Tanto si ha instalado el estanque antes de plantar definitivamente los ejemplares de su jardín como si ha decidido incorporarlo una vez que ya tiene la vegetación perfectamente asentada, debe escoger con mucho las plantas y árboles que sitúa a su alrededor.
En general se recomienda que los estanques se emplacen lejos de los árboles, puesto que las hojas que caen al estanque se descomponen liberando unos gases que, en grandes dosis, son mortales para los peces y otros animales. Además un estanque lleno de hojas da una sensación de estar poco cuidado, por lo que es necesario retirarlas, tarea bastante ingrata que habrá que hacer muy a menudo a lo largo del otoño.
Aparte de esta consideración general, hay árboles que pueden resultar especialmente perjudiciales como lo pueden ser los sauces. Las raíces de estos desmayos son verdaderamente fuertes y sin duda pueden dañar el revestimiento del estanque, produciendo en él agujeros por los que se escapará el agua..
También hay una familia de árboles y/o arbustos del género Prunus que es mejor mantener alejada de los estanques o cualquier elemento de agua. La razón está en que habitualmente estos ciruelos y cerezos albergan unos insectos, los áfidos, que en climas cálidos y secos atacan a los nenúfares.
Otros enemigos de los elementos que hay dentro de un estanque son el Laburnum y el laurel, ambos poseen un follaje y unas semillas altamente tóxicos como para estar en contacto con el agua de un estanque. Si lo hacen probablemente lleguen a acabar con toda la vida animal que éste albergue en su interior.
