5 formas de trabajar de manera más inteligente (y no más tiempo)

Dedicar muchas horas no significa ser más eficaz, y puede hacer perder de vista el objetivo final
Por Eva San Martín 3 de marzo de 2019

Sacar el reloj de la cocina y colocarlo en la mesa de trabajo. Olvidarnos del correo electrónico (al menos, la mayoría del tiempo) y organizar la semana con las tareas urgentes y las más importantes. Estas son algunas claves para trabajar de forma más inteligente y con menos estrés, que recogemos a continuación. Si las ponemos en práctica, entre otras cosas, aprovecharemos mejor el tiempo y hasta puede servir para pedir un aumento de sueldo.

Img trabajo inteligente

El trabajo inteligente implica aprovechar el tiempo. De hecho, según el Centro Internacional Trabajo y Familia de la Universidad de Navarra, trabajar de forma intensiva hace que seamos más productivos, reduce el estrés, incrementa la motivación y el bienestar. Pero también significa entender cuándo es el momento de pedir un aumento de sueldo (y cómo hacerlo), usar con cabeza y eficacia el correo electrónico e, incluso, entender que los compañeros de trabajo son eso, compañeros de trabajo. Aquí van unas ideas para trabajar de forma más inteligente y eficaz.

1. Responder el correo electrónico una o dos veces al día (y no más)

El correo electrónico puede devorar la jornada laboral, por lo que conviene agruparlos y contestarlos solo una o dos veces al día

Los expertos insisten: el correo electrónico es una herramienta estupenda de trabajo. Pero si nos descuidamos, puede devorar una jornada laboral casi por completo y no dejar tiempo ni cabeza para nada más. Por eso, el consejo es dejar de responder de forma frenética a cada correo que cae en la bandeja de entrada. En su lugar, lo conveniente es agruparlos y contestarlos agrupados. Cuantos más mejor, pero concentrados en una única franja de la jornada o, como máximo, dos.

Este gesto puede resultar muy satisfactorio y aumentar la productividad en el trabajo. Podemos escoger dos momentos concretos del día: por ejemplo, a mediodía, sobre las 12:00 horas, y al final de tu jornada, sobre las 18:00 horas. Saber que tenemos varios emails hará que las respuestas sean más precisas y directas -siempre educado-, y te permite eliminar todo el correo no deseado (spam) de golpe.

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2. Tomar más descansos: mejora la concentración

El cerebro también tiene sus ritmos, y su tiempo. Los neurobiólogos dicen que nuestra mente funciona de forma cíclica, que alterna periodos de alta actividad cerebral (unos 90 minutos) seguidos de tramos de baja actividad, que duran unos 20 minutos. Respetar estos tiempos y aprovechar los periodos bajos para tomarse un descanso hace que el tiempo de trabajo sea más afectivo y productivo, y puede hasta ayudar a prevenir el estrés.

Además, existe un método en auge para recordarnos de cuándo debemos descansar, la llamada técnica del pomodoro. Parece complicado, pero no lo es. Pomodoro significa «tomate» en italiano y es la forma que tienen los relojes de cocina en ese país. El truco es tan sencillo como programar los descansos con un cronómetro y ser estricto en respetarlos. Esta técnica es utilizada para trabajar en pequeñas ráfagas: hay que fijar 25 minutos de atención completa y cuando se termine, tomar un breve descanso que aprovecharemos para estirar brazos, beber agua o, sencillamente, relajarse.

3. Planificar el día y la semana

Plasmar en papel o en la agenda online el tiempo que dedicaremos a cada proyecto hará que seamos más eficaces y trabajemos menos fuera de los horarios establecidos. Para ello hay que crear un calendario semanal y diario e, incluso, añadir uno con los grandes objetivos del mes. Y no debemos olvidar marcar la fecha límite para cada tarea, pues sirve para organizarse y ajustarse a los tiempos.

Para planificarnos mejor, primero crearemos una lista de tareas y las organizaremos después en el calendario. Habrá que hacer hincapié en las que sean más importantes para el proyecto. Y si sabemos cuáles son las metas y los objetivos, iremos a lo directo y no perderemos tanto tiempo en rodeos.

4. Aprender a decir «no»

A veces hay que decir «no». Y aprender a hacerlo, con educación y buenas maneras, es todo un arte.

Si no sabemos por dónde empezar, primero toca aprender a demorar la respuesta: no diremos «sí» de forma impulsiva, sino que nos tomaremos un poco de tiempo para reflexionar antes de contestar. Otro truco para ganar algo de tiempo antes de responder es reformular la pregunta en voz alta, verbalizando la carga de trabajo y las tareas concretas que implica el nuevo puesto o proyecto encargado.

5. Y pedir un aumento de sueldo

No negociar el salario puede costarnos miles de euros a lo largo de nuestra carrera. Pero pedir un aumento no siempre es tarea sencilla.

Si cambiamos de trabajo, es común que nos pregunten cuánto cobrábamos en el puesto anterior y harán su oferta en función de lo que contestemos. Pero mentir no es el mejor camino para cobrar lo que creemos que merecemos. No hay que caer en esa triquiñuela. Además, legalmente, es una pregunta personal, por lo que no se tiene por qué responder. Los expertos insisten que, para lograr un sueldo mejor, lo mejor es intentar que sea la parte contratante quien lance primero una oferta. Y si insiste en preguntar, aquí van algunos trucos para evitar contestar de forma directa: decirle que esta posición no es la misma que la del anterior trabajo o que nos gustaría debatir acerca de las responsabilidades en el nuevo puesto.

Si queremos negociar en el trabajo actual, la regla general no escrita, pero repetida, es pedir un aumento de salario entre el 10 % y el 20 % más de lo que actualmente ganamos.

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