Papel de la dieta en la prevención de cáncer

La modificación de los hábitos alimentarios es un elemento básico como estrategia de prevención de esta enfermedad
Por EROSKI Consumer 23 de junio de 2004

Las recomendaciones dietéticas que han ido surgiendo en relación con la prevención del cáncer están basadas en la realización de una alimentación saludable y equilibrada que, además de ayudar a prevenir la aparición de diferentes enfermedades, contribuya a mejorar la calidad de vida de la población general.

La influencia de la alimentación

Numerosos estudios demuestran la relación que existe entre los hábitos alimentarios y la aparición de cierto tipo de cánceres. Se ha demostrado que en torno a un 35% de los casos de cáncer están relacionados con una dieta incorrecta. Hoy en día se sabe que existen determinados alimentos involucrados en la aparición de esta enfermedad, del mismo modo que existen muchos otros que poseen un acción protectora frente a la misma.

Los expertos señalan que cantidades elevadas de grasa en la dieta contribuyen a aumentar el riesgo de aparición de algunos tipos de cánceres como el de mama, intestino o próstata, sobre todo cuando se trata de ciertos tipos de ácidos grasos, en concreto los saturados (lácteos enteros y grasas lácteas, la mayoría de las carnes y sus derivados, aceites de coco o palma, etc.). Es importante tener en cuenta que por lo general, cuando se consume una cantidad elevada de este tipo de grasas, también tiene lugar un consumo excesivo de proteínas de origen animal, azúcares, mientras que la cantidad de fibra ingerida suele ser deficiente.

La importancia de una dieta equilibrada

Llevar a cabo una alimentación sana y equilibrada que siga las bases de la dieta mediterránea, además de contribuir a la prevención de ciertos tipos de enfermedades, entre ellas el cáncer, ayuda a mejorar la calidad de vida de cualquier persona, tanto sana como enferma.

Frutas y verduras La ingesta adecuada de estos alimentos es fundamental para una buena salud por su aporte de vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes. Se aconseja incluir cada día al menos 400 g de cada uno de estos alimentos; es decir, de frutas y de verduras. Conviene elegirlas con variedad e incluir cítricos, coles, tomate, cebolla y ajo, etc., ya que todas ellas contienen sustancias con interesantes funciones protectoras para el organismo.

Farináceos: cereales, legumbres y patatas La mitad de la energía de la dieta debe provenir de alimentos como la pasta, el pan, el arroz, las legumbres y las patatas, todos ellos alimentos ricos en hidratos de carbono complejos (almidón) y pobres en grasa. Respecto a aquellos alimentos que son ricos en hidratos de carbono simples o azúcares (azúcar, mermelada, dulces, bollería…), se aconseja consumirlos con moderación.

Carnes, pescados y sus derivados Es preferible consumir pescado o aves frente a carnes rojas, ya que por lo general son más grasas y ricas en ácidos grasos saturados, así como lácteos parcial o totalmente desnatados en detrimento de los enteros. Así mismo conviene limitar el consumo en exceso de carnes y pescados ahumados, a la parrilla o a la brasa, por su contenido de sustancias potencialmente nocivas que pueden contribuir a la aparición de tumores (el ahumado natural o cuando la grasa funde sobre las ascuas en una parrilla o brasero, provoca la formación de sustancias cancerígenas, de ahí que se recomiende un consumo ocasional y razonable de este tipo de alimentos).

La sal: de los alimentos y como condimento Se aconseja que la ingesta de sal como condimento no sea superior a los 6 g al día y reducir la cantidad y frecuencia de consumo de los alimentos más ricos en sodio (conservas, ahumados, salazones, etc.). Estudios epidemiológicos internacionales sugieren que poblaciones que consumen dietas ricas en alimentos ahumados, salados y adobados, presentan mayor incidencia de cáncer de esófago y estómago.

El alcohol El consumo en exceso de alcohol se relaciona con mayor riesgo de cáncer de cavidad bucal, laringe, esófago, colon y recto. El alcoholismo interfiere en el estado nutricional del individuo, implica la carencia o depleción de ciertas vitaminas y minerales y es capaz de modificar la repuesta de nuestro sistema inmunológico haciéndolo más vulnerable frente al cáncer.

Técnicas culinarias: cocinar los alimentos Hay que tener en cuenta que además de los alimentos que forman parte de la dieta es importante el modo en que éstos se cocinan. A modo de ejemplo en la fritura se ha de controlar la temperatura del aceite y evitar que este se sobrecaliente o llegue al punto de humo, ya que si no es así se forman sustancias nocivas y potencialmente cancerígenas. En este sentido se recomienda el aceite de oliva ya que es el que mejor resiste las altas temperaturas sin descomponerse.

Una vida más sana

Es importante evitar el exceso de peso llevando a cabo una alimentación equilibrada junto con la realización regular de ejercicio físico, teniendo en cuenta las limitaciones individuales.

Conviene moderar el consumo de alcohol en caso de que exista el hábito. No fumar y evitar la exposición prolongada al sol también contribuye a prevenir la aparición de algunos tipos de cáncer, sin olvidar la conveniencia de visitar periódicamente al médico, dado el papel tan importante que juega la detección precoz de la enfermedad a la hora de luchar contra ella.

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