Si antes de la crisis los aspectos que más valoraban los ciudadanos en el momento de elegir la modalidad de ahorro eran la liquidez y la transparencia, hoy son la seguridad y la rentabilidad los factores que hacen que una persona se decante por un producto u otro. Los partícipes en planes de pensiones han perdido dinero en los últimos años porque muchos de ellos tenían el capital invertido en fondos que no estaban asegurados. Han visto cómo los ahorros destinados a la vejez disminuían y, por eso, en el último año, han buscado opciones que aportaran una fiscalidad interesante, a la vez que garantizaran su capital y dieran una rentabilidad segura a sus aportaciones. Los planes de pensiones garantizados reúnen estos tres requisitos, por lo que se han convertido en los protagonistas de la temporada.
El dinero, a buen recaudo con planes de pensiones
Debido a la crisis, los inversores han modificado sus patrones de riesgo y la mayoría ha movido su dinero a lugares seguros. Aunque hay gente que aún pone parte de su patrimonio en productos en los que puede ganar y perder dinero, la tendencia del consumidor medio se dirige, hoy en día, a obtener cierta rentabilidad sin que su capital disminuya. Los planes de pensiones garantizados son el refugio de muchos inversores que están dispuestos a recibir unos intereses algo menores que los ofrecidos por otros fondos a cambio de saber con seguridad que sus ahorros no se volatilizarán y que obtendrán los réditos pactados en el contrato.
Las turbulencias del mercado, los vaivenes de la Bolsa y la incertidumbre económica global son factores clave para que la desconfianza se incremente. Muchos ciudadanos han visto cómo decrecían los ahorros que tenían depositados en sus planes de pensiones. En su momento, estos productos fueron muy rentables en su versión no garantizada, pero hoy en día los consumidores huyen de ellos.
Si opta por la renta fija, el cliente sabe con exactitud el dinero que obtendrá cuando cobre su plan de pensiones
Ante la demanda de quienes piden seguridad y rentabilidad para sus ahorros, la mayoría de las gestoras centra sus acciones en ofrecer planes de pensiones garantizados. La campaña de bancos y aseguradoras para conseguir clientes se intensifica durante noviembre y diciembre. De hecho, en torno al 75% de las aportaciones se realiza durante el último trimestre. Al ser un producto que desgrava, los últimos meses del año son claves para hacer cuentas y calcular los beneficios que se pueden obtener con la inversión.
Qué son los planes de pensiones garantizados
Los planes de pensiones garantizados funcionan de forma similar al resto de los productos de este tipo. La única diferencia es que el partícipe sabe que recuperará al vencimiento la totalidad del capital inicial invertido. Además, suelen llevar asociado un interés que puede ser fijo o variable, según el plan que elija el usuario.
Si opta por la renta fija, el cliente sabe con exactitud el dinero que obtendrá en concepto de intereses cuando pueda cobrar su plan de pensiones. Si lo contrata a un 3% anual durante cinco años, tiene que multiplicar el capital depositado por el interés y el tiempo que lo mantiene. Así sabrá cuánto obtendrá al finalizar la vida del producto.
Cuando la rentabilidad está sujeta a un índice variable, es más complicado conocer las ganancias de un plan de pensiones, ya que pueden subir o bajar. El capital está siempre garantizado, pero hasta el vencimiento se desconoce con exactitud el importe de la ganancia. El rendimiento se establece según el comportamiento de una cesta de valores o de un índice bursátil. Pero el cliente no obtendrá como beneficio la revalorización total, sino un porcentaje prefijado por la entidad que comercializa el producto. Si se pacta que el cliente obtendrá un 20% de la subida del Eurostoxx en un tiempo determinado, por mucho que suba este índice, el cliente no obtendrá más que este porcentaje del incremento, y lo mismo sucederá si baja.
En todo caso, los productos que más se comercializan este año y más éxito tienen entre los consumidores son los planes de pensiones garantizados con un interés fijo, puesto que las expectativas de la Bolsa, tanto española como de otros países, son bastante inciertas.
Cómo funcionan
Las entidades que comercializan los planes de pensiones garantizados ponen a disposición de sus clientes el producto y marcan un plazo durante el cual cualquier persona puede contratarlo. Además, fijan un tiempo en el que el partícipe no podrá retirar su dinero, establecen el tipo de interés que recibirá e indican si es fijo o variable. También deben comunicar las comisiones que cobran y qué ocurriría si el cliente incumple las condiciones acordadas.
Estos planes tienen un perfil claramente conservador
La garantía está vigente siempre y cuando el partícipe mantenga su dinero hasta el vencimiento, pero también puede darse la circunstancia de que deba retirarlo, bien porque quiere contratar otro producto, porque necesita el capital o porque se dé alguna de las contingencias que permita cobrar de forma anticipada el plan de pensiones, como paro o enfermedad. En estos supuestos, la rentabilidad dependerá del valor del mercado y la garantía que se da al inicio se pierde. Es posible también que los contratos incluyan penalizaciones económicas en forma de comisiones.
