¿Cuánto cuesta opositar?

El gasto puede alcanzar varios miles de euros, según el puesto al que se desee acceder y el método de estudio
Por Laura Caorsi 12 de septiembre de 2008
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Imagen: sanja gjenero

Presentarse a unas oposiciones supone un esfuerzo sostenido de entre nueve meses y tres años en el que el gasto puede oscilar desde unos pocos euros hasta varios miles, dependiendo de las aptitudes del aspirante, el puesto al que quiera acceder y el método de estudio que elija.

Acceder a un puesto de trabajo público

Las oposiciones son la vía principal para acceder a un empleo público. Si bien en ocasiones se utiliza el concurso para evaluar los méritos de los aspirantes, el método más habitual para obtener un puesto en la Administración es el de la oposición, que consiste en la realización de un examen que determine la capacidad y la aptitud de quienes se presentan y fije su orden de ingreso según la puntuación obtenida. Esta prueba (o pruebas, pues en algunos casos hay más de una) mide a todos los aspirantes bajo los mismos criterios y garantiza así que el acceso al puesto de trabajo se dé en condiciones de igualdad, mérito y capacidad. El sistema es sencillo, lo difícil es obtener una plaza, ya que los opositores superan ampliamente el número de puestos vacantes. Las cifras no mienten. En 2008, la Administración española ha abierto 35.895 “huecos”, pero se calcula que, anualmente, se presentan unas 500.000 personas para cubrirlos. Esto significa que, por cada nuevo funcionario, casi 14 aspirantes quedan fuera.

Por cada nuevo funcionario, casi 14 aspirantes se quedan fuera

Hay que tener en cuenta que el tiempo y el dinero invertido en conseguir una de estas plazas varía en función del puesto, las aptitudes del aspirante y el método que elija para preparar el examen de ingreso. No es lo mismo presentarse a un puesto que no requiera formación universitaria o conocimientos específicos que intentar acceder a un cargo de responsabilidad para el que se exijan idiomas o estudios superiores. Tampoco es igual el desempeño de tareas administrativas que ser miembro de algún cuerpo de seguridad del Estado, pues en este último caso, además de los conocimientos teóricos, se requieren aptitudes físicas. Por tanto, las aptitudes intelectuales, la dedicación y las propias circunstancias personales inciden directamente en el tiempo que les ocupa la preparación de una prueba.

¿Estudiar en academia o por libre?

No obstante y pese al amplísimo abanico de situaciones, sí pueden sacarse algunas ideas en claro. Por ejemplo, que hay dos maneras de preparar a unas oposiciones: con ayuda de una academia o sin ella, y que esta última es más barata que la primera. Aunque el coste de los materiales de estudio y libros de texto aumenta o disminuye según la complejidad del examen, su valor es significativamente más reducido que la matrícula en una academia. Por citar algunas cifras concretas, los materiales necesarios para presentarse a un puesto de auxiliar administrativo cuestan alrededor de 120 euros, los requeridos para guarda forestal, 95 euros; los de oficial electricista, 70 euros y los de trabajador social, unos 80 euros en total. La cantidad de libros de texto -y por tanto, su coste- puede variar con las exigencias específicas del organismo donde se ofrece el puesto. Lo cierto es que hay por lo menos dos volúmenes comunes a todas las oposiciones: la Constitución Española y La Nueva Regulación del Empleo Público.

Prepararse con la ayuda de expertos supone, en promedio, un desembolso de 2.000 euros

En teoría, es posible presentarse a unas oposiciones sin gastar dinero o invirtiendo unos pocos euros. Tanto la Constitución como el Estatuto del Empleado Público están disponibles gratuitamente para todo aquél que quiera leerlos, ya sea a través de Internet o del Boletín Oficial del Estado. En cuanto al resto de los textos específicos para cada oposición, su coste puede abaratarse al adquirirlos de segunda mano.

Sin embargo, que sea posible no quiere decir que sea lo más frecuente o recomendable. La mayor parte de los opositores compra textos que incluyen contenidos extra, como ejercicios prácticos, cuestionarios, manuales de dudas o explicaciones más claras. También es normal buscar las últimas ediciones, los textos más actualizados y algunas guías que, si bien no son obligatorias, pueden ayudar a superar una oposición, como las que ofrecen técnicas de estudio o ejercicios de memoria. Pero, incluso así, con todos estos aditamentos, el opositor no gastará más de 200 euros en materiales.

El asunto es que, salvo excepciones, las posibilidades de éxito son menores que las que tendría al prepararse con ayuda especializada. No en vano, numerosas academias repartidas por toda España ofrecen cursos específicos que, además de incluir en el precio todos los libros de texto necesarios, brindan valores añadidos o de diferenciación para que la persona destaque entre los demás aspirantes y tenga más posibilidades de hacerse con el puesto que desee. La labor que se desarrolla en estos centros de estudio, así como una oferta de cursos cada vez más afinada y precisa, demuestra que la expresión “opositor de profesión” ha dejado de ser una frase hilarante para convertirse en un tema muy serio y, además, costoso. Porque, más allá de que unas academias sean más asequibles que otras, o de que unos cursos sean más caros que otros dentro del mismo centro, prepararse con la ayuda de expertos supone, en promedio, un desembolso de 2.000 euros.

