Con un poco de ingenio y paciencia siempre se pueden conseguir resultados espectaculares en la decoración interior y exterior de la casa. En este sentido, resulta muy sencillo dotar a una estancia de cierto aspecto rústico que aporte un toque de originalidad. Para conseguirlo, en lugar de emplear plaquetas, se recurre a una textura rugosa que se extiende sobre la pared. Son necesarios:
- Una llana.
- Un nivel de burbuja.
- Una esponja natural.
- Cinta de enmascarar.
- Una brocha plana y un pincel.
- Masilla o pasta tapagrietas.
Trabajar con rapidez
Lo primero que hay que hacer es delimitar, con la ayuda de la cinta de enmascarar, la zona sobre la que se aplicará la textura rugosa. Para preparar la masilla hay que seguir las instrucciones del fabricante hasta obtener una mezcla de unos cinco centímetros de espesor que se extenderá de manera uniforme con la llana.
Varias líneas verticales y horizontales simulan la anchura de los ladrillos
Concluida esta tarea, se marcan las líneas horizontales y verticales que simularán la anchura de los ladrillos. Para las líneas verticales, es conveniente emplear el canto más estrecho de la llana. Un nivel de burbuja ayudará a no torcerse al marcar las líneas, con una ligera presión sobre la pared, sin profundizar hasta el fondo del revoque.
Estos trabajos se deben realizar con rapidez antes de que la mezcla se endurezca. Así, cuando la pasta permanezca todavía húmeda, se presiona suavemente con una esponja para conseguir un efecto rugoso. Con esta técnica, la superficie adquiere una forma irregular, similar a la de la piedra que se pretende imitar.
El último paso consiste en repasar las juntas para lograr un aspecto más real. Con el mango de un pincel se presiona sobre las líneas marcadas, de manera que los trazados adquieran un aspecto irregular. También en este caso se debe trabajar con rapidez mientras la masilla no esté seca. La operación se repite en toda la superficie.
Sobre la superficie que imita a los ladrillos debe aplicarse un barniz acrílico en tono roble claro
Respecto al color, sobre la superficie que imita a los ladrillos debe aplicarse un barniz acrílico en tono roble claro. Éste se extiende con una brocha plana y toques ligeros para obtener el color base del muro. Una vez seco, se aplica una segunda mano de esmalte acrílico blanco mediante la técnica del punteado y se retira el exceso de producto.
Las juntas, por su parte, se pintan de color gris claro para simular el mortero. Al igual que el barniz, la pintura debe aplicarse una vez que la pasta que imita a la piedra se haya secado por completo. Así se logra un mejor agarre y se evita que la masa pierda su forma.