Las pérdidas de calor de una estancia o la entrada de aire desde el exterior al interior de la casa son relativamente frecuentes, sobre todo en edificios de cierta antigüedad. Los lugares más habituales por los que se producen las fugas de calor son la parte inferior de las puertas, las cajas de las persianas y las ventanas.
Pero es muy diferente tener que actuar sobre una caja de persiana que sobre un burlete en concreto de una ventana o sobre alguna grieta cercana a la misma. Pues bien, para saber efectivamente dónde se localiza esa entrada y salida de aire se puede recurrir a un truco muy sencillo: coger una vela y encenderla; luego, dejarla quieta durante algún tiempo y observar si la llama se mueve como consecuencia de alguna pequeña corriente de aire. Se recomienda hacer la misma acción en diferentes zonas de la ventana y de la caja de la persiana hasta detectar el movimiento de la llama.
Para que el truco funcione el resto de la estancia debe estar totalmente cerrada, a salvo de influjos de aire provenientes de otras habitaciones y pasillos.
