Como en una galería de arte, pero en casa. Colgar cuadros es una tarea sencilla que, según el sistema que se emplee, aporta un toque de elegancia y originalidad al hogar. Hay varias alternativas, que no siempre pasan por taladrar la pared. De hecho, el objetivo es evitarlo.
Una solución tradicional es el uso de un colgador o «cuelgafácil». Se trata de un cuerpo de plástico que termina en una o varias puntas de acero. Estos elementos se clavan en la superficie con un martillo y, sobre el cuerpo de plástico, se engancha el cuadro. El principal inconveniente es el peso que son capaces de soportar, aunque aguantan hasta 10 kilos.
Rieles y varillas
Aunque los sistemas de rieles necesitan la sujeción mediante tacos y tornillos -lo que implica el uso de un taladro-, estos pasan desapercibidos porque el propio sistema los oculta. Los tacos son necesarios para sujetar las guías de las que cuelgan los hilos o varillas, en cuyo extremo se localizan los ganchos que sujetan los cuadros. Se trata de un sistema que permite regular la altura de cada imagen y desplazarla hacia los lados fácilmente. Con él, apenas se dañan las paredes, ya que las guías se agarran en general a los techos.
El sistema de hilos es muy discreto, mientras que los rieles con varillas soportan imágenes de grandes dimensiones
La principal ventaja del sistema de hilos es su discreción. El escaso grosor del nylon hace que los hilos sean casi invisibles y crea la sensación de «cuadros en el aire». Los rieles con varillas, por su parte, permiten colgar imágenes de grandes dimensiones y peso. Pueden soportar hasta 45 kilos.
Precisamente, a la hora de elegir un sistema u otro hay que fijarse en las medidas del cuadro y en su peso. Hay diferentes alternativas para paredes altas, delgadas o de yeso. Incluso algunos fabricantes disponen de rieles para madera y ganchos magnéticos que se usan en paredes de acero y soportan hasta 20 kilos.
Después de colgar los cuadros, llega el toque final con la iluminación. Hay sistemas combinados que cuelgan los objetos a la vez que los iluminan. No obstante, lo habitual es utilizar apliques enfocados directamente hacia las imágenes. En este caso, hay que elegir la luz adecuada, en intensidad y tamaño de la bombilla, para no crear sombras ni reflejos sobre los dibujos. También es importante la distancia entre el cuadro y la lámpara, por lo que conviene hacer pruebas antes de fijar el aplique en la pared.