Conviene, por tanto, estar seguro de que el dinero depositado no se necesitará en el plazo que dure el contrato, conocer con claridad qué ocurriría en el caso de retirar el capital con antelación y las comisiones que habría que pagar en esta circunstancia.
Cambiar a un plan garantizado
Los ciudadanos pueden pasar de un plan de pensiones a otro sin que se les penalice fiscalmente. Muchos de los contribuyentes que tenían su capital en un producto no garantizado se han cambiado tan pronto como han podido a uno en el que no puedan perder su dinero. Pero, según señalan desde el Observatorio Inveco, numerosos ahorradores desconocen las ventajas de traspasar el patrimonio de un producto a otro.
Conscientes de la gran demanda que tienen los planes asegurados, los bancos y las compañías que ofrecen este tipo de productos hacen ofertas agresivas para atraer a clientes de otras entidades o a partícipes que abren sus planes de pensiones por primera vez. Junto con los intereses, en torno al 3,5% y que superan en algunos casos el 4%, dan bonificaciones económicas sobre el capital traspasado desde otras entidades y hacen regalos para los partícipes, cuyo valor depende del dinero que ingresen.
A quiénes se dirigen
Los planes de pensiones garantizados tienen un perfil claramente conservador. Están recomendados para personas que quieran asegurar su capital y ganar unos intereses. Quienes desean alejarse del riesgo que suponen otros productos con los que se puede perder dinero, encuentran en estos planes una inversión totalmente segura con una rentabilidad más o menos conocida de antemano.
Los intereses de estos productos rondan el 3,5% anual
Por otra parte, los expertos recomiendan estos productos a corto o medio plazo, como máximo 10 años, y a personas que están próximas a la edad de jubilación. Tener un plan de pensiones garantizado a largo plazo, unos 20 años, asegura un interés. No obstante, tener el dinero inmovilizado durante tanto tiempo impide participar en inversiones más rentables a corto plazo. Los intereses pueden subir en un tiempo, pero el partícipe ya habrá comprometido su dinero. Además, para tratarse de un periodo tan largo, los réditos no son demasiado elevados.
Quienes se jubilen en los próximos años son los destinatarios más adecuados para este producto, puesto que no lo mantendrán durante mucho tiempo y se aseguran, por una parte, el capital y, por otra, unos intereses conocidos.
Si a pesar de todo una persona joven quiere contratarlo, puede hacerlo a corto plazo y, cuando venza el contrato, invertir el dinero en otro plan de pensiones. Si al cabo de unos años ha pasado la crisis y la situación es más estable, podrá optar por un nuevo plan garantizado o bien elegir uno menos conservador.
La desgravación fiscal es uno de los factores que más valoran los partícipes en un plan de pensiones. Con independencia de que sean garantizados o no, el dinero que se ingresa año tras año permite disminuir el importe que se paga en la Declaración de la Renta. No obstante, al percibir el dinero acumulado, este pasa a formar parte de las rentas del trabajo y sí que ha de tributar por la cuantía percibida.
Las aportaciones anuales que realizan los contribuyentes son deducibles de su base imponible en el menor de los siguientes importes:
- El 30% de la suma de los rendimientos netos del trabajo y de actividades económicas para quienes tengan menos de 50 años, y el 50% para quienes ya los hayan cumplido.
10.000 euros anuales hasta los 50 años y 12.500 a partir de esta edad.
Por otra parte, los contribuyentes cuyo cónyuge no obtenga rentas del trabajo o de actividades económicas -o estas sean inferiores a 8.000 euros anuales- pueden reducir de su base imponible las aportaciones realizadas a los planes de pensiones de los que el esposo o la esposa sea partícipe, con el límite de 2.000 euros anuales.
Quien padezca una minusvalía física o sensorial del 65% o superior o psíquica, de al menos el 33%, puede realizar aportaciones superiores y reducir su base imponible. En el caso de partícipes con discapacidad, la cantidad máxima será de 24.250 euros y, si son tutores o familiares hasta tercer grado en línea directa o colateral, 10.000 euros. En todo caso, el límite de aportaciones anuales, al sumar las de la persona con discapacidad y familiares o tutores, será de 24.250 euros.
Cuando llega la edad de jubilación, el partícipe puede cobrar el dinero en forma de capital -en un único pago- o en forma de renta -percibe una cuantía a lo largo de un tiempo-. En todo caso, las prestaciones percibidas se consideran rendimientos del trabajo y se les aplica la correspondiente retención.
Si el contribuyente percibe la prestación en forma de capital, puede beneficiarse de una reducción del 40% de las aportaciones realizadas hasta el 31 de diciembre de 2006. En este caso, solo tributaría por el 60% de lo obtenido en ese periodo. El resto de las cantidades, desde el 1 de enero de 2007, no tienen reducción y se integran en las rentas del trabajo.
Cuando se cobre el importe en forma de renta, el contribuyente no puede disfrutar de esta reducción del 40% que obtendría si lo cobrara en forma de capital.