Los ficus se han convertido en una de las plantas de interior más comunes y sencillas de cultivar, porque toleran perfectamente las altas temperaturas, incluso las cercanas a 04º C. Por este motivo, casi no faltan en ninguna casa.
Una de las principales preocupaciones que conlleva el cultivo de estos ejemplares es la pérdida de sus hojas, que en casi todas las variedades son de grandes dimensiones, por lo que su falta se nota mucho más que en cualquier otra planta. No obstante, la pérdida de hojas es un mecanismo natural de regeneración de los ejemplares recién comprados hasta que se aclimatan a su nueva ubicación. El principal inconveniente estriba en que sus nuevas hojas serán de menor tamaño, lo que les resta vistosidad.
La perdida de las hojas puede verse acrecentada por los traslados y los cambios bruscos de temperatura. Como ha de ubicarse en el interior, deberemos situar el ficus en una estancia en la que no se produzcan cambios drásticos de temperatura. También hay considerar la alteración que producimos de forma artificial al encender la calefacción.
Es muy importante saber que estos ejemplares desprenden latex, por lo que se debe tener mucho cuidado a la hora de podarlos si no se quiere que el goteo manche el suelo o bien atraiga plagas.
Por último, tenga en cuenta que si lo que desea es un ejemplar frondoso y con muchas hojas debe emplazarse en un lugar con la mayor iluminación posible, porque cuanta más luz haya mayor será su capacidad para ramificarse. Deberá asimismo girar el ejemplar de vez en cuando para evitar que sólo se desarrolle en la dirección en la que recibe los rayos solares.