Obesidad infantil y dinámica familiar

El funcionamiento familiar, y no solo las características de los alimentos, condiciona los gustos alimentarios de los niños
Por José Andrés Rodríguez 16 de enero de 2011
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Imagen: Amy n Rob C

El origen de la obesidad infantil no radica solo en un exceso en la ingesta de calorías o en la falta de ejercicio físico. Numerosos estudios demuestran que se relaciona también con dificultades en el funcionamiento de las familias y con problemas para ofrecer contención emocional y conductual. Por este motivo, los especialistas están de acuerdo en que el tratamiento idóneo debe incluir, además de cambios en los hábitos de la vida cotidiana, intervención psicológica que aporte herramientas útiles para enfrentarse a problemas emocionales.

Imagen: Amy n Rob C

La obesidad es un problema de salud cada vez más extendido. En España, el número de personas obesas es superior a la media de la Unión Europea (UE), además de ser el segundo país europeo con mayor porcentaje de ciudadanos con exceso de peso: el 33% de ellos sufre sobrepeso y el 15% padece obesidad. Ante estos datos, los especialistas estudian todos los factores que intervienen en un fenómeno tan complejo como éste.

La ingesta excesiva de calorías, una alimentación desequilibrada o la falta de ejercicio físico son aspectos muy importantes. Algunos estudios señalan que las influencias biológicas suponen también entre el 30% y el 70% de los factores que determinan la obesidad. Pero no hay que olvidar otros, como la dinámica de las familias, ya que los últimos resultados científicos apuntan que un peso excesivo se asocia con problemas en su funcionamiento. El 58% de las personas obesas tienen algún familiar que también lo es, mientras que el 14% de las personas que no son obesas cuentan con un familiar obeso.

Desde la infancia

Según Montse Bascuas, psicóloga del Institut de Trastorns Alimentaris (ITA), los modos de alimentarse y las preferencias y rechazos hacia determinados alimentos están, en parte, condicionados por el contexto familiar durante la etapa infantil. Es entonces cuando los pequeños se inician en la mayoría de los hábitos alimentarios. Los progenitores influyen mediante modelos autoritarios o permisivos en la elección de la alimentación de sus hijos, en aspectos como el tipo, cantidad y horarios de alimentación. «En algunas familias, hay alimentos que tienen un elevado valor simbólico y que están asociados a numerosas celebraciones», señala la experta.

El tratamiento de una persona obesa debe incluir un nuevo estilo de vida, cambios en sus hábitos cotidianos e intervención emocional

Por tanto, el hecho de que un niño quiera comer sólo alimentos ricos en grasas saturadas no depende exclusivamente de sus gustos personales. O, dicho de otra forma, el funcionamiento familiar, y no solo las características de los alimentos, condiciona los gustos alimentarios del niño. Algunas estructuras familiares suponen un mayor riesgo de provocar obesidad en sus miembros.

Es el caso de quienes tienen un único hijo o el de hijos de padres separados, las familias monoparentales, numerosas o en las que la madre tiene más de 35 años. También influye el nivel socioeconómico familiar, ya que un estatus socioeconómico bajo en un país desarrollado, como es el caso de España, representa una probabilidad mayor de sufrir obesidad, al practicarse menos ejercicio y seguir unos hábitos alimentarios menos saludables.

¿Cómo influye la familia?

Las familias funcionan según unos patrones de conducta que se mantienen en el tiempo. Un grupo familiar en el que se dedica tiempo y energía a cuidar la alimentación, seleccionar alimentos de calidad y diseñar menús variados genera un patrón muy diferente al de una familia en la que no se presta tanta atención a la alimentación. Para Bascuas, la exposición repetida del niño a su patrón familiar hace que éste acabe por asociar determinados alimentos con eventos específicos.

Esto ejerce un efecto modulador sobre su comportamiento alimentario, con lo cual los pequeños adoptan las preferencias que les resultan más agradables y seleccionan las conductas que repetirán en el futuro. El contexto social en el que funciona la familia actual hace que las decisiones sobre alimentación sean con frecuencia discutidas y negociadas por los niños, quienes tienen mucho poder en las decisiones del hogar por medio de la insistencia y la manipulación.

«Esta forma de funcionamiento está en parte determinada por el estatus laboral y las nuevas estructuras familiares, que hacen de la alimentación un acto rápido y centrado en la evitación de problemas», añade la especialista en trastornos alimentarios.

Un tratamiento que implica a toda la familia

En general, los tratamientos contra la obesidad y el sobrepeso están centrados en el cambio de hábitos alimenticios y en el incremento de la actividad física. El ITA ha desarrollado un programa para niños y adolescentes de siete a quince años en el que, aparte de intervenir en el aspecto físico del problema de peso, se hace un especial hincapié en el bienestar emocional y social de los pacientes.

Bascuas señala que la mayoría de los casos de obesidad infantil se deben a factores relacionados con los estilos de vida, «con lo cual, una persona afectada en proceso de recuperación precisa una triple ayuda: nuevo estilo de vida, cambios en sus hábitos cotidianos e intervención psicológica que permita ofrecer alternativas ante problemas emocionales que confunden las sensaciones de hambre, aburrimiento, preocupación y ansiedad, entre otras». Es preciso dotar al menor de medidas que mejoren su control conductual (más interacciones con el entorno social, más actividad deportiva…) y de opciones que le permitan encontrar una respuesta a sus dificultades emocionales.

CONSEJOS PARA PROGENITORES

Un niño con sobrepeso u obesidad puede sufrir otros problemas de salud importantes, como diabetes. Por eso es necesario tratar y prevenir el aumento excesivo de peso. Montse Bascuas aporta una serie de consejos tan prácticos como sencillos para los progenitores:

  • Mantener un número de horas de sueño adecuadas.
  • Alimentación: cantidad, calidad (frutas, verduras) y variedad.
  • Cinco comidas al día. El desayuno como pieza clave, ya que los niños que desayunan de forma adecuada tienen menos riesgo de sufrir obesidad o sobrepeso.
  • Reducir el sedentarismo y mantener una actividad física continuada y moderada.
  • Implicación familiar en las actividades de ocio.
  • Buscar las necesidades reales de los hijos.
  • Tratar la obesidad como un problema que si no se aborda de manera adecuada puede conducir a trastornos alimentarios (anorexia, bulimia y trastorno por atracón).
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