Invertir tiempo, aprender trucos

Invertir tiempo, aprender trucosAunque variadas y numerosas, las academias que preparan a los aspirantes coinciden en que no hay fórmulas mágicas para colocarse el primero en la lista y acceder a un empleo público. De hecho, la principal responsabilidad recae en el opositor y no en el centro de estudios, pues las técnicas y estrategias que se imparten, por sí solas, no servirían para nada. El esfuerzo y la dedicación de la persona es la base y, como tal, también supone unos costes. Al margen del desembolso económico, presentarse a unas oposiciones requiere otro tipo de inversiones y renuncias. Y la primera de ellas es el tiempo. ¿Cuánto se tarda, de media, en alcanzar los conocimientos necesarios para acudir preparado a la prueba? Lo mínimo, según indican varias academias, son nueve meses o un año; un periodo que puede extenderse hasta los dos o tres años, dependiendo de la facilidad de aprendizaje, la complejidad de la prueba y las horas diarias que se dediquen a estudiar.

De ahí que los cursos tiendan cada vez más a impartirse de un modo personalizado. “La apuesta por la formación abierta tiene varias razones”, explica Manuel Fandos, profesor de academia. Por un lado, no todas las personas son iguales; hay opositores que trabajan a tiempo completo en el sector privado, o que tienen hijos o mayores a su cargo, y otros que trabajan a tiempo parcial o que están desempleados y viven con sus padres. En estos casos, la flexibilidad horaria resulta imprescindible. Por otro lado, el modelo tradicional de un aula con varios compañeros de clase, en estos casos, no funciona. Según describe el profesor, “si un opositor se prepara en una sala junto a otros 19, no los verá como compañeros, sino como enemigos, pues sabe de antemano que no hay plazas para todos y que deberán competir. La situación que se genera es muy tensa”.

El tiempo mínimo de preparación oscila entre nueve meses y un año, pero suele extenderse hasta tres

A su vez, el ritmo de aprendizaje es diferente para cada persona. Por eso los cursos a medida permiten que cada opositor se centre en aquello que más le cuesta o necesita mejorar. Asimismo, posibilitan que los preparadores sigan de cerca la evolución del aspirante. Por supuesto, hay una tarea que no evita ninguna escuela: sentarse y estudiar, algo que se hace en solitario. Sin embargo, las academias ofrecen técnicas de estudio y relajación para amenizar la faena. Muchas de ellas también realizan simulacros de examen, ayudan al opositor a mejorar su comunicación gestual si debe enfrentarse a una prueba oral y hacen hincapié en las tan habituales (y temidas) “preguntas con trampa”, que pueden dejar fuera de carrera al opositor más abnegado.

Los cursos “baremables”

Para acceder a algunos puestos públicos se utiliza un sistema mixto de selección que combina las características de la oposición con las del concurso. En estos casos, tan importante como la prueba en sí son los méritos anteriores del aspirante, pues colocarse en el primer lugar de la lista se consigue gracias a la suma de puntos de ambas instancias. De base, una persona está habilitada para concursar cuando dispone de la titulación académica que se necesita para desempeñar el puesto. No obstante, cuando todos los aspirantes tienen la misma formación profesional, se valoran otros méritos que suman puntos y, por tanto, marcan la diferencia. Aquí es donde entran en juego los llamados cursos “baremables”, que son aquellos méritos que la Administración tiene en cuenta como valor curricular y que puntúan.

La mayor parte de los cursos “baremables” no suponen un gasto superior a 150 euros

Estos cursos “baremables” se apoyan en la idea de que los funcionarios deben actualizar su formación para desempeñar sus tareas lo mejor posible; algo deseable en todos los sectores e imprescindible en algunos, como el sanitario. La cuestión es que, además de servir a este propósito, los cursos son también un valor añadido en el currículo del aspirante. En este sentido, si el proceso de selección es mixto, habrá que considerar también los costes que implica realizar uno o más de estos cursos pues, aunque hay algunos gratuitos o subvencionados, la inmensa mayoría son de pago. La cuantía, claro está, dependerá de la cantidad de cursos que se sigan, la duración de los mismos, la academia que se elija y el diploma obtenido.

Dejando a un lado los que son gratuitos, el rango de precios es muy amplio, ya que va desde 40 a 9.000 euros. Entre los más baratos se hallan, por ejemplo, los cursos básicos de idiomas o los que mejoran la eficiencia de un operario, como el de manipulador de alimentos. En el otro extremo se colocan los másters y postgrados, de mayor duración y complejidad y, muchas veces, presenciales. Algunos de los más caros son el máster en Gestión de Proyectos Tecnológicos -cuya matrícula ronda los 8.900 euros-, el máster en Dirección de Empresas y Gestiones Turísticas -unos 5.700 euros-, y el curso de Técnico de Grado Medio en Cocina, que cuesta casi 6.000 euros y supone 2.400 horas. Aun así, la mayor parte de los cursos “baremables” no supera los 150 euros.

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