Una muestra de cariño habitual suele consistir en regalar flores. Cuando se vaya a hacerlo, siempre se ha de tener presente que la cantidad de flores o el dinero gastado no expresan ni más ni menos afecto. Sin embargo, una muestra de mayor sentimiento, sí es la preparación del ramo por parte de uno mismo, con los defectos y virtudes que ello supone.
El primer paso se centrará en elegir la flor que se desea regalar tanto por el significado que pueda tener como por la belleza del propio ejemplar. Con adquirir o cortar del jardín tres o cuatro flores bastará, no es obligatorio hacerse con una docena. Luego, se cortarán un par de ramas de esparraguera, o cualquier otro tipo de rama verde, como limonium, refern o eucalipto, lo que ayudará sin duda a dar volumen al conjunto. Es recomendable distribuir las flores y las ramas de manera alternativa, pero procurando que el protagonismo lo tengan siempre las flores. Con una goma elástica colocada en la parte inferior de los tallos se asegurará la unión del ramo.
Finalmente con papel de cebolla o de celofán, tanto transparente como de colores, pero siempre manteniendo una armonía cromática, se rodeará el ramo. Un lazo brillante en la base puede bastar para fijar el papel y darle el toque de elegancia necesario.
Sabiendo el procedimiento tan sencillo que lleva la composición de un ramos de flores, no resultará complicado regalar uno, confeccionado por uno mismo.
