Una razón más para reducir los ultraprocesados en los adolescentes: influyen en su salud mental

Los adolescentes que consumen una mayor cantidad de alimentos y bebidas ultraprocesadas presentan mayores dificultades en relación con su salud mental
Por María Huidobro González 31 de julio de 2023
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Imagen: Pavel Danilyuk

Desayunan leche con cacao soluble que acompañan con sus cereales preferidos. A media mañana y en la merienda, matan el hambre con unas patatas fritas, unas galletas o una bebida energética, por ejemplo. Y para comer y cenar, es habitual verles con una hamburguesa o pizza en la mano y el refresco de rigor. De lo citado, solo la leche no es un producto ultraprocesado. En un día normal, los adolescentes consumen muchos: en torno a un 67 % de su ingesta calórica proviene de alimentos ultraprocesados. Y esto tiene consecuencias sobre su salud física, pero también sobre su salud mental, como advierte un estudio reciente hecho en nuestro país. En las siguientes líneas vemos varios ejemplos de ultraprocesados que toman nuestros hijos a diario y los efectos que tienen en su salud, a pesar de que los adolescentes saben cómo mejorar su alimentación.

Los alimentos ultraprocesados preferidos por los adolescentes

¿Qué son los alimentos ultraprocesados? Según la clasificación NOVA, son los alimentos (y las bebidas) incluidos en el grupo 4: productos elaborados a partir de otros alimentos, muchos de ellos procesados, y que suelen contener aditivos como potenciadores de sabor, colorantes, aromatizantes, almidones, etc. que los hacen muy sabrosos, atractivos y hasta adictivos.

Por su parte, Javier Sánchez Perona, autor del libro ‘Los alimentos ultraprocesados’ y científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), añade en esta entrevista que tienen un grado de procesamiento industrial elevado, no se puede distinguir en ellos la materia prima y cuentan con contenidos elevados en ácidos grasos saturados, azúcares o sal.

Así son muchos de los alimentos favoritos de los niños, como hemos analizado en nuestro monográfico sobre obesidad infantil. Pero también están entre los preferidos por los adolescentes. Y es que precisamente muchos de los productos que los chicos y chicas consumen a diario son alimentos ultraprocesados.

Un estudio reciente realizado en Cataluña, que contó con la participación de 560 jóvenes de entre 14 y 17 años para ver si hay relación entre la ingesta de ultraprocesados y distintas dificultades psicosociales —y del que hablaremos después—, recogió qué comieron y bebieron el día anterior a la encuesta. Y fueron sinceros.

No tomaron muchas frutas y verduras. Los chavales declararon una ingesta media de 1,93 raciones por día de estos alimentos saludables (dos raciones ellas, frente a las 1,7 raciones de ellos), muy alejada de las cinco raciones al día recomendadas. En cambio, los adolescentes sí confesaron que habían consumido el día anterior una media de 7,7 ultraprocesados (8,6 los chicos frente a los 7 de las chicas): 

  • Más del 60 % de los participantes tomaron embutidos y similares.
  • Del 50 al 60 % comieron galletas y carnes procesadas (salchichas, hamburguesas, pescados o palitos de carne de Frankfurt y/o parecidos).
  • Del 40 al 50 % consumieron productos y bebidas de chocolate, snacks (aperitivos, galletas, patatas fritas y otros snacks salados o con sabor) y salsas (mayonesa, kétchup, mostaza).
  • Del 30 al 40 % tomaron yogures de sabores, panes procesados (rebanadas, hamburguesas o pan de perrito caliente), bollería, cereales de desayuno azucarados, refrescos, zumos de frutas envasados y patatas fritas congeladas.
  • Menos del 15 % se decantaron por bebidas energéticas, margarina, barritas de cereales y bebidas alcohólicas.
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Imagen: Max Fischer

El trabajo, llevado a cabo por el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) y el Instituto de Investigación Biomédica de Gerona (IDIBGI), destaca que los chicos consumieron significativamente más salsas, yogures, refrescos y bebidas energéticas, zumos, pizzas y carnes procesadas y barras de cereales que las adolescentes.

También es interesante tener en cuenta que, como revela otra curiosa investigación estadounidense, a estas edades la ingesta de ciertos productos ultraprocesados puede ser “la puerta de entrada” para comer mayores cantidades de otros alimentos ultraprocesados. Así observaron que ocurre con los dulces (se asocia a un incremento del 31 % en el consumo de otros alimentos poco saludables), la bollería (12 %) y los postres congelados (11 %).

Efectos de los ultraprocesados en los adolescentes

Está claro que el consumo de productos ultraprocesados no es para nada saludable. Diversos estudios han visto una asociación entre su ingesta y un mayor riesgo de obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer y muerte prematura.

