Emisoras inteligentes

Las radios semánticas analizan los gustos del oyente para intentar adivinar la música que desea oír
Por Marta Peirano, Jordi Sabaté 12 de abril de 2006

¿Quién no ha soñado en alguna ocasión con encender el transistor y dar, al primer golpe de dial, con una emisora en la que durante horas pudiera escuchar su música favorita sin interrupciones de anuncios y sin ningún tema que no fuera de su gusto? Hoy, el desarrollo de la Internet social permite esto y mucho más.

‘Dj Usuario’

Antes que nada hay que distinguir entre radios semánticas y radios a la carta, pues no son lo mismo. Una radio a la carta es aquella que permite al usuario escoger las canciones que quiere escuchar entre todas las de su parrilla. Una radio semántica, en cambio, se complementa con un software que estudia y analiza los gustos del usuario para intentar orientarle en la búsqueda de nuevas canciones dentro de sus estilos favoritos, o bien para enlazar, uno tras otro, temas del gusto del oyente sin salirse de sus preferencias.

Una radio semántica estudia y analiza los gustos del usuario para intentar orientarle en la búsqueda de nuevas canciones

La mayoría de las radios semánticas son también radios a la carta, pero no al revés. Ahora bien, ambos formatos se diferencian de las radios tradicionales, que son las que emiten música en diferentes bloques de estilos según las exigencias del mercado o de una programación inamovible. En ellas, el usuario elige un programa acorde a sus gustos y se ajusta a la programación, que pueden ser dos horas diarias o tres días a la semana, por ejemplo.

Una radio semántica sigue el proceso contrario y se ajusta desde el principio a las características de cada usuario, que va conociendo a medida que éste va escogiendo las canciones que le interesa oír. Así, tema a tema, la radio semántica elabora un perfil del usuario y sus gustos.

Posteriormente, partiendo de los perfiles que ha elaborado de todos los usuarios, la radio semántica agrupa a los oyentes de gusto similar y elabora un ‘metaperfil’ (un perfil de perfiles) para ofrecer recomendaciones más afinadas al gusto de cada consumidor. De ese modo, cada cliente aprovecha el criterio de cientos de miles de personas en lugar de conformarse con los de un locutor o los de las grandes discográficas. El usuario se convierte en su propio ‘pincha discos’.

Los usuarios de una radio semántica pueden, en teoría y siempre que la radio adivine sus preferencias, escuchar exactamente la música que les gusta las 24 horas del día y, además, conocer grupos nuevos dentro de sus estilos musicales favoritos.

Launchcast, la radio de Yahoo!

Son muchas las radios semánticas que han ido apareciendo en los últimos años, especialmente al calor del software social y la Web 2.0. Tagworld, que actualmente no está accesible, es el último ejemplo de un mercado donde se alternan muchos proyectos que han caído en el olvido con unos cuantos que han alcanzado el éxito y la notoriedad.

Las radios semánticas nacieron en 1999 con Launchcast, una emisora que actualmente está integrada dentro del reproductor de música de Yahoo!. Para acceder a la emisora es necesario estar suscrito en el servicio general de Yahoo!, que incluye dar de alta una cuenta de correo. Una vez suscrito, el usuario puede acceder a una veintena de canales que a su vez se dividen en subcanales y que contienen una parte del catálogo de Launchcast. También, gracias a un acuerdo con Universal Music, la emisora incluye vídeos de los artistas de la compañía, como Gwen Stefani, Nelly, U2 o Snoop Dog.

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Pero según se pague o no, Launchcast funciona como una radio semántica, y a la carta, o como una radio tradicional. Tanto las canciones como los vídeos se ofrecen en ‘streaming’, no pudiendo ser descargados al disco duro del ordenador. Además, el usuario no puede determinar qué canciones quiere oír (no es una radio a la carta) ni la emisora personaliza su programación según sus gustos (no actúa como una radio semántica) a no ser que paguen por el servicio ‘Premium’ 2,99 dólares por mes (con el bono anual) o 3,99 dólares al mes si se prefiere pagar mensualmente.

El servicio ‘Premium’ ofrece acceso abierto a todo el catálogo de música de Yahoo! y multiplica los canales de los 35 gratuitos a 120. La emisora, por su parte, elimina los frecuentes anuncios publicitarios que aparecen en el servicio gratuito, personaliza un canal propio para el oyente y permite que éste determine el tipo de canciones que quiere oír según su estado de ánimo (más suaves, más alegres, agresivas…). Por otro lado, Launchcast funciona mal con navegadores que no sean Internet Explorer, especialmente con Firefox presenta numerosos problemas.

Last FM, al servicio del oyente

Si Launchcast cuenta con el apoyo de una gran compañía como es Yahoo! y con el enorme catálogo musical de Universal Music, Last FM tiene el respaldo de los miles de seguidores que la usan a diario y además se comunican entre sí para compartir sus gustos y extender su cultura.

Ambas aprovechan a fondo las herramientas del software social para ser más eficientes a la hora de acertar con las preferencias de sus oyentes, pero Launchcast, a diferencia de su competidora ‘alternativa’, se erige como intermediaria única sin permitir que los usuarios se pongan en contacto entre sí.

Last FM, en cambio, es la reina de las radios sociales, al menos en popularidad. Funciona en casi todos los reproductores de música sin importar el sistema operativo con el que trabaje el usuario. Así, hasta el reproductor de Linux XMMS puede sintonizarla.

