Aprender a esquiar

Los monitores no recomiendan iniciarse en esta práctica hasta los ocho años, aunque los médicos aseguran que el aparato motriz está preparado a los cinco
Por Azucena García 9 de mayo de 2006

¿Qué edad es buena para aprender a esquiar? La respuesta varía según quien la formule. Mientras los médicos afirman que el aparato motriz de un niño está preparado para desarrollar capacidades complejas a partir de los 5 años, los monitores de esquí advierten de que no es hasta los ocho o nueve años cuando un niño tiene las capacidades suficientes para aprender, y reprochan a los padres que fuercen a sus hijos para que se inicien cuanto antes. Además, insisten en la importancia de que el niño porte el equipamiento adecuado, igual que el de los adultos, y recalcan la necesidad de que éste se mantenga en buen estado y adaptado a la edad, la altura y el peso del pequeño. De todo ello dependerá que el niño no se lesione o reduzca las consecuencias de un posible accidente, en el que el casco es la pieza clave, llegando a disminuir en un 60% las heridas en la cabeza. Para evitar estos posibles accidentes, se recomienda acudir por primera vez a las pistas en épocas en las que no están llenas, fuera de temporada como los meses de mayo y junio.

A qué edad empezar

Determinar la mejor edad para comenzar a esquiar es difícil. Médicos y monitores no se ponen de acuerdo sobre este asunto. Por un lado, los profesionales de la medicina aseguran que el desarrollo motriz idóneo suele llegar entre los tres y cinco años, mientras los segundos advierten de que la mejor edad para lanzarse a las pistas de nieve no se alcanza hasta cumplir los ocho o nueve años. De hecho, el director de la Escuela de Esquí de Formigal (Pirineo Aragonés), Antonio del Cacho, asegura que es el “afán de los padres” por que sus hijos aprendan a esquiar la causa principal de que los pequeños acudan a clases desde bien temprano, aunque, insiste, “la edad ideal es ocho o nueve años porque aprenden en un día lo que cuando tienen cuatro aprenden en una semana”. “Hay una clara distinción entre un niño de cuatro años y uno de ocho o nueve, ya que este último aprende muy rápidamente porque tiene una capacidad física e intelectual mucho más preparada. Lo que ocurre es que los padres se precipitan y llegan a las escuelas de esquí muchísimos niños con cuatro años”, aclara.

Por su parte, Jordi Sapena Grau, del Servicio de pediatría del Centro médico Teknon, reconoce que “hasta los cuatro años de vida no se empiezan a desarrollar las capacidades motrices complejas”, pero estima que a partir de los cinco años la mayoría de los niños pueden empezar a desarrollar técnicas motrices complejas e iniciarse en la práctica de algunas actividades deportivas. “Hasta entonces, -continúa- se encuentran en una fase de conocimiento y control de su propio cuerpo y de la relación de éste con su entorno, y no es el momento adecuado para el inicio de las actividades deportivas propiamente dichas, como el esquí”. En concreto, para los más pequeños, existen otras alternativas adaptadas a los primeros contactos con la nieve, como son los denominados jardines de nieve. Pocas estaciones de esquí carecen de este tipo de instalaciones, en las que, según Del Cacho, se aprenden valores necesarios para compartir en la pista. “En las escuelas de esquí no sólo pretendemos que el niño aprenda a esquiar, sino que intentamos infundirles también el espíritu deportivo, el contacto con la naturaleza y la camaradería con los demás compañeros”, señala el monitor, quien considera que ésta es la mejor elección para los más jóvenes, puesto que, agrega, “para un niño de cuatro años supone un gran esfuerzo llevar unas botas rígidas, a las que no está acostumbrado y unos esquís”.

En este sentido, Sapena Grau recuerda que nunca se debe forzar a los niños a aprender a esquiar si no están suficientemente preparados

Nunca se debe forzar a los niños a aprender a esquiar si no están suficientemente preparados

puesto que las consecuencias pueden ser irreversibles. “Hay muchos inviernos por delante y el precipitarse e intentar adelantar el inicio de su aprendizaje puede llevarle a una mala experiencia y a un rechazo a esta actividad. Es generalmente entre los cuatro y los cinco años cuando la mayoría de los niños presentan el desarrollo psicomotor idóneo para iniciarse en éste y otros deportes, y será alrededor de los seis años cuando su mejor coordinación psicomotriz y su mayor capacidad de aprendizaje provocarán que interiorice mejor las técnicas del esquí y más disfrute de este deporte”, concreta el experto.

Equipamiento infantil

Antes de lanzarse a esquiar es necesario equiparse de manera adecuada para evitar correr riesgos innecesarios y más aún cuando quienes practican el deporte son niños. Por ello, es necesario poner en práctica una serie de medidas de seguridad que permitan evitar disgustos futuros. “El equipamiento debe ser igual que el de una persona adulta y contar, sobre todo, con un casco, que por otra parte es obligatorio en todas las estaciones de esquí”, explica Del Cacho. Y es que el casco de esquíador reduce en un 60% las lesiones de cabeza,

El casco de esquíador reduce en un 60% las lesiones de cabeza

tal y como constata un estudio de la Facultad de Ciencias Deportivas de Oslo (Noruega), que estudió durante la temporada de esquí del año 2002 a los visitantes de las ocho pistas más importantes del país tras constatar que las lesiones en la cabeza son la principal causa de ingreso hospitalario y el primer motivo de fallecimiento entre los esquiadores.

