Sociólogos y psicólogos advierten de que el rol masculino se diluye en las familias españolas

Asuntos Sociales ha iniciado una campaña para sensibilizar a los hombres del reparto de tareas en el hogar
Por EROSKI Consumer 19 de marzo de 2003

La figura actual del padre y su papel en el hogar son ahora aspectos más difusos que nunca. La mujer ya no se queda en casa y el hombre, en muchos casos, no ha cumplido su compromiso doméstico. Aparte de las estadísticas puntuales sobre las horas que cada uno dedica a las tareas de la casa, «el hogar tiende a vaciarse de contenidos, a la vez que la figura masculina está perdiendo su lugar y se está desdibujando en su papel social», resume Martín Herguedas, investigador social en Castilla y León.

Algunos expertos lo llaman «el síndrome de Ulises», una versión moderna del «padre ausente» (físicamente) de hace varias décadas. «El de padre ausente, ése es el mejor retrato moral del varón posmoderno, compelido a eludir el cumplimiento de sus compromisos amorosos y familiares», analiza el sociólogo Enrique Gil Calvo. Las actuales relaciones hombre-mujer son una moneda de dos caras en la que los esfuerzos por acuñarlas se han dirigido hacia el lado femenino. «Hay un vacío de referencias. Está por definir el modelo de nuevo varón. Y los hombres y las mujeres deben hacerlo juntos. Su única vía es intentarlo, equivocarse y revisarlo», explica Carmen Rodríguez, socióloga de la Universidad de Valladolid.

Hoy, nadie discute la teoría de la igualdad de sexos, pero no avanza su práctica diaria. «Si ellas pararan, toda la casa, el país entero, se pararía», resumen desde el Instituto de la Mujer, mientras recuerdan que siete millones de mujeres siguen haciendo jornada completa gratis en casa. De ellas, la mitad ha cumplido ya 65 años, «pero para ellas no hay pensión de jubilación».

Campaña

Que la falta de compromiso en el hogar no es sólo cosa de generaciones pasadas, educadas en el sexismo, lo prueba la campaña que inició el lunes el Ministerio de Asuntos Sociales para sensibilizar a los hombres de entre treinta y sesenta años, casados o con pareja y con hijos, del reparto de las tareas del hogar. «Son más difíciles de convencer y su ejemplo es básico para los más jóvenes. Queremos cambiarles la mentalidad y lo vamos logrando poco a poco», explicó en la presentación la secretaria general de Asuntos Sociales, Lucía Figar.

La imagen del padre moderno, que se «multiplica» en sus obligaciones laborales y familiares para cumplir con lo que se espera de él, parece que se está convirtiendo en estática, no avanza ni adelante ni atrás. «Hay que diferenciar, por dónde va el discurso y por dónde la realidad», recomienda Carmen Rodríguez. Y es que, los investigadores sociales destacan el esfuerzo de «una minoría de hombres que reivindican como una conquista el acceso a las responsabilidades paterno-filiales». Pero, frente a ellos, un gran bloque que asume los cambios «porque no les queda más remedio», ha sido capaz de quedarse las tareas de mayor proyección social (reuniones vecinales, llevar a los hijos al médico o al colegio, …).

«Una estrategia que parece concordar con una especie de gen masculino de la conquista social por el que a los hombres no se les plantea la disyuntiva entre paternidad y actividad en el ámbito de lo público, puede optar a ambas a la vez», apunta la directora de la Cátedra de Género de la Universidad de Valladolid, Alicia H. Puleo. También aquí, los expertos denuncian un cierto «maquillaje» masculino. «A nuestras consultas llegan, a título individual, hombres con dudas de identidad. Pero en los cursos de padres que organizamos en los colegios, sólo vemos a las mujeres», explica la psicóloga Isabel Fernández, que colabora con centros escolares para mediar en el seguimiento de los niños.

Nuevas generaciones

Frente al escepticismo que provocan campañas como la de Asuntos Sociales, los expertos ponen el acento en las nuevas generaciones de padres. «La mayoría de los jóvenes ni se plantea el debate porque lo considera de otra época. Luego se darán de bruces con la realidad de la vida», recuerda Carmen Rodríguez.

Entre los investigadores hay coincidencia en que la igualdad no se transmite, sino que se aprende. Y destacan que hay un papel que nadie le puede quitar al varón: su papel en la educación de los hijos varones para que no reproduzcan errores. «Está demostrado que, sin un modelo masculino del cuidado cercano, los niños tienden más a reproducir la violencia», concluye Alicia H. Puleo.

«Pero, ¿qué le queda al hombre, cuando la mujer ha asumido gran parte de sus roles?», se pregunta el director del Instituto de Ciencias de la Familia de la Universidad Pontificia de Salamanca, Jesús Galdeano. Desde su institución académica se han promovido varios trabajos para buscar respuestas. De hecho, es una de las pocas que dedica investigadores y reuniones específicas al papel actual del padre moderno. En uno de esos trabajos, Emilio García Estébanez, profesor en la misma institución, resume su visión de la igualdad: «La supresión de la jerarquía en las relaciones de pareja es hoy una empresa consumada, aunque hay que precisar de inmediato que la buena noticia afecta más al orden del discurso que a los hechos».

Más allá del poder social, «el hombre tiene el reto de recuperar lo sensitivo». Un esfuerzo con luces y sombras en las que Galdeano encuentra a un hombre más sensible, que «participa en la paternidad incluso en el momento del parto», pero que «tiene miedo a enfrentarse con la vida en pareja».

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