Bioacumulación

Las sustancias químicas tóxicas presentes en el ambiente acaban acumuladas en los seres vivos
Por Alex Fernández Muerza 3 de febrero de 2006
Img bioacumulacion
Imagen: opclibra

Los productos químicos dispersos en el medio ambiente acaban siendo almacenados en el tejido graso de los organismos vivos. La bioacumulación se produce cuando estos productos son trasmitidos a lo largo de la cadena alimenticia, por lo que acaban siendo acumulados, llegando a producirse concentraciones miles de veces superiores a la cantidad inicial que se encontraba en el ambiente. Por ello, el ser humano, que se alimenta de otros seres que se encuentran por debajo suyo en la cadena alimenticia y que han acumulado en sus organismos estas sustancias, absorbe grandes concentraciones de productos que tardan años en disolverse y que pueden conllevar graves riesgos para la salud.

Desde hace más de medio siglo, el ser humano viene produciendo toda una serie de productos químicos para multitud de aplicaciones, hasta llegar a convertirse en muchos casos en productos imprescindibles para la vida cotidiana. Desgraciadamente, algunas de estas sustancias tienen efectos contraproducentes para el medio ambiente y la salud. Un claro ejemplo de ello son los pesticidas, conocidos también como plaguicidas, insecticidas o biocidas, unas sustancias que han reportado enormes beneficios a la agricultura o en la lucha contra enfermedades transmitidas por insectos, como el paludismo, la fiebre amarilla o el dengue. El desarrollo de la industria química ha permitido el desarrollo de pesticidas con un alto grado de eficiencia y a precios asequibles, de manera que son utilizados en todo el mundo. De hecho, se han encontrado importantes cantidades de insecticida en la grasa de animales como el oso polar o el pingüino, los cuales habitan en lugares tan distantes y extremos como el Ártico y la Antártida, respectivamente.

En este sentido, todos los ciudadanos están expuestos a un gran número de sustancias químicas, de las que sólo un 2% han sido evaluadas científicamente de una manera rigurosa. Se calcula que cada día las personas ingieren unos 2.000 miligramos de sustancias químicas tóxicas.

Se calcula que cada día las personas ingieren unos 2.000 miligramos de sustancias químicas tóxicas
las cuales en cantidades superiores serían letales, produciendo gran variedad de enfermedades y malformaciones. Además de los alimentos, las sustancias tóxicas se encuentran en cualquier lugar, incluidas las viviendas o los lugares de trabajo.

Asimismo, otras sustancias, como metales pesados o hidrocarburos acaban también siendo acumulados por los organismos acuáticos. Por ello, pueden encontrarse concentraciones muy altas de estos elementos químicos en los seres vivos marinos, a pesar de que dichas sustancias se hallen muy diluidas en el agua o acaben desapareciendo. Así, las mareas negras dejan secuelas que pueden llegar a durar años. En el caso del «Prestige», un informe de la organización ecologista WWF/Adena indica que existen altas posibilidades de bioacumulación por el hidrocarburo derramado.

Por otra parte, el ser humano no es el único que crea productos químicos tóxicos. Las plantas que se ingieren habitualmente producen toda una serie de toxinas de manera natural como método de defensa contra hongos, insectos y otros animales. En definitiva, casi todos los productos químicos que se consumen son de origen natural, de los que sólo una pequeña porción ha sido convenientemente analizada. Sin embargo, los posibles riesgos que estos pesticidas naturales pueden tener se compensan por los grandes beneficios que tiene una alimentación rica en frutas y verduras.

Control de los productos químicos

En 1962 Rachel Carson publicaba “La primavera silenciosa”, un libro que para algunos autores marcó el comienzo del movimiento ecologista moderno. La obra denunciaba la contaminación química generalizada que la naturaleza y los seres humanos como parte de ella vienen sufriendo, y ya alertaba en aquel entonces de la escasa o nula investigación que se realiza sobre los productos químicos, algo que puede traer consecuencias indeseables para las generaciones futuras.

En la actualidad el control de la industria química es uno de los aspectos más delicados para las instituciones, que tienen que buscar el equilibrio entre las ventajas y los inconvenientes que estos productos tienen en la salud y el medio ambiente. En 2003, la Comisión Europea propuso el denominado sistema REACH , acrónimo en inglés de Registro, Evaluación y Autorización de Sustancias Químicas, cuya aprobación está prevista para este año 2006, y del que se espera que permita un mayor control de los productos químicos, aunque la industria del sector ha tratado de limitar su efecto.

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