Contaminantes que afectan a la lactancia natural

El tabaco es el contaminante químico más dañino para las mujeres lactantes y las embarazadas
Por Montse Arboix 18 de mayo de 2012
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Imagen: Daquella manera

Pesticidas, insecticidas, pinturas, productos para la limpieza del hogar y el cuidado del jardín… el entorno de la mujer lactante no está libre de contaminantes químicos. No obstante, hay pocas investigaciones que evidencien cuáles son los niveles perjudiciales capaces de provocar daños en el bebé a través de la leche materna. Por ello, los especialistas recomiendan el principio de precaución. Además, aseguran que el más contaminante es el tabaco, un factor de riesgo modificable.

La información sobre los contaminantes en la leche materna deriva de estudios que se han realizado sobre animales. Si bien hay algunos datos de casos aislados en el ser humano, estos no arrojan suficiente evidencia científica. Por ello es difícil saber con certeza qué daño pueden provocar en el lactante los contaminantes en la leche. Ante este escenario, y para salvaguardar la salud infantil, los especialistas recomiendan seguir el principio de precaución. Aseguran que lo idóneo es proporcionar agua, aire y alimentos no contaminados para proteger a la madre y al bebé. Eso sí: insisten en que el tabaco es el contaminante químico más importante para las mujeres lactantes y, por supuesto, también las embarazadas, ya que no hay un «número seguro» de cigarrillos al día que no afecte al feto o al bebé.

Contaminantes en la leche materna

Las Unidades de Salud Medioambiental Pediátrica (USMAP o PEHSU -Pediatric Environmental Health Speciality Unit-) tienen la función de reconocer, evaluar, tratar y prevenir las enfermedades y los riesgos ambientales en la infancia. Un ejemplo de ello es la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica de Murcia, del Hospital Materno Infantil Universitario Virgen de la Arrixaca. Un documento elaborado por sus especialistas resume las consideraciones más importantes respecto a los contaminantes en la leche materna.

Después del tabaco, los mayores contaminantes son los pesticidas, los compuestos organohalogenados y la radioactividad

Para ellos, y con los datos disponibles, la lactancia materna es la mejor manera de alimentar a un bebé y aporta muchos más beneficios que las fórmulas infantiles. Aunque ambas puedan contener niveles de contaminantes considerables, los beneficios de la leche materna superan con claridad cualquier riesgo para la salud asociado a los químicos presentes. Sin embargo, se conoce que los bebés alimentados con leche contaminada con policlorobifenilos (PCB) tienen más riesgo de sufrir infecciones, igual que aquellos alimentados con fórmula.

Seis consejos para mantener a raya la exposición a los contaminantes

  1. Lavar bien y pelar los vegetales y las frutas antes de comer.
  2. Desechar la grasa de los alimentos animales.
  3. Limitar la exposición a productos destinados a la limpieza o pinturas que contengan solventes volátiles, y pedir a otras personas que reposten gasolina a su automóvil.
  4. Evitar el uso de pesticidas, plaguicidas e insecticidas dentro de casa y en el jardín, como aquellos que contengan dieldrin, de uso habitual para luchar contra las termitas.
  5. Evitar el contacto con productos químicos que se usan para proteger la madera del ataque de hongos, bacterias e insectos que contengan pentaclorofenol.
  6. Desechar el pescado que proviene de agua dulce contaminada.
El tabaco en el embarazo

Fumar no solo dificulta poder quedarse embarazada, también influye en la evolución de la gestación. Eleva el riesgo de sufrir un aborto espontáneo, de tener un parto prematuro, bebés con bajo peso al nacer y muerte perinatal. Incluso, genera posteriores problemas de salud en el lactante, como alergias, enfermedades respiratorias o muerte súbita. Además, hay estudios que lo asocian a mayor probabilidad de sufrir déficit de atención e hiperactividad(TDAH).

No es todo. Sus efectos nocivos podrían ir mucho más allá. Al parecer, también la futura descendencia de la embarazada fumadora -en concreto, sus nietos- sufrirían sus efectos. Así lo revela el primer análisis a lo largo de tres generaciones sobre los riesgos de los cigarrillos que se ha llevado a cabo por un grupo de investigadores de los hospitales La Fe de Valencia, Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia y Hospital de Madrid publicado en la revista “Journal of Pediatrics and Child Health”.

Según la última Encuesta Nacional de Salud del año 2006, realizada por el entonces Ministerio de Sanidad y Consumo, en España el 31,9% de las mujeres con edades comprendidas entre 25 y 44 años es fumadora habitual, y la prevalencia del tabaquismo en las embarazadas es alta, entre el 22% y el 32%, con una gran tasa de abandono al comienzo de la gestación.

Aunque muchas de ellas se plantean abandonar este hábito durante la gestación, algunas no lo logran. Los factores asociados a la dificultad de dejar de fumar son: bajo nivel económico y educativo, ser multípara, estar sin pareja o tener pareja fumadora, consumir más cigarrillos al día antes del embarazo, y no creer que el tabaco afecte a su propia salud o la del bebé.

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