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La pesca sostenible como motor medioambiental, económico y social
La pesca sostenible no solo cuida el medio marino; también sostiene la economía y la vida social de las comunidades pesqueras. Desde quienes salen a faenar hasta quienes transforman, transportan y venden el pescado, toda la cadena se ve beneficiada cuando la actividad se ajusta a criterios de sostenibilidad.
Elegir consumo de pescado sostenible significa garantizar recursos para el futuro, empleo digno y estabilidad en la multitud de zonas costeras de la geografía española, donde esta actividad ayuda a fijar población y dinamizar la economía local.
👉 Un ejemplo ilustrativo: la anchoa del Cantábrico
En 2005 la pesquería de la anchoa del Cantábrico colapsó —en parte, por la sobrepesca—, y entre 2006 y 2011 no se pudo capturar ni un ejemplar. La medida afectó a pescadores, rederas, conserveras y toda una red de empleo ligada a este recurso. Las pescaderías no pudieron ofertar un pescado de elevado valor culinario y saludable.
Sin embargo, la colaboración entre pescadores, científicos, empresas y administraciones permitió su recuperación, y en 2015 obtuvo la certificación MSC. Hoy, gracias también a los consumidores que la eligen de forma responsable con el Sello Azul de MSC, la abundancia de la anchoa del Cantábrico se encuentra en niveles históricos según los últimos datos científicos.
Este es el mejor ejemplo de cómo un hábito de consumo de pesca sostenible y la compra consciente puede contribuir a mantener la riqueza de las poblaciones pesqueras, y toda la red económica que se sustentan en las mismas.
El poder del hábito del consumo sostenible
España ha forjado gran parte de su identidad en torno al mar. Conservar ese vínculo y seguir disfrutando de sus frutos exige un compromiso compartido. La pesca sostenible certificada es una herramienta eficaz para lograrlo, y cada elección en el momento de compra puede ser parte de la solución.

Al elegir un producto con el Sello Azul, el consumidor no solo obtiene un producto de calidad, sino que respalda un modelo que cuida del mar y de las personas que dependen de él. Este hábito de consumo sostenible transmite un mensaje claro: queremos productos que protejan el planeta y garanticen futuro a las comunidades pesqueras.
El interés por el medio ambiente y el consumo de pescado
Aunque las cifras de consumo de pescado y marisco han disminuido en los últimos años, se observa un cambio cualitativo en la mentalidad del consumidor español que ofrece motivos para el optimismo. Este giro representa el comienzo de una etapa donde la conciencia ambiental influye de manera decisiva en nuestras elecciones alimentarias.
La última encuesta global de Marine Stewardship Council sobre percepciones del consumidor, realizada en 2024, confirma esta tendencia: casi la mitad de quienes modifican sus hábitos alimenticios lo hacen por preocupaciones medioambientales.
El estudio consultó a más de 27.000 personas de 23 países —1.000 consumidores de pescado en España— sobre sus dietas y posibles cambios. De las 22.000 personas que confirmaron modificaciones en sus hábitos, el 43 % las justificó por razones medioambientales, junto con factores como la salud y el precio. En España, este porcentaje alcanza el 47 %, colocando a nuestro país por encima de la media mundial en sensibilización ambiental.
Las expectativas muestran un panorama prometedor. El 27 % de los encuestados a nivel global y el 28 % de los consumidores españoles expresaron su disposición a aumentar el consumo de productos del mar, si tuvieran garantías de que no perjudican los océanos. Esta cifra muestra el gran potencial para crear un mercado de pesca sostenible, siempre que se asegure la transparencia y trazabilidad de los productos.