Regresan 32 niños de Inglaterra tras denunciar graves irregularidades en su curso de idiomas

Denuncian que las clases las impartían profesores sin cualificar en dos salas de un geriátrico y no contaban con los «mínimos esenciales» para su aseo
Por EROSKI Consumer 14 de julio de 2002

Un total de 32 niños cuyos padres denunciaron a la empresa de cursos de verano en el extranjero E.F Internacional por incumplimiento de contrato y desamparo de sus hijos, tenían previsto llegar anoche al aeropuerto de Madrid-Barajas. A media tarde, las familias explicaron que la vuelta de los niños se produce después de que la firma reconociera las irregularidades en el curso y se comprometiese a devolverles el dinero y a ocuparse del viaje de vuelta de los alumnos, alojados en la localidad de Hastings, al sur de Inglaterra.

De los 48 niños que viajaron inicialmente, sólo quedaban algo más de una treintena, puesto que algunas familias de Bilbao y Alicante organizaron hace una semana el regreso de sus hijos. Con los 32 que llegaron anoche, sólo quedarán 9 niños españoles siguiendo el cursillo de inglés.

El pasado día 8, familias residentes en Alicante, Barcelona, Bilbao y Madrid interpusieron denuncia contra la empresa con la que contrataron el curso, al entender que las condiciones habían sido incumplidas. Las quejas se centraban en que algunos niños compartían estancia con otros españoles, cuando se trataba de que vivieran sin ningún otro hispano con la finalidad de aprender el idioma en las mejores condiciones.

Las denuncias, concretamente la que han puesto varios padres en los Juzgados de Plaza de Castilla en Madrid, apuntan entre otras cosas que el compromiso adquirido por EF de poner un monitor por cada 15 estudiantes había sido «totalmente incumplido», ya que sólo había uno para un grupo de 50.

Las clases las impartían profesores sin cualificar y en dos salas de un geriátrico, «sin condiciones, medios, ni nada que se parezca a un lugar de estudios», según las quejas. El alojamiento con algunas familias era «tercermundista», relataron los padres, hasta el extremo de que algunos adolescentes «dormían entre parásitos», y no contaban con los «mínimos esenciales» para su aseo.

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