El acoso escolar ha descendido significativamente pero no termina de desaparecer, según concluye un informe del Defensor del Pueblo que fue llevado ayer al Parlamento semanas después de darlo a conocer al público.
El estudio, titulado «Violencia Escolar: el maltrato entre iguales en la educación secundaria obligatoria 1999-2006» demuestra «una clara disminución de la incidencia del maltrato especialmente en aquellas conductas violentas más frecuentes y menos graves», dijo Enrique Múgica.
En el capítulo de insultos, el porcentaje de víctimas ha pasado del 39% del estudio anterior al 27%, en torno a medio millón de alumnos. Otra forma de maltrato verbal, como poner motes ofensivos, se ha reducido en proporción similar, del 38% al 27%. Ignorar o hacer el vacío, ha pasado del 14,2% al 9,5%, y esconder cosas a la víctima, del 22% al 16%. Por su parte, el «ciberbullying» (acoso a un compañero a través de Internet y el teléfono móvil) no pasa del 5%, aunque los casos conocidos adquieran mucha notoriedad.
En conductas más graves, aunque también más minoritarias, el descenso ha sido más leve. Las amenazas pasan del 9,8% anterior al 6,4% actual, y el acoso sexual, del 2% al 0,7%. Los agresores son, tanto ahora como entonces, preferentemente chicos, aunque las maledicencias son más habituales entre las féminas.
Los primeros cursos de Secundaria concentran mayores tasas de maltrato y de acoso escolar, y en el caso de los profesores, casi la mitad dice que los alumnos se meten a veces con ellos, y un 18% ha sido ya testigo de esas conductas.
Por otro lado, los alumnos inmigrantes son «ignorados» por sus compañeros en una proporción del 20%, el doble que sus compañeros autóctonos, y son víctimas también en mayor medida de amenazas con armas, un 1,9%, frente al 0,4% de los nacionales.
Para atajar la violencia y el maltrato en las aulas, Múgica apuesta por mejorar el conocimiento del problema, involucrar en la prevención a todos los agentes implicados, y dotar de los medios y recursos necesarios a la comunidad educativa.