Inconvenientes y ventajas de los pavimentos duros

Como norma general es conveniente limpiarlos con agua y productos neutros
Por EROSKI Consumer 25 de mayo de 2006

Los pavimentos de los suelos se clasifican normalmente en tres grandes grupos: duros, medios y blandos. Los procedimientos de limpieza varían según sus características. En este artículo veremos los suelos duros.

Tipos:

Según el material del que están compuestos pueden ser de:

. Piedras naturales: mármol, granito, pizarra…

. Piedras artificiales: terrazos, azulejos, porcelana, mosaico, baldosas cerámicas.

. Arcillosos: ladrillo, gres, florentino…

. Arcillosos pulidos: cerámica y gres esmaltados, baldosas esmaltadas, etc.

. Cemento: pulido, bruñido, lavado o blindado.

Ventajas:

Al estar formados por materiales duros, son muy resistentes a los golpes y al desgaste, y por lo tanto son muy duraderos. Soportan muy bien la humedad y los productos de limpieza, por lo que su mantenimiento resulta senillo. En general son homogéneos y poseen baja porosidad, aunque algunos tipos pueden adquirir porosidad con el tiempo y requerir tratamientos especiales de pulido. Existe una amplia gama de precios, desde económicos como el terrazo, hasta más caros como el mármol.

Inconvenientes:

Son fríos y duros a la pisada. Algunos de ellos necesitan de más cuidados, como el cemento pulido o bruñido y el mármol, que precisan ser pulidos cada cierto tiempo.

Lugares de uso común:

Se pueden instalar en lugares de mucho uso y muy expuestos a la suciedad. Son ideales para exteriores, para porches y terrazas; también resultan muy cómodos en las cocinas y en los baños.

En casas de estilo rústico se consiguen muy buenos efectos en todas las estancias. En general no es conveniente su instalación en habitaciones y pasillos de lugares donde haga frío. Los pavimentos de baldosas son ideales si se tiene instalada la calefacción en el suelo.

Limpieza:

Como norma general es conveniente limpiarlos con agua y productos neutros, aunque admiten la mayoría de los productos de limpieza, incluso los más corrosivos, como la lejía.

Algunos de ellos con el paso del tiempo pueden adquirir porosidad, por lo que es necesario aplicarles tratamientos de limpieza y sellado que eviten que la suciedad se incruste en los poros. Algunos de estos tratamientos son el cristalizado, el abrillantado y el encerado.

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