Cómo manejar la hiperactividad infantil

Este trastorno es más frecuente en los chicos que en las chicas y se acentúa cuando falta atención paterna
Por EROSKI Consumer 19 de diciembre de 2011
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Imagen: Nathan Jones

Entre un 3% y un 6% de los niños que acuden al colegio son hiperactivos y esta es la principal causa del fracaso escolar. Esta afección -reconocida por la comunidad científica como trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH)- se registra en todas las zonas del mundo y es más frecuente en los chicos que en las chicas. Según estadísticas estadounidenses, la incidencia se calcula entre los 750.000 y 1.600.000 niños, lo que supone cerca de un 7%. Sin embargo, muchos autores cifran la incidencia hasta en un 17%, puesto que no se diagnostica a muchos de estos niños y, en su lugar, se les trata como conflictivos.

Consecuencias a largo plazo de la hiperactividad infantil

El trastorno se desarrolla entre los 2 y los 6 años de edad. Los niños más afectados tienen de 6 a 15 años. Aunque pueden manifestar solo los síntomas de la falta de atención o sufrir la hiperactividad de forma aislada, lo más frecuente es que ambos problemas se den de manera simultánea y empiecen a remitir durante la adolescencia.

El 40% de los niños hiperactivos tienen dificultades en el aprendizaje, lo que provoca que muchos abandonen los estudios en la adolescencia

No hay unanimidad en cómo habría que considerar al trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) porque mientras para algunos no es más que un trastorno frecuente en la infancia, para otros es una enfermedad que puede curarse si se diagnostica a tiempo. Algunos investigadores creen que incluso es un error grave intentar clasificar como enfermedad una serie de problemas psicológicos que afectan a muchos niños. Para la psicóloga Isabel Menéndez Benavente, «es un trastorno que presenta un desajuste funcional del cerebro, por lo que no se trata de educación ni de problemas estrictamente psicológicos, también existe una evidencia biológica».

Sin embargo, hay datos preocupantes, como que el 40% de los niños hiperactivos tienen dificultades en el aprendizaje, lo que provoca que muchos abandonen los estudios en la adolescencia. Casi la mitad sufre, además, problemas de ansiedad o rabietas y el 20% de estos niños registra síntomas de baja autoestima o depresión.

Por otro lado, algunos padres muestran sentimientos hostiles hacia sus hijos hiperactivos, sobre todo porque no comprenden que el niño se comporte como «un inmaduro y maleducado», como en ocasiones ellos mismos le definen. El problema de ello es que el trastorno puede acentuarse en caso de que los padres no le presten la suficiente atención, por lo que es vital que conozcan cuanto antes cómo deben comportarse.

¿Cómo actuar ante un niño hiperactivo?

Los expertos aconsejan a los padres que adopten unas normas claras para que el niño sepa qué se espera de él y, si bien aconsejan los castigos cortos para que sean eficaces, rechazan en cambio los físicos. Igual de importante es marcar horarios estables de comida, actividades, sueño y otras tareas fijas para no alterar el ritmo de vida del niño, propiciar un ambiente ordenado y tranquilo. Y tan importante como no dejarse manipular por los caprichos que pidan es darles pequeñas responsabilidades.

Conviene adoptar unas normas claras para que el niño sepa qué se espera de él

También hay que considerar que los padres al final padecen la hiperactividad de forma indirecta, ya que a menudo ellos se ven obligados a formar parte de los entretenimientos que buscan para sus hijos. Algunos padres con hijos hiperactivos acuden con ellos a un parque cuando están muy inquietos para que jueguen, corran o salten, pero es frecuente que los padres deban hacer lo mismo que los pequeños. El deporte y los ejercicios de relación física son una manera de controlar la hiperactividad, lograr que se cansen y que estén más tranquilos durante unas horas.

De ahí que la creatividad juegue un papel fundamental en la cabeza de quienes tienen que cuidar a estos niños. Ciertas familias crean en sus casas rincones de actividades que cambian periódicamente para que los niños no se aburran. Un truco muy utilizado es habilitarles un sitio con ropas viejas, sombreros y telas para que se disfracen, asuman diferentes personajes y pasen las horas.

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