Pero la característica definitoria de Last FM es que usa lo que su fundador, Michael Breidenbruecker, denomina un “análisis semántico de probabilidad latente”. Esto no es más que un sistema para compilar las selecciones musicales de los diversos usuarios y crear perfiles que luego se combinan en busca de las coincidencias.

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La teoría presupone que si dos o más usuarios coinciden en al menos una elección, es probable que tengan más preferencias en común. Cuanto mayor es el rango de coincidencia entre un grupo de usuarios, mayor es la probabilidad de que sus gustos sean los mismos y, por lo tanto, que las canciones que no son coincidentes en los perfiles puedan gustar al resto del grupo. De este modo, Last FM efectúa sus recomendaciones con una alta probabilidad de acierto.

Otro sistema por el que el usuario puede encontrar en Last FM nuevos temas que agraden a su gusto son las etiquetas al más puro estilo Del.icio.us. Las etiquetas permiten a los oyentes hacer contenedores de estilos (punk-rock, country, electroclash…) que se disponen en una nube en la que los estilos con más canciones tienen mayor cuerpo de letra.

Además, Last Fm permite al usuario músico añadir sus propias canciones al sistema, con lo que el resto de la comunidad cuenta con miles de canciones en descarga libre. Para utilizar la emisora es necesario suscribirse al servicio y descargar tanto el reproductor como un ‘pulg-in’ (extensión) que se incorpora al reproductor para compilar la selección del usuario, y así crear su perfil y poder hacer las recomendaciones.

Pandora, la radio que aprende

Pandora también es una emisora que utiliza intensivamente los programas generados por el movimiento del software social y comunitario. Sin embargo, el usuario mantiene con la radio un auténtico diálogo de pregunta y respuesta, como si estuviera dando instrucciones a un robot que trabajara de ‘pincha discos’.

Para escuchar las canciones de Pandora no es necesario realizar ningún tipo de suscripción en principio, aunque si el usuario se suscribe puede comenzar a interactuar con la emisora. Lo primero que le preguntará ésta es qué nombre quiere para personalizar su propia emisora. Posteriormente, una vez bautizada la emisora, Pandora pedirá una canción, o un autor, inicial para configurar la programación.

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A partir de este primer dato, Pandora comienza a emitir en la emisora personal del usuario. Si a éste no le gusta la canción que emite Pandora, sólo tiene que ir al apartado ‘Guide us’ (‘Guíenos’) y pedir que la canción no vuelva a sonar. Si la canción, por el contrario, le gusta, también puede pedir más canciones parecidas.

Otra opción que tiene el usuario es la de añadir nuevas canciones y nuevos artistas para ir configurando la emisora hasta que sea completamente de su gusto. Cuando el usuario da un voto positivo a una canción, el sistema busca temas de estilo parecido. Cuando pide que determinada canción no se repita, Pandora sabe que no debe adoptar estilos similares.

Constituida como empresa, Pandora emplea a 30 críticos musicales y contiene más de 10.000 artistas de primera fila. Tras una pequeña licencia de diez horas de prueba, el servicio pasa a ser de pago y cuesta 36 dólares al año. La emisión de Pandora es completamente en ‘streaming’ y no permite descarga ni intercambio, sólo escucha.

JAmendo, música de licencia abierta

En el mismo estilo de Last FM y Pandora han surgido proyectos como Muiso y JAmendo, aún en fase de pruebas. Ambos usan el sistema de etiquetas y como novedad incluyen una ventana emergente con información sobre el artista y la portada del disco, ofreciendo los datos necesarios sin interrumpir la emisión. JAmendo permite, además, sindicar los temas que se ofrecen en ‘streaming’ para que el usuario esté al tanto de las novedades.

Por otro lado, JAmendo se está erigiendo como la radio semántica para grupos bajo licencias libres, como Creative Commons o GPL. Recoge la música de cientos de miles de artistas que han decidido renunciar al amparo de las grandes compañías discográficas a cambio de otras ventajas, principalmente la libertad de promocionarse libremente sin tener que pagar a las sociedades de gestión.

Los usuarios de JAmendo pueden subir, descargar, intercambiar, modificar, hacer versiones y distribuir canciones sin infringir ninguna ley. Sigue el modelo de “algunos derechos reservados”, la licencia más popular de Creative Commons, que permite el uso, modificación y distribución de las obras pero no su explotación comercial.

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Mercora, amiga del P2P

Mercora (Music Discovery Service) aprovecha el sistema de intercambio de archivos P2P para recomendar nueva música a los usuarios. A primera vista, parece un sistema de búsqueda de música, pero es mucho más. Gracias al cliente IMRadio para Google Talk, Mercora permite subir canciones al sistema y compartirlas con otros internautas.

Sin embargo, las canciones no se pueden descargar al disco duro; sólo escuchar en ‘streaming’. Mercora existe única y exclusivamente para recomendar canciones y no para intercambiarlas. La imposibilidad de almacenar música en el disco duro, o en el reproductor de MP3, elimina los problemas legales de infracción de Copyright que han perseguido a sistemas como Kazaa y Soulseek.

Para utilizar el servicio, Mercora exige la descarga de un software de reproducción y otro para compartir en redes P2P (IMRadio), además del uso de la contraseña privada del servicio de correo Gmail del usuario.

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