Mi bebé tiene el sueño cambiado, ¿qué hago?

El problema de que los recién nacidos duerman de día y lloren de noche es uno de los más frecuentes durante sus primeras semanas de vida, pero se pueden tomar medidas para corregirlo
Por Cristian Vázquez 11 de mayo de 2016
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Imagen: uroszunic

El problema del sueño cambiado es uno de los más habituales en los bebés de pocas semanas de vida, y uno de los que más trastornan a los padres, que están más cansados e irritables con las noches “malas”. Además, se corre el riesgo de crear un círculo vicioso: si se deja que el pequeño duerma durante el día siguiente para poder descansar, crecen las probabilidades de que la noche próxima sea igual a la anterior. Este artículo ofrece detalles sobre el bebé y sus horas de sueño, las causas de los cambios de sueño, la relación entre el sueño y la alimentación por la noche y algunos consejos para corregir este problema.

El bebé y sus horas de sueño

Los bebés duermen mucho. En sus primeros días, «el neonato permanece dormido más de 16 horas al día, distribuidas en varios episodios», apunta la ‘Guía de práctica clínica sobre trastornos del sueño en la infancia y adolescencia en atención primaria‘ publicada en 2011 por el Ministerio de Sanidad. Según esta premisa, en esa etapa los padres deben dedicarse a la crianza durante un tercio del tiempo, mientras que en las dos terceras partes restantes bastaría con que prestaran atención para controlar el sueño del niño. Pero, por supuesto, en la práctica esto no es tan fácil.

Lo que ocurre a menudo es lo que se conoce como «sueño cambiado» del bebé. Es decir, duerme muchas horas durante el día pero por la noche llora y no consigue conciliar el sueño. Por lo general esto resulta agotador y, en muchos casos, hasta desesperante para muchos padres. ¿Por qué sucede?

Causas del cambio de sueño en el bebé

Ya en el útero materno, a las 30 o 32 semanas de gestación, el feto presenta ciclos de vigilia y sueño, tal y como indica la citada guía sobre el sueño infantil. Estos ciclos son ultradianos, es decir, tienen menos de 24 horas de duración. Y es que en el vientre materno no hay día y noche, sino unas condiciones que para el niño son de constante bienestar.

Justo después del parto, el bebé se encuentra en un entorno muy diferente, lleno de estímulos: luz, movimiento, visitas, ruido, etc. Entonces duerme durante el día «como mecanismo de defensa«, explica Martín Gruenberg, pediatra especialista en sueño y autor del libro ‘¡Vamos a dormir!’. Y luego, por la noche, no tiene sueño. Según este experto, eso y el hecho de que, como el niño es nuevo en el mundo, aún carece de hábitos y rutinas son las causas de que este problema sea «tan sencillo y tan frecuente».

Un recurso: evitar que duerma más de tres horas seguidas durante el día

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Imagen: Andrey_Kuzmin

Una posibilidad ante el sueño cambiado del bebé es no tomar ninguna medida y esperar a que la naturaleza haga lo suyo. Por diversos motivos (la oscuridad, la calma, el silencio e incluso cambios hormonales que hacen que tengamos sueño por la noche y estemos más despiertos durante el día), el hábito del sueño del niño se desplazará hacia las horas nocturnas. El problema de este método es que puede tardar varias semanas, incluso más de un mes, en dar resultado. Los padres terminarán exhaustos e irritables, lo cual perjudica no solo el modo en que cuidan a su hijo, sino también la propia relación de la pareja. Por eso, no es la mejor de las opciones.

Martín Gruenberg explica que los recién nacidos pueden tener solo un periodo de sueño diario de más de tres horas; todos los demás son más breves. Y si ese sueño de más de tres horas del tirón se produce durante el día, por la noche no ocurrirá. Por lo tanto, el consejo de este especialista es despertar al niño cuando, durante el día, lleve durmiendo más de dos horas y media de corrido. Es una técnica para «asegurar» que el ciclo largo, el de más de tres horas, se dé por la noche.

Sueño y alimentación del bebé durante la noche

El sueño nocturno de los bebés está íntimamente vinculado con su alimentación. En las primeras semanas de vida, los recién nacidos piden el pecho -o el biberón- cada tres horas, hasta por la noche. Esto quiere decir que en general casi no duermen por periodos de más de esa extensión. Alrededor del primer mes, las tomas se hacen más abundantes y pasa más tiempo entre una y otra, hasta que, en torno al segundo mes, la mayoría de los pequeños comienzan a saltarse la toma nocturna.

Al despertar al niño para evitar que duerma más de tres horas continuadas durante el día, no hace falta amamantarle, ni ninguna otra cosa en especial. De hecho, el pequeño se puede volver a dormir. Lo importante es interrumpir del modo más suave posible ese sueño, para propiciar que lo pueda tener más tarde.

Hay que tener cuidado con los «excesos»: no dejarle dormir durante el día tampoco es una solución. Los bebés duermen mucho, algunos pueden hacerlo hasta 20 horas diarias. Si se le impide dormir las horas que necesita durante el día, por la noche estará tan irritable que no parará de llorar. Es decir, los resultados serán más graves que el problema que se busca resolver.

Otros consejos para corregir el sueño cambiado del bebé

Además de impedir que duerma por periodos prolongados e ininterrumpidos durante el día, hay otras recomendaciones para propiciar el sueño nocturno del bebé. En ocasiones, tras una noche “mala” en la que el niño ha dormido poco y llorado mucho, los padres están tan cansados que le dejan dormir durante el día siguiente, para descansar ellos también. Pero esto es un error, ya que alimentan el círculo vicioso: es probable que la próxima noche ocurra lo mismo.

Lo que se debe procurar es ayudar al bebé a crear sus rutinas. Es bueno que el pequeño advierta actividad en la casa durante el día: movimiento, luz, música, ruidos, etc. Y que por la noche ese ritmo disminuya y se respeten ciertos hábitos, como el del baño, la última toma y el sueño en un ambiente oscuro y relajado. De esta manera, se ayuda a que, desde bien pronto, adquiera hábitos de sueño saludables, lo cual redundará en resultados positivos -hasta mayor felicidad- para el niño en el futuro.

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