La mala alimentación influye en el equilibrio físico y mental de los niños

Una cuarta parte de los pequeños tiene unos hábitos nutricionales "muy malos"
Por EROSKI Consumer 4 de diciembre de 2008

Un estudio llevado a cabo por investigadores españoles en las consultas de Atención Primaria concluye que los malos hábitos nutricionales amenazan el equilibrio físico y también la salud mental de los más pequeños. El trabajo relaciona por primera vez la falta de actividad física y las dietas desequilibradas con un retraso psicológico y emocional de los escolares.

La encuesta se ha llevado a cabo sobre 430 niños de entre 4 y 14 años. Aunque la muestra no es muy elevada, refleja una tendencia preocupante revelada por otros estudios previos. «Los niños españoles cada vez se alejan más de la dieta mediterránea. Comer en casa ha dejado de ser sinónimo de comer más sano», apuntó Lluis Serra, uno de los autores del análisis y director del Centro de Investigación en Nutrición Comunitaria del Parque Científico de la Universidad de Barcelona.

Esta investigación demuestra que los menores con problemas de sobrepeso, más sedentarios y con una peor alimentación presentan el doble de posibilidades de desarrollar trastornos como ansiedad y depresión, mientras que la normalidad emocional se encontró en los niños con mayores niveles de actividad física y dieta más equilibrada.

Hábitos nutricionales

El 25% de los niños tiene unos hábitos nutricionales «muy malos», según este estudio. Así, la mitad de lo menores no prueba la verdura ni siquiera una vez al día, la «comida rápida» es «habitual» y sólo el 40% toma más de dos piezas de fruta o zumo al día. Muy pocos incluyen los nutrientes de un desayuno completo: cereales, lácteos y fruta. Pero el 20% desayuna de forma habitual bollería industrial y el 73% tan sólo galletas o pan. Los niños del estudio que no desayunaban, que representaban el 8 %, también tenían más retraso motriz y problemas de socialización, además de peor rendimiento físico.

Los expertos responsabilizan de esta situación no sólo al abandono de la dieta mediterránea, sino al olvido de que la alimentación es un «acto social» que debe hacerse en familia. Comer con los seres queridos produce una activación cerebral que promueve la liberación de neurotransmisores que dan lugar a sensaciones placenteras. La socialización también promueve los hábitos alimenticios saludables entre los más pequeños. Otro error es comer frente al televisor, ya que todos los efectos positivos de comer en familia desaparecen si se hace frente a este aparato, señalaron.

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube