El abeto de Navidad

Prestar un poco de atención al consumo que realizamos durante estas fechas puede extender los tradicionales buenos deseos a la naturaleza y también a nuestro bolsillo.
Por EROSKI Consumer 20 de diciembre de 2004

Es el mes más consumista del año. Algunos sectores, como el del turrón, el cava y el juguete dependen casi en exclusiva de la campaña de Navidad, mientras otros, como electrónica, discos o cosméticos concentran una parte importante de su facturación.

Ecologistas en Acción, entre otras muchas organizaciones, realiza una campaña en estas fechas recordando cómo en otras partes del mundo se carece de lo básico al tiempo que el afán consumista contribuye a esquilmar los recursos naturales.

El ejemplo más directo es el abeto de Navidad. Existen viveros dedicados únicamente a la producción de estos árboles para «usar y tirar», ya que se venden aproximadamente dos millones al año. Este cultivo intensivo precisa de fertilizantes, abonos y otros productos químicos perjudiciales. Por otra parte, en el gusto del consumidor priman especies de pino no autóctonas, naturales de climas más húmedos y fríos.

Los árboles artificiales son una alternativa más barata, al durar varios años. Si a pesar de todo se decide por un árbol natural, hay que procurar:

–Que tenga abundante cepellón y raíces.

–Regarlo abundantemente cada cuatro días.

–Proporcionarles un tiesto amplio, para que las raíces puedan seguir creciendo.

–No dejarlo más de diez días dentro de casa.

–Alejarlo de las zonas de calor intenso.

–Si no es de especie autóctona, no replantarlo en el medio natural; mejor en parques públicos o jardines.

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