Además, es bueno que los niños vayan vestidos con más de una capa. “Si hace calor, -apunta Cacho- el niño siempre se puede quitar el anorak, mientras que si hace frío es más difícil conseguir algo con qué abrigarle”. Los guantes, las gafas de sol o de ventisca, son también complementos fundamentales, a los que se une una pequeña cantimplora de agua para evitar que se deshidraten. En este sentido, si los niños cuentan con un equipamiento propio (no de alquiler), deben mantenerlo en buenas condiciones y asegurarse de que se guarda en perfecto estado para la próxima temporada. Si por el contrario el equipo es alquilado, hay que verificar su buen estado y elegir la talla adecuada para el pequeño.

El equipo no debe permitir el paso de la humedad, del frío o del viento, y se debe conseguir un gorro polar que tape las orejas del niño e impida que le llegue aire a los oídos, y unos guantes que le protejan las manos pero le permitan maniobrar sin dificultad. Además, tanto las botas como los esquís deben contar con buenos elementos de fijación, adaptados a su peso, su altura y a la técnica que van a practicar (snowboard, esquí alpino?). Por último, una buena idea a la hora de equipar a los niños es colocarles una identificación en la ropa (una etiqueta o un dibujo) para que se le pueda distinguir entre el resto de esquiadores, y cubrir su cara con una crema que les proteja de los rayos del sol, ya que en la montaña estos tienen más fuerza que en latitudes inferiores.

Evitar lesiones

El principal temor de los padres cuando sus hijos comienzan a esquiar es la posibilidad de que estos se lesionen. No obstante, según explica Antonio del Cacho, “normalmente, los accidentes en los que se ven implicados los niños son mínimos y los riesgos, también, porque los niños están en periodo de crecimiento y tienen mucha elasticidad”. Eso sí, recuerda que el precalentamiento es “fundamental” antes de esquiar y reconoce que en este tema no se suele insistir demasiado. “Hacer estiramientos y pequeños ejercicios de musculación va bien porque, de lo contrario, el cuerpo está frío. Conviene calentar para que los músculos estén elásticos. Con cinco minutos que se empleen en realizar ejercicios de piernas y brazos es suficiente para favorecer el movimiento de la sangre y preparar el cuerpo”, afirma.

Por su parte, Jordi Sapena Grau confiesa que “el esquí está considerado uno de los deportes que producen mayores lesiones” y reconoce la importancia de no olvidar las medidas de seguridad, desde la protección adecuada contra el frío, pasando por un equipamiento correcto para la edad y las características del niño, hasta la utilización del casco y de otros elementos que lo protejan y lo identifiquen ante los demás esquiadores. “Es importante seleccionar unas pistas lo más adecuadas posibles para su debut,

“Es importante seleccionar unas pistas lo más adecuadas posibles para su debut”

pues de sus primeras experiencias dependerá su actitud positiva frente a estas actividades. Existen en nuestro entorno múltiples estaciones de esquí y hay que elegir las más idóneas para que el niño se inicie”, aconseja.

Asimismo, la mejor recomendación para evitar que el niño se lesione es no dejarle solo, “sin el control y compañía de un adulto”, ya que cada niño es diferente en sus aptitudes y en su capacidad de aprendizaje, y es necesaria una evaluación particular en cada caso. “Las escuelas de esquí tienen monitores expertos en la enseñanza para niños estos serán mejores ‘maestros’ que los padres. Es aconsejable, por tanto, que sean ellos quienes los inicien en las técnicas y habilidades del esquí. Así se evitará, aparte de situaciones de enfrentamiento e incomprensión, transmitir algunos malos hábitos que con el tiempo y con toda seguridad se han ido adquiriendo” explica Sapena Grau.

En cuanto a las lesiones más frecuentes, destacan las que se producen en el aparato locomotor (fracturas de tibia, peroné, fémur, radio y cúbito, clavícula y de los huesos metacarpianos de la mano), las lesiones articulares (tobillos o rodillas), contusiones musculares, conjuntivitis, lesiones en las córneas y quemaduras a consecuencia del sol. Las causas más comunes que las producen son las siguientes:

  • Falta de calentamiento previo.
  • Falta de preparación física o inexperiencia.
  • Exceso de cansancio tras varios días de práctica intensiva.
  • Tipo de nieve; la nieve dura aumenta el riesgo de lesiones.
  • Material en deficientes condiciones.

“Por todo ello, es recomendable que los niños se inicien en la práctica del esquí de manera progresiva y que no se les fuerce a alcanzar unas metas, sino que aprendan a su ritmo y con monitores expertos que les enseñen las técnicas más adecuadas”, concluye Del Cacho.

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