¿Cuál es tu nivel de endeudamiento? 3 pautas para reducirlo

Las deudas pueden convertirse en un problema serio del que escapar con medidas como controlarlas a través de las tarjetas
Por José Ignacio Recio 2 de septiembre de 2016
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Imagen: stevepb

Las deudas, aparte de ser un incordio, pueden suponer problemas serios, hasta el punto de cambiar la vida a quien las tiene, por culpa de verse obligado a realizar ajustes muy fuertes en los gastos más habituales. Con este artículo se dispone de toda la información necesaria para comprobar cuál es la capacidad personal de deuda real y las claves más eficientes para no llegar a estos extremos tan peligrosos en las economías domésticas.

¿Cuál es tu capacidad de endeudamiento?

Estar en situación de endeudamiento es uno de los peores escenarios a los que pueden llegar las familias, en especial si su nivel es más elevado de lo habitual.

En primer lugar, será necesario diagnosticar cuál es su capacidad de endeudamiento. Este no será otro que el nivel de deuda que puedan importar sin que les repercuta en sus presupuestos familiares y, por extensión, en los gastos más básicos de su vida diaria (recibos domésticos, alimentación, alquiler del piso, etc.). Como consecuencia de ello, a medida que los ingresos sean más elevados, podrán endeudarse más, mientras que las familias con pocos recursos tienen poco margen para estas operaciones económicas.

Para conocer cuál es su capacidad de endeudamiento tan solo habrá que realizar una sencilla operación de contabilidad: cuantificar cuáles son los ingresos y gastos que tienen durante todos los meses y que darán el importe exacto sobre el que pueden endeudarse. En cualquier caso, nunca deberá sobrepasarse, ya que los efectos serán demoledores sobre los afectados: agotamiento de los ahorros y hasta ciertos procesos más que complicados para saldar la deuda con los bancos u otras entidades de crédito, e incluso con penalizaciones y comisiones adicionales que incrementarán la deuda.

Aquí se ofrecen tres pautas para escapar de las deudas.

1. Ajustarse al presupuesto familiar

Pagar las vacaciones, reformar el hogar o hasta afrontar un gasto no previsto. Para que la operación no sea perjudicial, no habrá más remedio que comprobar si puede solicitarse y bajo qué cuantía. Seguramente que habrá unos ingresos anuales que puedan amortizar esta situación (devoluciones fiscales, devengos irregulares, ganancias en la inversión, dividendos, intereses en los productos de renta fija, etc.). Si no es así, será mejor buscar otra alternativa más económica.

2. No contraer deudas que no podrán pagarse

En muchas ocasiones se solicita un crédito bancario con cierta alegría, sin tener presente las deudas contraídas hasta ese momento. Si las familias tienen sin amortizar su hipoteca, créditos personales o hasta alguna línea de financiación rápida, tendrán que meditar esta decisión y hacer cálculos sobre si pueden asumir una nueva deuda. Lo deberán hacer en especial si no disponen de unos ingresos regulares muy potentes para respaldar la nueva operación.

3. Controlar las deudas a través de las tarjetas

Este medio de pago es utilizado de forma masiva por buena parte de las familias, que hasta usan su línea de crédito permanente. Es una de las maneras silenciosas para endeudarse poco a poco, casi sin darse cuenta. Las tarjetas se emplean con cierta alegría y las deudas se van incrementando todos los meses. La solución consistirá en controlar los movimientos y solo usarlas cuando puedan asumirse sus deudas. No en vano, algunos «plásticos» conllevan intereses por encima del 20%. Si es necesario, habrá que cambiarlos por otros modelos que aporten porcentajes más ajustados a las necesidades de las familias o incluso financiación sin intereses.

Difícil acceso a los créditos bancarios

Una primera consecuencia de un nivel de endeudamiento por parte de las familias conllevará que les sea mucho más complicado obtener alguna clase de financiación, tanto para el consumo como para otras finalidades más específicas. Las entidades bancarias ante estas situaciones se ven en la obligación de no conceder ninguna clase de préstamo, hasta el punto de rebajar el límite de su línea de crédito en las tarjetas si fuera necesario y de incluso anularlas en los casos de mayor gravedad.

Este escenario se complica sensiblemente si los afectados se encuentran en una lista de morosos (ASNEF, RAI, etc.). Es estos casos tendrán vetado el acceso a toda clase de fuentes de financiación. Como último recurso, solo podrán recurrir a los créditos que conceden las plataformas financiaras online. Muchos de estos préstamos tan especiales están abiertos a demandantes con deudas, aunque a cambio de asumir un tipo de interés mucho más expansivo que en los formatos tradicionales confeccionados por los bancos: en general por encima de la barrera del 20% y con fuertes penalizaciones, si no se cumplen las condiciones.

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