Y en el caso de los adolescentes la repercusión no podía ser menor. Tal y como exponen los investigadores del trabajo catalán, el consumo de alimentos ultraprocesados se asocia a deficiencias nutricionales específicas, incluyendo niveles más bajos de micronutrientes y vitaminas, proteínas y fibra dietética, y una mayor ingestión de ácidos grasos saturados y trans, azúcares añadidos y sodio. Todo ello influye de manera negativa en su salud. Por ejemplo, el riesgo de obesidad es un 45 % mayor entre los adolescentes que toman ultraprocesados de forma habitual, según este otro estudio.

Además, existe una relación entre la ingesta de ultraprocesados y el estado cardiovascular de los jóvenes de 15 y 16 años. Este análisis, presentado en 2022 en un congreso de la Sociedad Americana de Nutrición, reveló que los adolescentes con mejor estado cardiovascular consumían 226 calorías menos de ultraprocesados que los que contaban con mayor riesgo de trastorno cardiovascular. “Las intervenciones destinadas a educar a las familias sobre métodos rentables para reducir la ingesta de alimentos ultraprocesados pueden ayudar a disminuir el riesgo de problemas de salud cardiovascular en la edad adulta”, concluían los investigadores.

➡️ Ultraprocesados, adolescentes y salud mental

Pero también el consumo de estos alimentos afecta a la salud mental de mayores y jóvenes. Deterioro cognitivo, demencia, pérdida de memoria… Incluso perjudica al desarrollo cognitivo del bebé, si la madre los toma durante el embarazo.

El estudio catalán publicado en la revista ‘Nutrients’, en el que también colaboraron la Facultad de Medicina y el Instituto de Neurociencias, ambas de la UAB, y la Agencia de Salud Pública de Barcelona, se fijó en la salud mental de los adolescentes, tan resentida durante y tras la pandemia. En concreto, se centró en ver si hay una relación entre la ingesta de ultraprocesados que hacen los jóvenes y las dificultades psicosociales (como bajo estado de ánimo, sensaciones de ansiedad o problemas atencionales) u otros problemas de conducta con los demás que pudieran presentar.

Para ello, además de conocer el consumo diario de ultraprocesados y de frutas y verduras, también preguntaron a los chavales por la actividad física que realizan, ya que los hábitos saludables tienen efectos positivos contrastados para la salud mental. Pero tampoco en este caso los adolescentes siguen las recomendaciones de ejercitarse durante un mínimo de una hora al día. Tan solo reconocían que hacían actividad física una media de 2,9 días a la semana: 3,6 días los chicos, y 2,3 días las chicas.

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Imagen: cottonbro studio

Y, por supuesto, se interesaron por su estado emocional. ¿Cómo se encontraba la salud mental de los adolescentes? Un 26,2 % de ellos presentaron algún tipo de problema psicosocial:

  • un 33,9 % en relación con el malestar emocional, principalmente depresión o ansiedad.
  • un 9,5 % referente a problemas de atención.
  • un 3,9 % relacionado con problemas de tipo conductual.

Por sexos, las chicas mostraron una mayor problemática psicosocial en todas las esferas, especialmente en relación al estado de ánimo bajo y las sensaciones de ansiedad. Los problemas de conducta fueron similares entre ambos sexos.

Y sí, los resultados de la investigación revelaron una asociación directa entre un elevado consumo de alimentos y bebidas ultraprocesadas, el malestar emocional y los problemas de conducta, y destacaron su asociación con el bajo estado de ánimo reportado por los participantes. “La asociación hallada entre el consumo de ultraprocesados y los problemas de estado de ánimo y ansiedad en adolescentes es congruente con estudios anteriores realizados en muestras similares”, explica en un comunicado Pietro Tonini, investigador del ICTA-UAB y primer autor del estudio junto a Marta Reales del IDIBGI.

En cambio, hacen tres puntualizaciones:

  • Encontraron asociación entre el consumo de alimentos ultraprocesados y los problemas de conducta, que incluyen comportamientos como pelear o molestar a otros, no escuchar las reglas, negarse a compartir, no comprender los sentimientos de los demás y coger cosas que pertenecen a otros. “Se trata de un nuevo hallazgo no reportado en estudios anteriores utilizando una clasificación de alimentos basada en el nivel de procesamiento de alimentos. Sin embargo, puede ser congruente con investigaciones anteriores que muestran una asociación entre el consumo de bajo contenido nutricional (es decir, comida basura) y comportamientos violentos en muestras de adolescentes”, señalan en el estudio.
  • No se encontraron asociaciones con síntomas de déficit de atención/hiperactividad (TDAH) en nuestra muestra de adolescentes”, reconocen.
  • La relación entre ultraprocesados y los problemas psicosociales es más marcada entre los adolescentes varones. Esto podría deberse al hecho que ellos consumen una mayor cantidad de determinados tipos de ultraprocesados, como bebidas azucaradas y edulcoradas (refrescos y bebidas energéticas y zumos de fruta envasados) y carnes procesadas, así como al hecho de que toman menos fruta y verdura”, asegura Tonini.

Por todo ello, el investigador del ICTA-UAB añade que los resultados obtenidos indican que se debe estudiar más a fondo la relación entre el consumo de estos productos y los problemas atencionales y de conducta.

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