Ventajas e inconvenientes del gresite

El gresite ofrece muchas posibilidades en paredes y suelos, donde realizar dibujos con solo alternar el color de las piezas
Por EROSKI Consumer 28 de enero de 2004
Img gresite
Imagen: Jos Zomerplaag

El gresite -denominación que se da a los pequeños azulejos de gres- es un material muy utilizado como revestimiento para suelos y paredes, en especial, en cuartos de baño, fachadas y piscinas. Compuesto de materiales vítreos cocidos a altas temperaturas, cuenta con una gran resistencia a condiciones físicas y químicas extremas. Su lado negativo lo representa el elevado precio.

Ventajas del gresite

Además de la alta resistencia a diversas condiciones climáticas, el gresite destaca por otras ventajas. Dado que está conformado por azulejos pequeños -por lo general son cuadrados de 3 o 4 centímetros de lado-, permite realizar diseños especiales en las paredes o en los suelos donde se coloquen. Esto se aplica en formas o motivos que se diseñan alrededor del espejo del baño, en cenefas o dibujos en las piscinas.

Respecto a la limpieza, esta resulta una tarea sencilla cuando las pequeñas piezas forman parte de una única baldosa denominada tesela. No obstante, en ocasiones, es posible que ocurra justo lo contrario. Cuanto menor sea el azulejo, mayor será el número de juntas, un aspecto que dificulta la limpieza. Si el gresite se coloca en una estancia donde se acumule humedad, es más fácil que las juntas se ennegrezcan y se conviertan en un posible foco de moho.

Desventajas del gresite

El gresite es uno de los revestimientos más onerosos del mercado. En grandes superficies, los precios más bajos del gresite parten desde los 9 euros por metro cuadrado y pueden superar los 40. A esa cifra habrá que añadir -salvo que la instalación la realice la propia persona interesada- el coste de la mano de obra, que tampoco es barato. La tarea consta de tres partes: preparación de la superficie, colocación de las piezas y «enlechado» de las baldosas. Esta última tarea consiste en colocar la masa fina de cemento que une las diferentes piezas cerámicas.

Cómo colocar el gresite

La colocación del gresite no es compleja. Se debe alisar la superficie lo suficiente como para garantizar que no habrá ningún problema para que los azulejos conformen un plano. A continuación, se aplica una capa de cemento-cola y las pequeñas piezas. Lo más complicado, sin duda, es lograr mantener las líneas rectas en la colocación de la cerámica. Puesto que el diseño final es un diseño cuadriculado, cualquier falta de exactitud puede resultar demasiado llamativa. Es el principal riesgo que, en este caso, corre el aficionado que se apunta a la tarea.

Un recurso empleado para reducir los costes y dar a la superficie un acabado similar consiste en instalar imitaciones. En las tiendas especializadas se comercializan baldosas, por lo general de 30 centímetros de lado, que imitan la terminación de los azulejos pequeños de gresite y cuyos precios son bastante más reducidos. Es una solución válida para cualquier persona e, incluso, para el aficionado medio. No obstante, el acabado no es el mismo en ambos casos: la diferencia entre el gresite auténtico y cualquier símil es evidente.

Gresite sobre un alicatado antiguo

A menudo, las reformas exigen un trabajo doble, ya que antes de construir lo nuevo hay que echar abajo lo anterior. Ocurre con frecuencia con las paredes: cuando se quiere pintar, hay que retirar la pintura antigua, lijar, etc. En el caso del suelo, sucede algo similar.

Sin embargo, el gresite da la posibilidad de instalarlo incluso sobre un alicatado antiguo. Si bien no es lo más recomendable y conviene quitar los azulejos antiguos para dejar la pared limpia, con una buena rugosidad, es posible colocar gresite sobre otro material. Se debe emplear un cemento-cola especial, con mayor carga de resina que la normal. Este se aplicará con una espátula plana de surco fino y dientes cuadrados, no triangulares, como es habitual en el resto de casos.

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