La cebolla es saludable, pero no curativa

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FALSO. El cultivo de cebolla es muy antiguo y se extiende por muchas zonas geográficas, de ahí la existencia de tantas variedades: en la Unión Europea pueden encontrarse más de 1.200. Los productores clasifican las cebollas según su maduración (tempranas, medias y tardías) y los consumidores las distinguen por sus usos culinarios, su grado de pungencia (picor) o su aspecto (forma y color).

Las principales variedades de cultivo en España pertenecen a los tipos Babosa, Valenciana, Liria, Grano de Oro y Recas, que concentran el 80-85 % de la producción.

• La Babosa es tierna, dulce, con piel amarillenta y carne blanca.
• Grano de Oro es también de piel amarillenta y, a veces rojiza, mientras que su carne es blanca y dura.
• La variedad Liria es de color amarillento y de un sabor dulce.
• Recas, por su parte, es esférica, amarillenta-cobriza, dura y con muchas capas.

Otras cebollas comercializadas en España son la de Figueras (variedad de color violáceo), la Horcal, la Blanca Castellana, la Matancera, Mondonguera, del Pilón, de Priego, de Hervás, la Blanca de Lanzarote, las Chatas de Celanova y Cortegada, las Amarillinas o la variedad de Bedoya.

VERDADERO. La cebolla amarilla, la más utilizada, es la más fuerte y resistente, ya que puede aguantar semanas en la despensa. La blanca y la roja duran menos. Estas últimas son parecidas en sus características, aunque la blanca es un poco más suave y dulce que la roja, y se recomienda consumirlas a los pocos días de comprarlas.

En general, como consejo para todas las variedades, antes de comprar cebollas hay que mirar que no estén blandas y que tengan suficientes capas externas que la protejan. En estas condiciones, las cebollas se conservan bien varios días en un lugar seco y fresco, sin necesidad de refrigeración. Una vez cortadas, es necesario conservarlas en el frigorífico bien tapadas. En la nevera pueden estar de tres a cinco días.

VERDADERO. Dentro de las especies del género Allium, las que más se cultivan son la cebolla, el ajo, el puerro, la chalota y el cebollino.

• La cebolleta es de la especie Allium fistulosum, prima hermana de la cebolla (Allium cepa y Allium ascalonicum), pero se trata de un vegetal diferente. La cebolleta no forma bulbos, como sí lo hace la cebolla, y es más tierna y menos intensa de sabor.
• Por otro lado, la cebolla tierna, también llamada fresca (blanca), tampoco pertenece a la misma especie que la cebolleta, aunque a veces se usan como sinónimos. Es una cebolla en estado temprano de maduración o aún en fase de desarrollo.

VERDADERO. La cebolla está compuesta en un 90 % de agua, por lo que aporta pocas calorías (40 kcal/ 100 g) y pocos hidratos (3-9 %) y proteína (1 %). No contiene ni grasa ni colesterol, pero sí, fibra (2 %). También aporta minerales como potasio, fósforo, magnesio, calcio, hierro y selenio y muy poco sodio. Entre sus vitaminas, destacan la C y las del grupo B (B1, B2, B3, B6 y ácido fólico).

VERDADERO. La cebolla contiene gran cantidad de componentes bioactivos, entre los que destacan los flavonoides (la cebolla es una de las principales fuentes) y los compuestos azufrados que dan el color y el sabor tan característico.

Varios estudios epidemiológicos sugieren que ingerir flavonoides a través de la alimentación puede reducir el riesgo de tumores de mama, colon, pulmón, próstata y páncreas. Sin embargo, con un alimento por sí solo no se obtienen estos beneficios. Solo se reduce el riesgo si se consume dentro de una dieta equilibrada y saludable que combine otras hortalizas, verduras y frutas.

FALSO. Los compuestos azufrados y los flavonoides tienen una función antioxidante, antiinflamatoria y antimicrobiana. El consumo de estos compuestos se vincula con la prevención de algunos tipos de cáncer (sobre todo gastrointestinales) y con un efecto protector frente a las enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, hipercolesterolemia, diabetes y enfermedades del aparato respiratorio, entre otras.

Pero aún son necesarios más estudios para tener mayor evidencia científica y saber exactamente qué cantidad hay que consumir para que tenga estos potenciales efectos. No hay que olvidar que el papel de la dieta en la salud es consecuencia de todos los alimentos que comemos y no de uno solo.

VERDADERO. La cebolla contiene dos tipos de fibra (inulina y fructooligosacáridos) que, al consumirlos, pueden estimular el crecimiento de las bacterias intestinales. Estos dos compuestos prebióticos fortalecen la flora intestinal, ayudan con la descomposición de las grasas y estimulan el sistema inmunitario.

FALSO. No hay ningún estudio de calidad respaldado por la ciencia que certifique que la cebolla sea buena para tratar enfermedades respiratorias o la fiebre. Tampoco tiene efecto antiviral ni antibiótico.

VERDADERO. La cebolla, dentro de una dieta variada y un consumo adecuado, no tiene contraindicaciones en personas sanas. Sin embargo, las personas que sufren problemas de flatulencia o reflujo pueden empeorar sus síntomas si comen cebolla. Siempre se puede optar por variedades más suaves, como la cebolla fresca o por otras especies como la cebolleta.

La cebolla contiene una molécula de nombre casi impronunciable —trans-(+)-S- (1-propenil)-L-cisteina sulfóxido— que es inodora. Al cortar la cebolla y romper las células, esta molécula entra en contacto con una enzima llamada alinasa, un compuesto cuya función es defender al bulbo de los ataques de los depredadores. Esta unión produce unos gases azufrados que se quedan en el aire y que provocan irritación ocular y lagrimeo.

Para minimizar este efecto se puede enfriar previamente la cebolla en la nevera o en el congelador y después cortarla con un cuchillo muy bien afilado que corte limpiamente el alimento. Cuanto más limpio sea el corte, menor cantidad de azufre se vaporizará en el aire.