Relación entre hígado graso y diabetes

La acumulación de grasa en el hígado comporta resistencia a la insulina, mayor riesgo cardiovascular y de mortalidad por cáncer
Por Clara Bassi 2 de mayo de 2010
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No hay una fórmula mágica para prevenir la diabetes mellitus de tipo 2. La estrategia que propugnan los médicos es siempre la misma: evitar la obesidad. Ligada a esta condición, los expertos advierten de que tener el hígado graso (esteatohepatitis no alcohólica) puede ser uno de los desencadenantes de la enfermedad. En cualquier caso, la receta es la misma y la prevención pasa por hacer dieta e incrementar la actividad física. Una reducción del peso corporal y la adopción de otros hábitos de vida saludables constituyen la terapia más efectiva para combatir la obesidad, el hígado graso y todos los problemas cardiovasculares.

Una relación importante

El binomio compuesto por hígado graso y diabetes tipo 2 es uno de los principales problemas detectados en los últimos años y que, para los médicos, constituye un nuevo reto para controlar a sus pacientes. Esta relación es cada vez más común e importante: el desarrollo de hígado graso (esteatohepatitis no alcohólica) causa resistencia a la insulina y, por lo tanto, con el transcurso del tiempo, supone el desarrollo de diabetes.

Estudios recientes han confirmado que la acumulación de grasa en el hígado aumenta además el riesgo de mortalidad por cáncer, más riesgo cardiovascular y, en consecuencia, supone un problema sanitario de primer orden. Es más, se estima que el 20% de las personas con diabetes del tipo 2 tienen esteatohepatitis no alcohólica, según informa Enric Esmatjes, jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínic de Barcelona.

En torno al 34% de los ciudadanos adultos de EE.UU. y el 10% de la poblacion entre 2 y 19 años padece hígado graso

En el XXI Congreso Nacional de la Sociedad Española de Diabetes (SED), Paul Angulo, de la Universidad de Kentucky (EE.UU.), expuso de forma más precisa que la esteatohepatitis no alcohólica tiene una alta prevalencia. Según sus cifras, relativas a la población estadounidense y extrapolables a Europa y a España, en torno al 34% de los ciudadanos adultos padecen hígado graso. Pero lo más preocupante es que el 10% de la poblacion entre 2 y 19 años también lo sufre.

La acumulación de grasa en el hígado no se debe pasar por alto. Los expertos clínicos, incluso, se plantean añadir la esteatohepatitis no alcohólica a la lista actual de factores de riesgo cardiovascular, que engloba la hipertensión, el tabaquismo, el colesterol y la diabetes. El hígado graso es uno de los factores que forman parte de síndrome metabólico, caracterizado por sufrir a la vez varios de estos mismos problemas: diabetes, hipertensión arterial, obesidad central e hipercolesterolemia.

Aumento de la incidencia

La diabetes mellitus de tipo 2 es una enfermedad cada vez más común. Se estima que en España hay alrededor de tres millones de personas diabéticas y el desarrollo de nuevos casos (o incidencia) crece. Según datos recientes de la Sociedad Española de Diabetes (SED), en los últimos diez años han aumentado un 30%. En la actualidad, la SED realiza un estudio epidemiológico para conocer el verdadero alcance de esta enfermedad que, en una alta proporción, se podría evitar si se modificaran los estilos de vida.

Un cambio en la dieta, el ejercicio físico y someterse a controles médicos periódicos de manera frecuente puede reducir hasta en un 50% el desarrollo de diabetes en personas con prediabetes o alto riesgo de padecerla, según un estudio realizado por miembros del Instituto de Investigación en Atención Primaria Jordi Gol, el Instituto Catalán de la Salud y la Dirección de Salud Pública de la Generalitat de Catalunya. La investigación analizó a más de 2.000 pacientes de centros de atención primaria.

En el caso de la diabetes de tipo 2, la prevención es más importante si cabe. Este tipo representa el 90% de todos los casos de diabetes y puede reducirse en un 50%. «Debemos insistir en la nutrición y el ejercicio, porque los casos de obesidad aumentan a un ritmo trepidante. La población general y las autoridades sanitarias deben luchar para cambiar los hábitos», defiende Luis Castaño, presidente del comité científico del XXI Congreso Nacional de la SED, vicepresidente de esta organización y del Grupo de Investigación en Endocrinología y Diabetes de la Unidad de Investigación del Hospital de Cruces, en Baracaldo (Vizcaya).

Puesto que la obesidad es cada vez más prevalente en población joven, «aumenta la incidencia de diabetes tipo 2 a edades más tempranas y en adolescentes obesos, mientras que hace unos años estos casos eran excepcionales», afirma Manuel Aguilar, presidente de la SED y jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Puerta del Mar.

La estrategia clásica es la efectiva

Uno de los retos relativos a la esteatohepatitis no alcohólica, a juicio de Francisco José Tinahones, del Hospital Clínico de Málaga, es averiguar por qué ciertas personas obesas desarrollan hígado graso y otras no. Con independencia de cuál sea el hallazgo, todo apunta a que la estrategia para combatirlo es una vieja fórmula: hacer dieta e incrementar la actividad física. La reducción del peso (en torno a un 10% del peso inicial durante los seis primeros meses) y la adopción de hábitos de vida saludables es la terapia más efectiva para combatir tanto la obesidad como el hígado graso y todos los problemas cardiovasculares. A menudo, otros tratamientos más agresivos sólo consiguen una mejora provisional, según Angulo.

MEMORIA METABÓLICA

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Todo cuanto se haga para evitar el riesgo cardiovascular influye en el organismo del diabético. Es la denominada memoria metabólica. El estudio DCCT (The Diabetes Control and Complications Trial), en el caso de la diabetes 1, y UKPDS (United Kingdom Prospective Diabetes Study), en el de la diabetes 2, ya habían demostrado hace unos años que, en los pacientes sometidos a un tratamiento, mantener un buen control de la diabetes vale la pena.

Al evaluarlos se comprobó que quienes habían controlado bien su enfermedad, unos diez años después, tenían menos complicaciones cardiovasculares respecto a quienes no habían seguido un buen control, informa Enric Esmatjes. Este resultado demuestra que controlar la diabetes tiene un impacto beneficioso a largo plazo y refuerza la necesidad de insistir en esta estrategia terapéutica de control estricto de la diabetes, según Esmatjes, al contrario que hace unos años, cuando algunos argumentaban la conveniencia de que este esfuerzo tuviera influencia en la prevención del riesgo cardiovascular.

La memoria metabólica se refiere, además, al impacto que pueden tener ciertas condiciones durante la etapa fetal a lo largo de la vida. Al respecto, Esmatjes explica que la mala nutrición del feto y el bajo peso al nacer son factores que predisponen, a menudo, a la resistencia a la insulina y al desarrollo de diabetes.

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