Pequeñas rejillas para evitar atascos en las tuberías

Las pequeñas rejillas o cazoletas son unos utensilios económicos, fáciles de conseguir y muy útiles que impiden el paso de elementos que puedan obstruir los desagües
Por EROSKI Consumer 4 de enero de 2005
Img rejilla

Las pequeñas rejillas, que se adaptan a los huecos de los desagües e impiden el paso de objetos como pelos o restos de comida, son grandes aliadas para impedir que las tuberías de casa se atasquen. Se utilizan tanto en los desagües de la cocina como en el baño. Este artículo explica su función como filtro para las cañerías, las precauciones que conviene tener en cuenta, las limitaciones de estas herramientas y posibles soluciones para las tuberías atascadas.

Las pequeñas rejillas, un filtro para las cañerías

Los atascos en las tuberías constituyen un problema que, en ciertas ocasiones, es engorroso y desagradable de resolver. Por tal motivo, se deben tomar las mayores precauciones posibles con el fin de evitar que estos atascos se produzcan. Un recurso simple, económico y efectivo radica en el uso de pequeñas rejillas en los huecos de los desagües, tanto en el fregadero de la cocina como en la bañera o el plato de ducha en el cuarto de baño. Estas rejillas, también llamadas cazoletas, poseen orificios más pequeños que los propios del desagüe y, colocados encima, retienen e impiden el paso de objetos de mayor tamaño que podrían obstruir todo el sistema.

Las rejillas poseen orificios más pequeños que los del desagüe y funcionan como filtro para todo el sistema

El funcionamiento de estas rejillas (que se consiguen con facilidad en tiendas especializadas) es sencillo. Su forma y tamaño se deben adaptar a las del hueco del desagüe. Así, colocadas sobre él, actúan como filtro de lo que cae y pudiera escurrirse por el sistema de cañerías. En la cocina, la mayor parte de estos objetos son restos de comida, mientras que en el baño ocurre con mayor frecuencia con pelos, pequeñas piezas de jabón sólido, etc.

Una vez terminada la tarea en cuestión (fregar los platos, darse una ducha o un baño, etc.), hay que quitar la pequeña rejilla y limpiarla, para evitar que la suciedad se acumule en ella. No solo por una cuestión de higiene, sino porque, además, si no se retiran esos restos, lo más probable es que se deshagan poco a poco y terminen, de todas maneras, en el interior de las tuberías.

Precauciones, más allá del uso de las rejillas

Más allá de la recomendación de emplear pequeñas rejillas o cazoletas para evitar que los elementos sólidos más grandes no acaben en el desagüe, lo conveniente en realidad es tomar una precaución previa: arrojar esos restos sólidos al cubo de los residuos. Cuanto mayor sea el cuidado al hacerlo, menores serán los riesgos de obstrucciones en las cañerías.

Nunca se deben arrojar en la taza del váter objetos sólidos ni papel demasiado grueso o que no sea biodegradable.

En caso de que las tuberías sean antiguas y, por efecto del sarro y otros sedimentos acumulados a lo largo de los años, tiendan a obstruirse, es recomendable arrojar por el desagüe, una vez a la semana, una olla de agua hirviendo. Esto ayudará a impedir que los atascos sean demasiado frecuentes.

Lo que las rejillas no pueden impedir

Las pequeñas rejillas no pueden impedir el paso de sustancias líquidas o fluidos. Por tal motivo, se debe evitar (siempre que se pueda) arrojar grasa o aceite por el desagüe de la cocina, ya que estas sustancias, al secarse, quedan adheridas a las paredes de los caños, luego retienen pequeños restos de alimentos y, con el paso del tiempo, originan atascos. Lo más apropiado es que la grasa, el aceite y similares sean acumulados en algún recipiente y llevados después a un punto limpio.

Para evitar los atascos, se debe procurar que los restos sólidos que se vayan por las tuberías sean los menos posibles

Tampoco se debe echar por el desagüe, por supuesto, cualquier sustancia que pueda contaminar las tuberías, como pintura, disolventes, cera de velas, etc.

En el baño es inevitable que productos como el champú, jabón líquido, gel de ducha, etc., discurran hacia el desagüe. Estas sustancias también forman delgadas películas sobre las paredes de los caños, que se engrosan a medida que pasa el tiempo y retienen pelos y otras posibles partículas sólidas. Por tal motivo, lo que se debe procurar es que la menor cantidad de estos elementos sólidos se vayan por las tuberías.

Desatascar tuberías

Para desatascar las tuberías existen dos soluciones posibles. Por un lado, el uso de limpiadores y desatascadores químicos. Estas sustancias son, por lo general, muy efectivas, sobre todo en el caso de atascos como los que se describen aquí, ocasionados solo por acumulación de pequeños sedimentos y no por la presencia de un objeto sólido de gran tamaño y mayor resistencia.

Antes de usar estos productos hay que leer con atención sus indicaciones y luego seguirlas al pie de la letra, ya que en muchas ocasiones contienen sustancias tóxicas que requieren la utilización de guantes, mascarillas o gafas. Un cuidado mínimo: verter el desatascador con ayuda de un embudo, para evitar que el líquido entre en contacto con las partes externas del hueco del desagüe. Luego ese embudo se debe tirar o guardarlo y reservarlo solo para otros casos de este tipo.

La otra solución consiste en el uso de elementos naturales, más saludables y ecológicos: una mezcla de partes iguales de levadura química y vinagre blanco. No resulta tan potente como los limpiadores que se venden en tiendas, pero en general es una combinación efectiva, ya que afloja y ablanda los ácidos grasos. Después de unos minutos, una buena cantidad de agua hirviendo sirve para completar la tarea.

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