Cómo ayudar a un niño a gestionar y entender el dolor

Un estudio identifica los enfoques que los padres pueden utilizar al hablar con los niños pequeños sobre el dolor cotidiano, y que pueden ayudar a su recuperación y resiliencia después de una lesión
Por EROSKI Consumer 30 de septiembre de 2022
dolor infancia
Imagen: Yan Krukov
En cuanto tenemos dolor, nos quejamos, o no. ¿Y los niños pequeños? A veces, resulta complicado saber qué les pasa cuando sienten dolor y cuánto les duele para poder actuar en consecuencia. Y es que, en realidad, la percepción del dolor está influenciada por muchos factores. No todos lo sentimos de la misma forma ni con la misma intensidad. Te contamos qué es el dolor, cómo poder valorar su intensidad en tus hijos y qué puedes decirles sobre su dolor para favorecer su recuperación y resiliencia.

Qué es el dolor

Hasta 2020, se definía el dolor como “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a una lesión real o potencial o descrita en los términos de dicha lesión”. Esta descripción, aceptada en el mundo científico y sanitario como un referente de máximo valor, la hacía en 1978 la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP).

Más de 20 años después, la actualiza en la revista Pain de esta manera: “El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada a una lesión tisular (de tejidos) real o potencial”. Y añade varias anotaciones para entenderla mejor, entre ellas las siguientes:

  • El dolor es una experiencia personal que ésta influenciada en diferentes grados por factores biológicos, psicológicos y sociales.
  • Las personas aprenden el concepto de dolor a través de las experiencias de vida.
  • Si una persona manifiesta una experiencia dolorosa, ésta debe ser respetada.
  • Aunque el dolor usualmente cumple una función adaptativa, puede tener efectos adversos sobre la funcionalidad y el bienestar social y psicológico.
  • Una de las maneras para expresar dolor es por la descripción verbal; la incapacidad para comunicarse no niega la posibilidad de que un humano o animal experimente dolor.

Estas aclaraciones resultan claves a la hora de enfrentarnos ante el dolor en un niño, una de las causas más frecuentes de sufrimiento en los menores, ya sea por una enfermedad, un golpe o un miedo a las agujas, por ejemplo. Y es que en ocasiones bastarán un beso, un abrazo, unas palabras, una tirita… y en otras, además, un analgésico infantil, una consulta urgente con el pediatra o un traslado inmediato a urgencias.

Cómo valorar la intensidad del dolor en niños

Para tratar el dolor en los peques es importante saber cuánto les duele y qué clase de dolor es (¿lo es por una inflamación?).

dolor herida caida nino
Imagen: Trần Long

🩹​ Escalas para valorar el dolor en niños

Los profesionales sanitarios utilizan diferentes escalas compuestas por colores, números o dibujos para intentar cuantificar la intensidad del dolor pediátrico: leve, moderado o intenso.

  • En los más pequeños se usa la escala FLACC, que se fija en la cara, el movimiento de las piernas, la actividad (tranquilo, tenso o está rígido), cuándo llora y si se puede consolar.
  • Mientras que con los niños de 3 a 7 años funciona bien la escala de caras de Wong-Baker: el peque elije la cara que mejor describe cómo se siente.

🩹​ Cómo saber si al niño le duele algo

¿Y los padres y madres? Pueden apoyarse en esas mismas escalas de evaluación del dolor pediátrico, pero también, en un primer momento, en identificar síntomas o conductas, como expresan los expertos, que resultan muy útiles para saber si les duele algo, cuando son menores de siete años y no son capaces de comunicar o verbalizar de forma adecuada la sensación de dolor:

  • Llanto persistente, incontrolable.
  • Rechazo del alimento.
  • Dificultad para dormir por intranquilidad.
  • Búsqueda de contacto con los padres más de lo habitual.
  • Menor actividad: quietud, mantenimiento de la misma postura durante largos periodos de tiempo e inmovilidad de la zona dolorida (evita rozarla o se lleva la mano más a menudo a ella).
  • Cómo repercute en su vida diaria: ir al cole, hacer deporte o jugar en el parque o en casa, por ejemplo.
  • Y en el caso de enfermedad, a veces, babeo intenso, sale líquido por la oreja, herida, hematoma, hinchazón de articulación, cojera, heces con sangre, hernia, testículo dolorido…

