Cómo afecta el cambio de horario a los niños
Con el horario de invierno anochece una hora antes y los días son cada vez más cortos. Aunque desde el verano, los minutos de luz se van reduciendo de manera gradual (en torno a 2 minutos cada día), el cambio de hora supone que de golpe perdemos 60, lo que desequilibrio nuestro reloj interno. Y como sucede con todo cambio, nuestro cuerpo y mente necesita un periodo de adaptación. Por eso se hace de madrugada.
Aun así, los primeros días después del cambio de hora, algunas personas refieren “irritabilidad, falta de concentración, bajo rendimiento laboral e insomnio”, explica la Sociedad Española de Sueño (SES) en el documento donde aconseja que se mantenga el horario de invierno. ¿Y los niños?
Los síntomas son parecidos. Así que es normal que estén más cansados y fatigados, con menos energía de la habitual. ¿Rabietas? Sí. No es raro que estén más irritables, se enfaden más, haya berrinches… Incluso puede pasar que también estén tristes, desanimados, como apáticos y muestren menos interés por lo que en otros momentos están más a gusto. De ahí que los problemas de atención y concentración sean muy comunes. Y hasta es posible que el apetito no sea como siempre, sobre todo en los bebés.
Además, les costará dormirse a la hora o todo lo contrario. No te sorprendas si se quedan dormidos en el suelo en el momento menos pensado. Y ya sabes que un déficit de horas de sueño puede repercutir en su rendimiento escolar y en su comportamiento.
Por qué ocurre
Los niños son más sensibles a los cambios de horario y a padecer trastornos del sueño. Todo tiene que ver con el ritmo circadiano, ese reloj biológico que controla funciones vitales en el cuerpo humano, como dormir o despertarse, y que en los peques es menos flexible (está muy relacionado con el sistema nervioso que en los menores aún está en pleno desarrollo). Por eso, su periodo de adaptación al nuevo horario requiere más tiempo, en torno a una semana.
En este reloj interno influye la conocida como hormona del sueño, la melatonina, pues regula los ciclos de sueño y vigilia, además de estimular la secreción de la hormona del crecimiento. Su producción se inicia a los tres o cuatro meses de edad. Hasta ese momento, los ritmos circadianos no están en funcionamiento, y el sueño es aún caótico. Pero a partir de los cuatro meses, empiezan a funcionar y el sueño comienza a ordenarse. Los niveles de melatonina se van incrementando a lo largo de la infancia, hasta alcanzar el máximo entre los 8 y los 10 años. Además, la exposición a la luz solar también le afecta: a menos luz, nuestro organismo genera más melatonina y tenemos más sueño, mientras que, si hay luz, disminuye esta hormona y aparece el insomnio.
Qué hacer para que el cambio de hora no afecte a los niños
Puedes probar a acostar a los niños desde el primer día con el nuevo horario. En este caso, les costará mantenerse despiertos una hora más, pero si se logra, habrás avanzado mucho y los próximos días será más sencillo. Pero no suele ser tan fácil.
Lo conveniente para contrarrestar todos los efectos comentados es, como dice la Asociación Española de Pediatría (AEP), “preparar a los peques unos días antes con una adaptación al nuevo horario lenta y progresiva”. Si puedes empezar a hacerlo una semana antes del cambio, mejor.
Por supuesto, es importante que toda la familia participe en el periodo de adaptación, no solo los de menos edad. Y no te olvides de explicarles el porqué de la modificación horaria y de lo fundamental que es ahorrar energía.
Estas son las pautas que dan los expertos para adaptar a tus hijos al horario de invierno:
- Retrasa el viernes la hora de irse a dormir 15 minutos, y el sábado otros 15. Así será más fácil que el domingo por la noche concilien el sueño en el nuevo horario.
- También ayuda retrasar cuanto antes los horarios de las comidas para ir adecuándolos al horario de invierno. Puedes hacerlo desde el mismo sábado. De nuevo con 15 minutos bastará. Y repite con otros 15 el domingo.
- Y si puedes, retrasa también 15 minutos la hora de levantarse el sábado y otros 15 el domingo.
- Una siesta corta en los días siguientes ayuda a retrasar el reloj biológico, pues permite estar despierto para la nueva hora. Este año, aprovecha que no tienen clase el 1 de noviembre, e igual el puente escolar, para que echen una siesta.
- Intenta que practiquen ejercicio físico al final de la tarde, y si puede ser al aire libre y con luz solar, mejor. La actividad física siempre es buena, pero cuida que especialmente la realicen una semana antes y después de la modificación horaria.
- Otras rutinas de higiene del sueño, como alimentación equilibrada o exposición solar, no puedes pasarlas por alto. Le servirá para mejorar su sistema inmunológico.