Miles de estudiantes de academias de inglés se quedan sin clases por la crisis que atraviesa el sector

Oxford English ha sido la última de las grandes escuelas de idiomas en cerrar sus puertas al público
Por EROSKI Consumer 19 de enero de 2003

No son buenos tiempos para el sector de la enseñanza de idiomas. La caída de la demanda -tímida, aunque constante desde finales de 2001- y el exceso de oferta, sumado a la agresiva competencia entre algunas de las compañías hegemónicas, han provocado la caída en cadena de las firmas que se reparten el negocio en España. Opening, Brighton y Oxford han sido las víctimas, dejando a miles de estudiantes en la calle. Wall Street se mantiene en la cuerda floja con muchas restricciones.

Cataluña, la comunidad más afectada por la crisis del sector, ha acusado muy directamente los efectos de esta oleada de cierres. Desde el pasado noviembre, en esta comunidad se han formalizado cerca de 2.000 despidos y unos 10.000 alumnos se han quedado sin clases.

Opening, filial del Grupo CEAC, se declaró en quiebra hace sólo seis meses. La noticia desató la alarma en el sector al tratarse de una de las empresas con mayor expansión y cuya solvencia nunca se había puesto en entredicho. En poco más de cinco años, esta conocida red de academias de inglés, que se creó en el año 1996, puso en marcha 150 centros, repartidos por toda España. El endeudamiento de la empresa, altamente capitalizada, sumado a una nefasta gestión, abocaron a esta academia a la ruina. Fuentes próximas al sector aseguran también que la encarnizada competencia que mantuvo siempre con su rival más directo, Wall Street -que por el momento resiste, aunque con un duro plan de reestructuración-, agudizó su irreversible crisis.

Opening suspendió pagos a finales del pasado julio, concretamente el día 29. Su abrupta desaparición, dejó sin clases a más de 80.000 alumnos, que quedaron totalmente desamparados y embarazosamente amarrados a un crédito bancario. La situación de vulnerabilidad de este colectivo sembró la desconfianza entre los consumidores y la sociedad en pleno se volcó en el problema. Cuando los ánimos parecían calmarse, en la segunda semana de octubre, irrumpió la crisis de Brighton, mucho más virulenta. Sin previo aviso, los empleados llegaron un lunes a su puesto de trabajo y se encontraron colgado el cartelito de «se suspenden las clases indefinidamente».

El cierre de la compañía condujo a su propietario, Alfredo Ibáñez, a prisión. Se le acusaba de un delito de estafa. En este caso los alumnos afectados fueron cerca de 5.000. La desaparición de Brighton dejó claro que los consumidores tienen motivos de sobra para desconfiar. La última de las quiebras, la más reciente, ha sido la de la red de academias Oxford English School. El pasado día 15 de enero, la empresa confirmó ante un juzgado de Barcelona su situación de quiebra voluntaria, que supone el cierre definitivo de los 18 centros que tiene la compañía en toda España. En total, 4.500 alumnos se han quedado sin cursos y cerca de 140 empleados sin trabajo. Esta red de academias de inglés mantenía cuatro centros en Barcelona, uno en Sabadell, Terrassa, Premiá de Mar, Viladecans, Sant Boi de Llobregat, Castelldefels, L´Hospitalet de Llobregat y Badalona. En total 12, a los que se les tienen que sumar otro en Valencia y 5 en Madrid.

Las tres comunidades autónomas afectadas por el cierre de las academias -Cataluña, Madrid y Valencia- han iniciado diligencias previas a un previsible expediente sancionador a estos 18 centros. En Cataluña, el cierre de Oxford afecta a 3.500 estudiantes, más 1.500 en Madrid y 200 en Valencia.

La Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios (Ausbanc) apuntó la pasada semana la necesidad de que los alumnos que pagan al contado y por adelantado unos cursos sean considerados acreedores preferentes. Esto supondría que los estudiantes, en caso de quiebra, recibirían la cantidad adelantada y por la que no recibirían servicio, de forma prioritaria. Ausbanc también pidió que las academias tuvieran un seguro para que en caso de quiebra los alumnos que pagaron al contado se les devolviera su dinero.

El cierre de estas tres grandes academias confirma que el sector de la enseñanza de idiomas se tambalea. Quedan otras firmas de prestigio que resisten la embestida. Este es, por ejemplo, el caso de Wall Street, que para mantenerse ha tenido que aceptar un duro plan de reestructuración que contempla el cierre de cinco de sus centros y la presentación de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para el 10% de su plantilla.

Por otra parte, la oleada de crisis en el sector de las academias de idiomas ha movilizado al mundo sindical. Las centrales mayoritarias activaron desde la caída de Opening un dispositivo de ayuda a los afectados, tanto alumnos como profesores. A estas iniciativas se sumaron también la de asociaciones de usuarios y de determinadas administraciones.

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