Recomiendan tener cuidado a la hora de contratar cursos de idiomas en el extranjero

Una de cada tres empresas que ofrecen este tipo de servicios son piratas, según un estudio
Por EROSKI Consumer 19 de mayo de 2003

Las clases entran en su recta final y son muchos los alumnos que aprovechan la inminente llegada de las vacaciones de verano para buscar cursos en el extranjero con el objetivo de perfeccionar un idioma. Gran Bretaña, Estados Unidos, Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Alemania, Francia e Italia son algunos de los destinos más demandados. Ahora bien, antes de contratar uno de estos cursos, las asociaciones de consumidores aconsejan visitar centros de prestigio «porque a veces se recurre a empresas poco conocidas que no son de fiar». Los profesionales del ramo advierten del «intrusismo» que media en el sector.

Un estudio de la Federación de Usuarios-Consumidores Independientes (FUCI) señala que una de cada tres empresas que ofrecen este tipo de servicios son piratas. Actúan irregularmente o carecen de garantías legales para los consumidores. Es por ello que se aconseja guardar la publicidad de estos cursos, ya que tiene un valor contractual y sirve, por tanto, para ejercer una eventual reclamación.

«Es el sector con más intrusismo de los que conozco. Hasta no hace mucho éramos muy pocas las organizaciones dadas de alta legalmente, y si digo que en la actualidad hay más de 200 operando, igual me quedo hasta corta», comenta Emy de Lema, delegada de la Asociación Española de Promotores de Cursos en el Extranjero (Aseproce), quien asegura que cualquier academia hoy en día no duda en enviar a un grupo de chavales a estudiar al extranjero. Las condiciones en las que lo hacen ya son otra cosa.

Esta asociación no ha cesado en su empeño por regularizar el sector desde su creación. «Intentamos concienciar a los padres de que sus hijos siempre deben llevar un seguro, y además existe un código de ética que hay que cumplir», explica Emy, que lleva 18 años en la profesión.

Relación directa

Hasta ahora, Irlanda era uno de los destinos más elegidos por los jóvenes que acudían al extranjero a perfeccionar su inglés. Ahora, este país ha comenzado a compartir su popularidad con Malta, uno de los lugares de moda de los últimos años.

Miren Aspiazu, directora de Eas-Vele, una empresa que opera precisamente desde Irlanda, afirma que «cuando visitas previamente los lugares a los que van a acudir los estudiantes, la relación es mucho más directa. De este modo no hay interferencias. Sobre todo hay que buscar que los jóvenes se sientan a gusto y que sepan que ante cualquier inconveniente que surja, siempre va a haber alguien alrededor que le va a poder ayudar».

Aspiazu sostiene que hay quien se dedica a coger grupos de estudiantes para llevarlos al extranjero. «En ocasiones el profesor, que es inglés o irlandés y vive en un pueblo, organiza con familias de su entorno las estancias. Eso es ilegal», opina, al tiempo que reclama a los interesados que acudan a agrupaciones que ofrezcan garantías.

Las asociaciones de consumidores aconsejan exigir siempre un contrato por escrito en el que se detallen todas las características del viaje, así como un seguro individual, especializado y con una cobertura lo más amplia posible de gastos médicos, pérdida de equipaje y repatriación.

Países de habla inglesa

Un año de trabajo para preparar un mes. De este modo sintetizan los profesionales del sector el sinfín de preparativos previos a julio, el mes por excelencia para niños y jóvenes. Pese a que la oferta es muy amplia, el 98% de la demanda de cursos se sigue dirigiendo a países de habla inglesa. Generalmente, el estudiante en su primer año acude a Irlanda. Después da el salto a Estados Unidos o Canadá.

Respecto al modo de alojamiento, en los últimos años se observa cierto trasvase. Tradicionalmente más del 90% de este tipo de estudiantes se alojaba con familias previamente seleccionadas. Ahora, ese porcentaje ha disminuido. En torno a un 30% de ellos se decanta por estancias en colegios o residencias, que combina con cuatro horas diarias de clase. Dentro de estos programas, estos jóvenes cuentan con monitores que les acompañan constantemente y que se encargan además de organizar actividades y visitas paralelas.

La estancia mínima de estudiantes más adultos suele ser de dos semanas. Además de inglés, francés y alemán, el interés de este tipo de alumnado se centra en idiomas como italiano, ruso o portugués.

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