La dieta de la embarazada en verano

A los síntomas molestos propios de los primeros meses de gestación, tales como náuseas y vómitos, se une cierto grado de inapetencia provocada por los tórridos días estivales.
Por EROSKI Consumer 16 de julio de 2002

Es más fácil poder cumplir con un plan de alimentación bajo en calorías durante los meses veraniegos, pero es necesario saber que esta época también involucra una serie de riesgos. El calor predispone a la deshidratación con todas las consecuencias que este cuadro puede desencadenar: hipotensión arterial, mareos, desmayos. La selección de alimentos que aporten todos los nutrientes y la hidratación necesarios es tan importante como la forma de conservación y preparación de los mismos para evitar toxiinfecciones alimentarias. No se trata de comer menos en verano, pero sí de seguir una dieta distinta, ya que el número de calorías que precisa el organismo en condiciones normales es menor y la hidratación mayor. Sin embargo, cuando la mujer está embarazada el seguimiento de una dieta equilibrada aún es más importante. Durante los primeros meses, un plan dietético idóneo contribuye a prevenir déficits nutricionales que comprometan el correcto desarrollo fetal y a medida que avanza el embarazo, asegura las crecientes necesidades energéticas del futuro bebé.

Selección de alimentos para el verano

Las verduras y frutas de temporada no deben de faltar en la mesa. Estos alimentos se convierten cada verano en los alimentos predilectos, debido a que resultan fáciles de preparar y a su buen precio, ya que es la época en que mayor cantidad y variedad se puede encontrar en los mercados.

Frutas La ventaja es que son refrescantes y de fácil manejo, convenientes para ser usados como postre y colaciones. La fruta exige masticación, lo cual se relaciona con una mayor saciedad; aseguran un aporte adecuado de vitaminas y minerales como vitamina C, ácido fólico, potasio, betacaroteno, magnesio e hidratos de carbono. El alto contenido en líquidos ayuda a evitar las temidas deshidrataciones. Es preferible consumirlas enteras porque mantienen su contenido acuoso; y con cáscara por su mayor riqueza en fibra. Y además con ellas también pueden prepararse zumos, sorbetes y helados.

Verduras y hortalizas Estos alimentos de baja densidad calórica, enriquecen nuestro menú en fibra, vitaminas y minerales, prácticamente similares a las frutas. Las verduras y hortalizas, al igual que las frutas, deben ser bien lavadas, tratando de no tenerlas mucho tiempo en remojo. A la hora de cocinarlas se usará poca agua y el tiempo justo, y se agregará la sal cuando estén preparadas y en lo posible utilizando la cocción a presión o al vapor pues así se pierden menor cantidad de nutrientes.

Lácteos Se los debe incluir por el aporte en calcio, vitamina B2, D y proteínas. Dentro del grupo de los lácteos, el yogur es un buen recurso a utilizar en las dietas de verano ya que es más fácil de digerir. Estas características lo convierten en un alimento que provoca poca saciedad. Se pueden seleccionar aquellos más bajos en grasa y combinarlos con trozos de fruta para aumentar la saciedad. La leche se puede agregar a varias preparaciones como el té o el café o bien consumirla sola o combinada con frutas o cereales.

Orientaciones dietéticas en caso de inapetencia En caso de hastío pasajero se pueden seguir estas sencillas indicaciones. Si la falta de apetito se mantiene varios días se debe consultar al médico para descartar algún problema de salud.

· Fraccionar la comida en varias tomas de pequeño volumen, para evitar la sensación de llenado rápido.

· Consumir aquellos alimentos que en poco volumen sean muy nutritivos: galletas o pan con queso, membrillo, mantequilla o mermelada…

· Prescindir de los productos desnatados, «light» o «bajos en calorías»…

· Evitar comenzar las comidas por alimentos que «llenan» y aportan escaso valor calórico, tales como caldos, sopas claritas o ensaladas…

· Combinar primeros y segundos en comidas y cenas como platos únicos más completos. Por ejemplo: verduras y ensaladas con queso, huevo, atún, pollo o con farináceos (arroz, pasta, patatas o legumbre). En cualquier caso no debe faltar de las comidas principales un alimento proteíco (carne, pescado o huevos) y un alimento energético (farináceos).

· Probar diferentes alimentos para estimular al máximo el apetito y aportar variedad a la dieta.

· Beber líquidos fuera de las principales comidas en cantidad suficiente, a fin de evitar la deshidratación. Las gelatinas con sabor a frutas o con el agregado de frutas aportan pocas calorías y son una buena fuente de líquido.

· Comer en un ambiente agradable y a ser posible acompañado.

· Realizar ejercicio antes de las comidas generalmente aumenta el apetito.

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