Las plantas no son un mero elemento más que conforma la decoración de nuestra casa, son seres vivos que requieren de nuestra colaboración y cuidados para poder subsistir.
La mera presencia de cualquier planta nos invita a estar más relajados y en contacto con la naturaleza. Además durante el día nos otorgan un aporte extra de oxígeno al ambiente gracias a la fotosíntesis, siendo capaces de eliminar parte de la contaminación ambiental.
Las plantas liberan sustancias fitoquímicas que son capaces de eliminar las esporas de moho y las bacterias que pululan libremente en el aire del ambiente. La mayoría de los ejemplares de interior son capaces de cultivar microbios, sobre y alrededor de sus raíces, que son capaces de descomponer estructuras orgánicas complejas que se encuentran en las hojas y en otros deshechos.
Sus hojas pueden absorber sustancias orgánicas gaseosas y digerirlas o trasladarlas a las raíces, dónde sirven de alimento a los anteriormente mencionados microbios. Durante la transpiración aportan a los microbios presentes alrededor de las raíces sustancias contaminantes que facilitan su desarrollo.
También son capaces de aumentar la humedad ambiental, consiguiendo que nuestras estancias permanezcan más frescas en verano y que el aire sea más respirable. Durante el invierno, si las colocamos juntas, también son capaces de generar su propio microclima, más húmedo, para contrarrestar la sequedad ambiental que provocamos artificialmente al conectar la calefacción.
Los ejemplares de interior más eficaces a la hora de eliminar parte de la contaminación atmosférica y purificar el aire son el helecho, la areca, la kentia, el espatifilo, la drácena marginata o la cheflera.