Cómo ayudar a gestionar el dolor en niños

🩹​ Qué hacer para calmar el dolor

Para calmar el dolor, con los más pequeños vale ponerles el chupete, hacerle caricias, además de los arrullos y los abrazos. Masajes y palabras de tranquilidad sirven para los más mayores. Pero, eso sí, los especialistas aseguran que, al igual que ocurre con la fiebre, administrar un analgésico al menor no dificulta el diagnóstico de una posible enfermedad, ni siquiera una apendicitis. “Un niño que se encuentra dolorido se deja explorar peor y colabora menos”, puntualizan desde la Asociación Española de Pediatría (AEP).

herida tirita dolor
Imagen: Ksenia Chernaya

De ahí que, con el fin de tratar el dolor en casa, los médicos aconsejen el uso de los analgésicos más comunes (paracetamol e ibuprofeno) en las dosis empleadas habitualmente para bajar la fiebre. Si no se controla el dolor o vuelve en cuanto se pasa el efecto del calmante, será el momento de consultar con su pediatra.

🩹​ Claves para enseñar a un niño a gestionar el dolor

Y ¿qué más se puede hacer? El dolor es una experiencia compleja e intrínseca de la vida. Y aunque no nos gustaría que nuestros hijos la padecieran, la vivirán inevitablemente. Pero hay formas y formas de gestionar el dolor al caerse de la bici o al resultar herido en un accidente doméstico, por ejemplo. Y de ello dependerá su respuesta a otros dolores cuando sean mayores. Por eso, nuestra labor como padres también implica guiarles en este sentido.

“Al ayudar a los niños a aprender sobre el dolor cuando son jóvenes, esperamos promover conductas de dolor ‘útiles’ de por vida que fomenten activamente la recuperación y prevengan futuros problemas de dolor”, comenta Sarah Wallwork. Ella es la investigadora principal de este estudio de la Universidad del Sur de Australia publicado en la revista científica europea Journal of Pain, donde se exponen los enfoques que como padres podemos utilizar al hablar con nuestros hijos menores de siete años sobre el dolor cotidiano y que pueden ayudar a su recuperación y resiliencia después de una lesión y a optimizar los comportamientos de dolor adaptativo.

A estas edades las experiencias de dolor más comunes son dolores del día a día asociados a rasguños, contusiones y cortes menores, los que vienen por las inyecciones de vacunas, los de lesiones significativas como huesos rotos y, por supuesto, el dolor crónico. Pero, a la vez, es una edad muy importante para el aprendizaje y el desarrollo, con altos niveles de plasticidad y reorganización del cerebro. De ahí que estos accidentes tan frecuentes en la infancia sean una oportunidad que todo padre y madre no debe pasar por alto para promover creencias y comportamientos positivos relacionados con el dolor.

Estos son los enfoques con los que enseñar a un niño a gestionar y entender el dolor, según el estudio citado. Los determinaron una veintena de expertos en dolor pediátrico, salud pediátrica, psicología, educación, desarrollo infantil, trauma pediátrico, fobias y teoría del apego, además de padres y personas que trabajan regularmente con niños.

  • Enséñale el significado y el funcionamiento del dolor con frases del estilo ‘el dolor es el sistema de advertencia o de alarma de nuestro cuerpo, de que algo no va bien’. Este vídeo de la Universidad de Michigan (EE. UU.) puede servirte de apoyo.
  • Valida su dolor, asegurándote de que «se sienta seguro, escuchado y protegido, pero sin hacer un escándalo». Se trata de comprender su dolor, conectar, ponerse en su lugar y reconocer su dolor.
  • Tranquilízale después de la lesión, normalizando el dolor y haciéndole saber que su cuerpo se curará y que el dolor pasará. Decirle que se ‘sentirá mejor pronto’ les da la seguridad de que su dolor ha terminado.
  • Apoya sus emociones, dejando que exprese sus sentimientos, pero animando a regularlas. Y también, siendo consciente de no dejar que tus miedos y/o emociones aparezcan y puedan influirle.
  • Implícale en su recuperación. Anímale a controlar el dolor y a que participe en la toma de decisiones sobre su tratamiento. ¿Cómo? Que se ponga él mismo una tirita. Pero también puedes enseñarle conocimientos de primeros auxilios del estilo cómo curar una pequeña herida.
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