El parqué normalmente suele tener un acabado barnizado o aceitado, siendo mucho más común el primero, debido a su gran resistencia y al escaso mantenimiento que requiere, lo que le permite prácticamente equipararse a los suelos de gres.
Gracias al acabado barnizado se puede limpiar el parqué fácilmente con una mopa a diario, e incluso fregarlo con la fregona bien escurrida cuándo esté más sucio. Los barnices de ureafomol son los más resistentes, pero cuentan con la desventaja de no poder ser aplicados por personas no profesionales y, además, en maderas blandas su aplicación no es recomendable.
Sin embargo los barnices poliuretanos sí pueden ser aplicados por el usuario y son también resistentes y de fácil mantenimiento. Asimismo existen barnices acrílicos al agua, que son menos resistentes pero cuentan con la ventaja de no ser sólidos.
Los suelos aceitados tienen un acabado con un aspecto mucho más natural, pero sus necesidades de mantenimiento son mayores. No obstante, acentúan el color de la madera y proporcionan más calidez a la estancia.
