Coches de hidrógeno

Los expertos aseguran que en unos pocos años se generalizarán estos vehículos, cuyos prototipos circulan ya por las carreteras sin generar contaminación
Por Alex Fernández Muerza 22 de enero de 2007

En la actualidad, unos 500 prototipos de coche de hidrógeno circulan por el planeta. Se trata de una apuesta cada vez más firme de los principales fabricantes: BMW y su Hydrogen7, Honda y su FCX, Mazda y su RX8 Hydrogen RE, Mercedes y su NeeCar, Opel y su Hydrogen3, Ford, Toyota, etc. Hasta el gigantesco todoterreno norteamericano Hammer tiene su propia versión.

Podrían evitar hasta 6.400 muertes cada año sólo en Estados Unidos, al reducir la contaminación y el cambio climático
El funcionamiento de estos automóviles se basa en las pilas de combustible, que transforman la energía química del hidrógeno en energía mecánica, eléctrica o térmica, aprovechándola de manera más eficiente que los motores convencionales y produciendo vapor de agua como residuo inocuo. Según estudio de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, si sustituyeran a los actuales coches, podrían evitar hasta 6.400 muertes cada año sólo en Estados Unidos, gracias a la reducción de la contaminación y del cambio climático.

Los expertos del sector aseguran que su producción en serie comenzará en 2010, y su precio se reducirá ostensiblemente al llegar a las cadenas de montaje, de manera que en 2020 podrían ser la opción mayoritaria en el mercado. Por su parte, otras fuentes son más cautas y retrasan esta fecha hasta 2050, conscientes de las dificultades.

Para empezar, se trata de un gas muy inestable y explosivo que debe conservarse a unos 253 grados bajo cero o a una presión muy alta. No obstante, los fabricantes de estos sistemas han hecho pasar a sus desarrollos por pruebas muy severas, disparos de bala incluidos, y aseguran que no son más peligrosos que los actuales motores de gasolina. De hecho, además de los coches prototipo mencionados, hay varios autobuses, submarinos y cohetes en funcionamiento, y hasta los trasbordadores espaciales de la NASA utilizan este sistema. Asimismo, muchas compañías aeronáuticas como Boeing o Smartfish están probando aviones con hidrógeno.

Otro problema a superar es el de la capacidad de almacenaje: Un depósito del tamaño de los actuales proporciona una autonomía muy inferior al de un coche convencional. Por ello, algunos expertos consideran a los vehículos híbridos, con un motor de combustión tradicional y otro eléctrico de hidrógeno, como una opción de transición.

Además de los desafíos tecnológicos, el principal reto de sus fabricantes es volverlos asequibles para el gran público, y desarrollar una infraestructura de repostaje y mantenimiento de los vehículos. En este apartado, el apoyo institucional es básico, como ha reconocido la responsable europea de Medio Ambiente, Margot Wallström.

Algunos países como Estados Unidos, Japón o Canadá están tomando la delantera a la Unión Europea (UE). El caso más ejemplar es el de California: Su gobernador, el ex actor Arnold Schwarzenegger, ha presentado el proyecto «autopistas de hidrógeno», para construir en este estado norteamericano 200 «hidrogeneras», o estación de surtidores, para 2010.

En 2002, se abrió en Las Vegas la primera «hidrogenera» y poco a poco otras ciudades del mundo siguieron su ejemplo. Madrid invirtió 1,8 millones de euros en instalar la suya en 2003, aunque sólo para los autobuses urbanos prototipo. Se trata por tanto de una inversión muy costosa, aunque menos de lo esperado: Según un estudio la consultora energética e4tech y el Colegio Imperial de Londres, la UE podría permitirse la construcción, en los próximos 15 años, de una red de 2.800 estaciones de hidrógeno por 3.500 millones de euros, dando acceso a una tercera parte de la población.

También puede ser contaminante

En cualquier caso, conviene precisar que el hidrógeno no es una fuente de energía, sino un vector que permite acumular energía de una fuente. Por ello, es el compañero ideal de las renovables, cuyo principal inconveniente es precisamente su dificultad de almacenamiento energético. Por ejemplo, California obtendrá el gas a partir de energías ecológicas como la solar o la biomasa.

No obstante, por este mismo motivo, el hidrógeno también puede ser contaminante. Mediante diversos sistemas, puede ser obtenido a partir de la energía nuclear y de los combustibles fósiles, como el petróleo, el carbón o el gas natural, siendo esta última la opción más barata hoy día. Así, no es extraño que el presidente de Estados Unidos, George Bush, férreo defensor del lobby petrolero, apueste por el hidrógeno. En este sentido, en Bruselas ya se plantean etiquetarlo para saber su procedencia y saber así si es o no ecológico.

Sus detractores también recuerdan que muchas de las pilas de combustible actuales precisan platino, cuya producción, normalmente en minas a cielo abierto, es muy cara y contaminante.

A pesar de sus inconvenientes, los expertos consideran al hidrógeno un serio candidato a entrar en las vidas de los consumidores en los próximos años. Los más optimistas creen que puede ser la base para el triunfo definitivo de las energías renovables, y con ello, el acceso mundial a la energía, eliminando los problemas económicos y políticos causados por los combustibles fósiles.

De los orígenes a las pequeñas centrales caseras

En 1807, el inventor hispano-francés François Isaac de Rivaz diseñó el primer motor de combustión interna, cuya primera versión, desechada finalmente, utilizaba hidrógeno y oxígeno. En 1839, el inglés William Grove, jurista de profesión y físico de vocación, desarrolló los primeros prototipos de lo que denominó “batería de gas”, base de las actuales pilas de combustible. La idea gustó mucho a Julio Verne, que incluyó en sus libros vehículos movidos por hidrógeno. En el siglo XX, a mediados de los 80, BMW presentaba un prototipo de hidrógeno de su primera generación de la Serie 7.

Las pilas de combustible pueden convertirse además en pequeñas centrales eléctricas móviles. Algunos expertos consideran que este hecho podría acabar con el actual sistema de distribución de la energía: Los consumidores no necesitarían conectarse a la red eléctrica, sino a sus coches de hidrógeno, que podrían ser recargados en las hidrogeneras o incluso a partir de los sistemas de energía renovable instalados en las propias viviendas. Tanto la industria militar como la civil estadounidense, y en particular los californianos, tras los constantes apagones sufridos, se lo están tomando cada vez más en serio.

Asimismo, el diseño de los coches cambiará completamente: Motores silenciosos; carrocerías “intercambiables”, como un modelo de Honda para evitar adquirir un nuevo coche; o salones de belleza rodantes, como un prototipo de General Motors que incluye secadores, jacuzzis o rayos uva.

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