La mitad de los ancianos que viven en residencias geriátricas sufre malnutrición, según una encuesta

El consumo de fármacos, las enfermedades asociadas a la vejez, la deficiente dentición y las dificultades para tragar alimentos son algunas de las causas
Por EROSKI Consumer 28 de mayo de 2004

La mitad de los ancianos que viven en residencias geriátricas sufre malnutrición. El mayor consumo de fármacos, las depresiones, la deficiente dentición, las enfermedades asociadas a la vejez y las dificultades para tragar alimentos son las causas de la mala alimentación de los mayores de 80 años, indica una encuesta realizada con motivo del Día Internacional de la Nutrición, que se celebra hoy. Según este estudio, los españoles lograrían un notable alto si se examinaran sobre conocimientos de hábitos alimenticios saludables, aunque luego no los aplican en su vida diaria.

De acuerdo con la Sociedad Española de Nutrición Básica y Aplicada (SENBA) y la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), la situación de los ancianos ingresados en hospitales es aún peor que los que se encuentran en residencias. No en vano, un 65% de los mayores internados en centros sanitarios está mal alimentado. Esta proporción experimenta una drástica reducción cuando las personas de edad avanzada viven con su familia, de suerte que el porcentaje de malnutridos apenas llega al 3%. Sin embargo, los expertos subrayan que la vejez no es sinónimo de disminución de apetitito, ya que la reducción de la sensación de hambre se produce por otros problemas asociados, como los trastornos emocionales o las dificultades de masticación.

Para los expertos, es imperioso cuidar la alimentación de los mayores. De acuerdo con la presidenta de la SENBA, Carmen Gómez Candela, en la actualidad hay en España un millón y medio de mayores de 80 años, un grupo de riesgo susceptible de padecer los males de una alimentación inadecuada. Según las estimaciones de Naciones Unidas, unos siete millones y medio de españoles tendrán en 2025 más de 75 años.

A los problemas antes descritos se unen los cambios que sufren los ancianos en los sentidos del gusto y el olfato, problemas que se traducen con frecuencia en una pérdida de apetito. Por añadidura, este grupo de población adolece de un nivel cultural en el que está muy presente el analfabetismo, circunstancia que da lugar a un desconocimiento de los buenos hábitos nutritivos. A juicio de Gómez Candela, evitar que los ancianos coman en soledad eliminaría muchos problemas. No en balde, se calcula que entre un 25% y un 30% de los mayores de 75 años, especialmente las mujeres, viven solos.

Debilidad muscular

En opinión de los nutricionistas, una deficiente alimentación origina debilidad muscular, caídas, alteraciones cognitivas, aumento del tiempo de hospitalización, y un peor pronóstico y evolución de la enfermedad.

Según la presidenta de la SENBA, los ciudadanos son conscientes de la importancia de la buena alimentación, aunque luego no incorporan a su vida diaria hábitos correctos. Por ejemplo, los españoles son conscientes de la importancia del desayuno como comida para reponer fuerzas tras un largo periodo de ayuno, pero un 20% sólo toma café o infusión para afrontar una larga mañana de trabajo.

Pese a la buena educación nutricional, perviven conceptos erróneos. Aunque un 91% de los encuestados sabe que los antioxidantes protegen las células contra el envejecimiento, un 8% afirma que sólo se deben consumir cuando se practica deporte. Otro malentendido es el que se refiere al aceite de oliva. Un 2,5% de los participantes en la encuesta cree que este producto no engorda.

En cuanto a los ácidos Omega-3, el 24% argumenta que éstos ayudan a perder peso, cuando en realidad carecen de cualquier efecto adelgazante.

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