Trucos para que los niños se vayan a la cama pronto

Fijar una rutina de entrada y salida de la cama, leer cuentos y evitar comidas excitantes son algunas pautas para lograr que tu hijo duerma las horas que necesita
Por EROSKI Consumer 5 de abril de 2020
nino pronto a dormir
Imagen: ddimitrova

Si ya es difícil que, en general, los niños se vayan pronto a la cama, ahora que durante el confinamiento motivado por la crisis del coronavirus no pueden salir de casa, lo es más. La razón es que su actividad es menor y están menos cansados. A esta nueva realidad, se suma que muchos menores se alteran y se mantienen en un estado de excitación originado por los juegos de ordenador online o en la tableta. Como consecuencia, los pequeños se duermen y levantan tarde y se complica el mantenimiento de los horarios propios de una jornada escolar o laboral. No obstante, es importante que los pequeños se vayan temprano a descansar, ya que resulta fundamental para su rendimiento escolar y sentido del humor. Y es que los problemas de sueño pueden incluso frenar su crecimiento. Este artículo ofrece nueve sencillos consejos para conseguir que el niño se vaya pronto a la cama y duerma las horas que necesita.

Lograr que los niños se vayan a dormir pronto puede convertirse en una lucha cotidiana. Por distintos motivos (ganas de jugar, miedo a la oscuridad, necesidad de llamar la atención, etc.), a muchos pequeños les desagrada el momento de ir a la cama, con las consecuentes discusiones y rabietas.

Dormir bien no solo es importante para potenciar su rendimiento escolar, sino que es clave para asegurar su salud (y la de sus padres). Las horas de sueño «repercuten en el rendimiento escolar de los niños y en su humor», concluye el estudio ‘Trastornos del sueño en la niñez’, de la pediatra Rocío Sánchez-Carpintero, publicado por la Asociación Española de Pediatría en sus ‘Protocolos de Neurología’. La experta afirma incluso que dormir menos horas de las necesarias puede alterar la velocidad normal de crecimiento del niño y, según recientes investigaciones, además, puede crear importantes problemas de conducta en los pequeños.

A pesar de la importancia que tiene que los niños se vayan a su hora a la cama y descansen el tiempo que precisan por su edad, «hasta el 30 % de la población infantil tiene alteraciones crónicas del sueño», afirma el estudio de Sánchez-Carpintero.

A continuación, se describen nueve sencillos trucos que ayudan a lograr que el niño se vaya a la cama pronto y descanse tanto como necesita.

1. Calcular la hora adecuada de irse a la cama

La pauta más importante para lograr que el niño se vaya a la cama a la hora adecuada es lograr que se cree una rutina de sueño para él. ¿Cómo? El primer paso es determinar cuál debe de ser la hora de irse a la cama. Un bebé recién nacido precisa dormir 16 horas al día. A medida que el pequeño crece, se reduce, según la siguiente progresión: 15 horas diarias a los tres meses de vida; 14 horas al año de edad; 13 horas a los dos años; 11 horas a los cinco; 10 a los nueve años; 9 horas a los 14 años; y 8 horas a partir de la mayoría de edad.

2. Repetir actividades nocturnas con el bebé

Para crear una rutina de sueño, el siguiente paso es establecer una serie de actividades que se repetirán cada noche, antes de ir a dormir. Puede ser darle un baño, ofrecerle un biberón de leche, cepillarse los dientes juntos o leer un cuento en su compañía. La creación de un ritual ayuda a la creación del hábito y a conciliar el sueño.

3. La cama nunca debe ser un castigo para niño

La doctora Rocío Sánchez-Carpintero enumera una serie de medidas «de higiene» del sueño, que ayudan al pequeño a irse a la cama a hora que precisan, en su artículo publicado dentro de los ‘Protocolos de Neurología’ de Asociación Española de Pediatría. En este sentido, señala la especialista, «es importante evitar que el niño relacione la cama con una situación de castigo».

Según la investigación, es un error enviar al menor a dormir por haberse portado mal. Sin embargo, sí conviene que el niño pase tiempo en su dormitorio durante el día, para que no lo asocie con el momento desagradable de tener que irse a dormir.

