella, lo que nos ayudará a cuidarla mejor e indirectamente a proteger el medio natural.

  • No consumir productos como la perca del Nilo, porque conllevan una destrucción del medio ambiente de donde provienen, además de una catástrofe social.

  • Si somos pescadores, limpiar bien nuestros aparejos de pesca y nuestro equipamiento.

  • Si viajamos, limpiar nuestras botas, que puede llevar semillas u otros organismos.

  • En resumen, informarnos sobre la problemática de las invasiones biológicas, compartiendo estos conocimientos con nuestros conocidos.

Hace unos días se informaba de que un arbusto amenazado en la península Ibérica se ha convertido en una plaga en los bosques de diversos países.

Hay que salvar las especies en peligro, pero no a costa de poner en peligro a otras
En estos casos, se debe solucionar la situación de la especie en su zona nativa. No se trata de luchar contra especies en peligro de extinción, sino contra la extinción de estas especies en su área nativa mejorando sus condiciones. Cada especie tiene su propia área de distribución natural, y cuando están en peligro de extinción, suele deberse a causas derivadas del ser humano. Es nuestro deber, por tanto, salvar a estas especies, pero no a costa de poner en peligro a otras. Hay otras formas de hacerlo.

¿Cuáles son las especies invasoras más peligrosas?

Hay muchas y es difícil decir cuál es más peligrosa, pues depende de muchos factores. El ISSG ha catalogado a 100 de las especies más dañinas del mundo. Dentro de éstas nos encontramos microorganismos (el virus Rinderpest, responsable de la peste bovina o el Plasmodium relictum, responsable de la malaria aviar); hongos (Aphanomyces astaci, responsable de la afanomicosis de los cangrejos autóctonos, o el Ophiostoma ulmi, responsable de la grafiosis del olmo); plantas acuáticas (la caulerpa o el jacinto de agua); plantas terrestres (acacia negra, chumbera, miconia o tamarisco); invertebrados (cangrejo chino, caracol manzana dorado, mosquito tigre, hormiga de fuego, etc.); anfibios (rana toro americana o sapo marino); peces (carpa, perca del Nilo o tilapia de Mozambique); aves (miná común); reptiles (culebra arbórea café) y mamíferos (ardilla gris americana, coipú, mangosta javanés, etc.).

Ya que parece un fenómeno imparable, ¿se podría hacer algo para que estas especies se acaben adaptando sin causar problemas?

Hay especies exóticas que se integran en nuestro ecosistema sin provocar daños, por lo que no son consideradas invasoras, sino introducidas. Una especie invasora provoca siempre un daño, aunque al cabo del tiempo puede llegar a integrarse en el ecosistema, pero éste ya habrá sido modificado por la citada especie invasora.

¿Cuáles son las principales formas de invasión?

Una especie invasora provoca siempre un daño, aunque al cabo del tiempo puede llegar a integrarse en el ecosistema
Hay dos formas principales de introducción de especies: de forma voluntaria o de forma accidental. La primera, denominada también intencional, son aquellas que se han producido de forma deliberada por el ser humano, ya sean autorizadas o no, de forma consciente y con fines determinados como producción de alimentos o madera, mejora del suelo, freno a la erosión, estabilización de dunas, razones estéticas (paisajismo), turismo, caza y pesca recreativa, alimento para animales en producción intensiva, control biológico, procesos industriales, abandono de mascotas o liberación masiva de animales en cautividad. Asimismo, con frecuencia se han producido introducciones intencionales con el pretexto de programas de recuperación de especies o de refuerzo de poblaciones, o para llenar hipotéticos “nichos vacíos” o como “sustitutos ecológicos” de especies desaparecidas, lo que se ha aprovechado para justificar por ejemplo introducciones de cangrejos de río alóctonos.

¿Y la forma accidental?

Resultan del “uso” que una especie hace del ser humano y sus sistemas de transporte: cargamentos de productos agrícolas, madera, flores, plantas y semillas; cascos de embarcaciones o interior de aviones, así como toda clase de vehículos, equipos, ropa, calzado, etc; descarga de lastre sólido (tierra y piedras) y de agua; abatimiento de barreras geográficas por obras de ingeniería; materiales de embalaje, etc.

Por otra parte, cuando hay suficiente información sobre las vías de introducción accidental y no se toman las medidas necesarias, la introducción debe considerarse negligente, ya sea porque no se han meditado las consecuencias de la liberación, o porque no se han puesto las medidas para evitar el escape. Entre ellas, se pueden señalar los escapes de granjas (peleteras, ranicultura, etc.), zoológicos, piscifactorías, acuarios, etc; el desecho de plantas ornamentales; o la quiebra o cierre de explotaciones con fauna alóctona (granjas peleteras, parques de fauna, piscifactorías, ranifactorías, etc.).

Además de las especies invasoras “naturales”, algunos expertos hablan de los peligros de los seres vivos creados o manipulados por el ser humano.

Cuando hay suficiente información sobre las vías de introducción accidental y no se toman las medidas necesarias, la introducción debe considerarse negligente
El grave problema de estas especies, sobre todo las plantas comerciales como el maíz, es que suelen incluir modificaciones genéticas que hacen que no sea necesario el uso de herbicidas ni les afecten las plagas naturales. Este hecho lleva consigo que el suelo donde son plantadas queda contaminado (así no crecen malas hierbas, pero tampoco otras especies vegetales) y no podrán crecer otras especies nativas. Más que a nivel ecológico, es un gran riesgo futuro a nivel económico y social.

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube