Perro y bebé: cómo conseguir una buena aceptación

La experiencia de crecer con un perro resulta muy positiva para los niños, según los expertos
Por Carolina Pinedo 30 de enero de 2012
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Imagen: Dan Harrelson

La llegada de un bebé a una casa donde hay un perro suele crear muchas dudas a los futuros papás. Sin embargo, con unas sencillas pautas, la llegada del bebé no tiene por qué suponer un problema. La experiencia para el niño o niña de crecer con un perro será única y muy satisfactoria.

Un bebé en casa implica muchos cambios en la vida familiar. El niño o niña absorberá mucho tiempo, lo cual implica que el perro pasará a un segundo plano. Sus dueños le podrán dedicar menos tiempo y este es uno de los aspectos que el animal notará más.

Un aspecto importante a considerar es la correcta posición jerárquica que ocupa el perro en la familia, para evitar problemas de conducta en el animal. El perro siempre ocupa el último escalafón, en este caso detrás del bebé.

La correcta posición jerárquica que ocupa el perro en la familia es fundamental para evitar problemas de conducta en el animal
Debe estar educado para obedecer órdenes básicas como: ven, siéntate o quieto.

La correcta socialización es muy importante para que el perro se sepa relacionar y compartir espacio con personas y otros animales. Y aunque así sea, la relación entre niño y perro debe estar supervisada por un adulto siempre.

El perro debe estar pendiente de sus dueños y no al contrario.

Los perros saben cómo captar la atención de sus dueños, pero hay que enseñarles que tienen lo que demandan no cuando ellos quieren, sino cuando sus dueños consideren que es el momento adecuado. El perro tiene que adaptarse a los nuevos cambios y necesidades del bebé, pero lo dueños deben intentar equilibrar el cuidado del bebé y del perro, que necesitará sus tres paseos diarios, atención veterinaria, cariño y juegos.

¿Problemas de aceptación?

En caso de que hubiese problemas de aceptación, que en casa no se pueden resolver, puede acudir a un experto en comportamiento canino o adiestrador, pero si el animal está bien socializado, educado y en casa hay una jerarquía adecuada, en la que él ocupa el último lugar, no tiene por qué haber problemas. De hecho, es conmovedor ver las tiernas relaciones de amistad que mantienen los más pequeños de la casa con sus perros. Una relación basada en la espontaneidad y en un cariño que se transmite sin palabras.

Ya llegó el bebé

El perro detecta y capta los cambios en su dueña desde la gestación de su bebé. Cuando nace el niño, se puede dedicar menos tiempo al perro, así que durante el embarazo conviene aprovechar para reajustar la situación hacia los cambios que se producirán en casa. Conviene que el perro se acostumbre a los utensilios del bebé: cuna, pañales, muñecos, ropa. De esta manera, le llamarán menos la atención cuando llegue el bebé. Cuando el recién nacido llega a casa, hay que dejar que se acerque a él con naturalidad, sin nervios, pero con supervisión.

Conviene que el perro se acostumbre a los utensilios del bebé: cuna, pañales, muñecos, ropa
El perro no debe percibir que se le considera un peligro potencial para el bebé, sino como su compañero, al que no hay que apartar ni discriminar, sino integrar con el resto de la familia.

El perro llega detrás del bebé

Si se toma la decisión de tener un perro en casa, cuando ya llegó el bebé, es un buen momento para tener en cuenta factores como: -Elegir una raza o un perro mestizo que tenga un carácter tranquilo, apacible y paciente. -Las perras suelen ser mejores compañeras para los niños que los perros machos. Ellas son más pacientes y les gusta más la compañía y los juegos con los más pequeños.

El niño crece

A medida que el niño crece, hay que enseñarle cómo acercarse y tratar al perro. Debe considerarle como un compañero de juegos al que respetar. El niño no puede confundir al perro con un juguete. Tiene que entender que es un ser vivo dependiente de su familia humana. Hay que explicarle las obligaciones diarias que conlleva tenerlo en casa: pasearle, llevarle al veterinario, ocuparse de su comida, cepillarle. El niño, según la edad que tenga, debe participar en estas responsabilidades para que comprenda que un perro no es un capricho y que su tenencia implica sacrificios.

Consejos
  • Hacer partícipe al perro de la feliz noticia. Dejar que se acerque a la ropa, cuna, silla de paseo o peluches del bebé.

  • El perro debe ocupar el último escalón en la jerarquía familiar, detrás del bebé.

  • Cuando el niño llega a casa, dejar que el perro se acerque a explorarle y olerle.

  • A medida que el niño crece explicarle cómo relacionarse con el perro. Cuando sea más mayor implicarle en las tareas de cuidado del animal.

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