4. Misma hora de acostarse y de levantarse

Crear un rutina de sueño en el niño implica que no solo la hora de acostarse debe ser la misma sino, también, la de levantarse. Contar con horarios fijos facilitará que el pequeño acepte sin protestar irse a la cama a su hora.

Las vacaciones (Navidad, Semana Santa, verano) pueden desbarajustar algo este ritmo de sueño en el menor. Si durante las semanas de descanso, los escolares cambian sus horarios habituales (se acuestan y se levantan más tarde), es aconsejable que en los días previos al comienzo de las clases se vayan acostumbrando, de forma gradual, a su ritmo normal.

5. El ejercicio ayuda al niño

Con el fin de que no haya problemas para ir a la cama, conviene que los niños lleguen a ese momento del día cansados y relajados. Por eso, es bueno que durante la jornada realicen actividad física. Los pequeños tienen mucha energía y están ansiosos por gastarla. Es importante que jueguen al aire libre, corran, hagan natación u otro deporte. Sin embargo, ante la actual situación de confinamiento en los hogares, conviene reinventarse y prepararles una serie de tablas de ejercicios para que se mantengan en forma o, mejor todavía, hacerlos toda la familia junta.

6. El niño no debe usar videojuegos de noche

Para que el niño se relaje, es importante evitar actividades que le puedan excitar durante esa última parte del día, entre ellas, los videojuegos y ver la televisión. Por su parte, la lectura de un cuento como última actividad del día —antes de apagar la luz y que el pequeño se quede solo en la cama—, contribuye a la relajación del pequeño.

7. Una luz tenue durante el sueño del bebé

El grado de oscuridad de la habitación también es importante. No es bueno que entre luz de la calle. Por ello, cuando la habitación tiene una ventana exterior, conviene que quede bien cerrada por medio de una persiana o una cortina gruesa. Sin embargo, puede resultar conveniente dejar alguna luz tenue en el interior de la habitación, para evitar que el niño tenga miedo al quedarse solo en la habitación. Esta luz será de ayuda, también, para que no se asuste, en caso de que el pequeño se despierte en mitad de la noche.

8. Olvidarse del azúcar antes de dormir

La alimentación también influye en la calidad del sueño del menor. Existen comidas que excitan al niño, por lo que harán más complicado que entre en la cama a la hora que necesita. En este sentido, es importante prescindir de las bebidas con mucha azúcar, así como de la cafeína, después del mediodía.

9. Cada uno en su cama

«Se debe promover la capacidad de que el niño pueda dormirse sin que sus padres estén presentes», explica Sánchez-Carpintero. Y en su propia cama. Si tras apagar la luz y abandonar la habitación, el pequeño vuelve a levantarse, la doctora recomienda actuar de la siguiente manera: acompañarle a su cama y calmarle. Sin embargo, no se debe repetir la rutina anterior (lectura, etc.), ya que el niño lo verá como una forma de ganar tiempo y es fácil que lo asuma como hábito.

Razones de peso para que el niño se vaya pronto a la cama

Dormir menos horas de las necesarias puede perjudicar la salud de los pequeños. Incluso podrían aparecer trastornos del sueño, bastante comunes en niños y adolescentes.

Jodi Mindell y Judith Owens hacen una radiografía de los problemas de sueño infantiles en su libro ‘Una guía clínica de pediatría del sueño pediátrico’ (2009). Algunas de las conclusiones a las que llegan son las siguientes:

  • Los problemas del sueño son comunes en niños y adolescentes.
  • En muchas ocasiones, tienen carácter crónico.
  • Los trastornos del sueño en menores tienen tratamiento y se pueden prevenir.
  • Los problemas de sueño infantiles tienen impacto en toda la familia.
  • El sueño de calidad es necesario para el correcto funcionamiento y desarrollo de los pequeños.
  • Las horas de descanso afectan el desarrollo físico, emocional, cognitivo y social de los niños.
  • Los trastornos de sueño en el menor pueden agravar otros problemas médicos, psiquiátricos o de desarrollo.
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